La rompió en Bélgica 5 – Túnez 2 este sábado en Rusia 2018. El 9 de los belgas, que viene con todo, pues provocó placer estético y emoción futbolera verlo por TV, se llama Romelu Lukaku, nació en Amberes, el 13 de mayo de 1993. De padres congoleños sacude las redes inglesas cada semana con su camiseta del Manchester United, en la Premier League. Su padre, Roger Lukaku, jugó en varios clubes del ascenso belga.
Por Tania Molotova / Y vean lo que encontré revisando diarios y papeles digitales, gracias Internet, después del partidazo entre belgas y tunecinos, a un día de un nuevo cumpleaños del gol de todos los goles, aquella pieza de orfebrería y diamantes en la gambeta que diseño quien hacia un rato se había convertido en “la mano de dios”, el segundo de Diego Armando Maradona a los ingleses en México ’86. Claro aquél era un equipo con el por último mejor del mundo, porque el actual nuestro, ¡bah!, dejémoslo, aunque el “niño mercancía” tiene tanta estrella y cola perfumada que por ahí tiene suerte y zafan, el martes y van para adelante…la verdad que tiene conque hacerlo, al fin y al cabo, pese a todo, son aunque no parezcan hijos del fútbol argentino.
Pero volvamos a mi hallazgo, hurtillo que le dicen, a los colegas de La República, de Perú, la selección del Tigre Gareca mereció otros suerte, dicho sea de paso, publicado en la red al poco del pitazo final, un tiro del que sí salió, en partido que acaba de glorificar a Lukaku. Aquí se los pego:
Lidera a una de las candidatas en el mundial de Rusia 2018, pero, sobre todo, está presente porque su historia comienza a los 6 años, cuando prometió mejorar la vida de su familia, logrando convertirse en un jugador profesional de fútbol y estar en el equipo de su país. Esto fue un sueño cumplido.
Pese a que desde pequeño decidió su futuro, el camino no fue fácil, porque su familia atravesó grandes problemas económicas, llegando a caer en la quiebra. El mismo jugador recordó esta parte de su vida en una columna en The Players Tribune.
“Tenía 6 años, y volví a casa a almorzar al salir del colegio. Mamá tenía lo mismo de siempre en el menú: pan y leche. Pero ese día volví a casa y mamá empezó a mezclar la botella de leche con algo más. Ella me sirvió el almuerzo con una sonrisa como si todo estuviera bien. Pero comprendí lo que estaba haciendo. Estaba mezclando leche con agua. No teníamos suficiente dinero para hacer durar la botella toda la semana. No éramos solo pobres; estábamos quebrados”, contó.
Su meta creció con el tiempo, porque no solo quería ser profesional, sino que anhelaba con llegar a ser el mejor jugador belga de la historia.
“No bueno. No excelente. El mejor. Jugué con mucha bronca, por muchas cosas: por las ratas que corrían por nuestro departamento, porque no podía ver la Champions League por televisión, por los padres de compañeros que me miraban mal […] A los 12 anoté 76 goles en 34 partidos; todos los hice con los botines de mi papá”, confesó.
Cabe resaltar que su padre, jugador profesional, se encontraba en sus últimos años como jugador profesional, pero como el dinero no alcanzaba, debían compartir el mismo par de botines para entrar a la cancha.
Debido a la situación y el sufrimiento de su madre, Romelu le preguntó a su padre a qué edad podía empezar a jugar profesionalmente como él. Su respuesta fue a los 16 años. Es por esa razón que a los 16 años y 11 días Lukaku firmó su contrato profesional con Anderlecht, tal y como se lo prometió a su familia, tiempo atrás.
“A la gente del fútbol le gusta hablar de fortaleza mental. Bueno, soy el tipo más fuerte que jamás conocerán. Porque me acuerdo sentado en la oscuridad con mi hermano y mi mamá, rezando, y pensando, y creyendo, y sabiendo que iba a pasar”, dijo.
De esa forma y con un amplio historial en clubes, Lukaku llega a Rusia 2018 con 25 años, logrando jugar su segundo Mundial de Fútbol con Bélgica. Es una de las estrellas del equipo y no solo cumplió su promesa, sino que es el orgullo de su familia.