En el fútbol del Mundial, mega empresa de la comunicación como mercancía, ese proyecto ya está en marcha – en muchas canchas locales también, y no es paradójico que el experimento surja de las entrañas de uno de los territorios más corruptos, violadores de la Justicia y hasta mafiosos del orbe (desde la FIFA a nuestra AFA, sin escalas por todo el planeta, que es “ancho y ajeno”, como escribía el peruano Ciro Alegría.
Por Tania Molotova / El DT de Costa Rica, Óscar Ramírez, dijo después del partido que perdió con un golazo a la serbia: «El VAR al final me molestó. Le quita la intensidad al partido». Y amplió: «No entiendo qué es lo del bendito VAR. Sé que tienen que fijarse ciertas situaciones, pero no sé, uno queda confundido. Nos paró el partido y nos cortó el juego con esos tiempos muertos». Habló en caliente está claro, pero no hace estar demasiado entonada para envararse de bronca cuando en nombre del aporte tecnológico para un juego menos expuesto a los errores arbitrales – a secas suena a motivo loable – los burócratas del fútbol dicen creer que, con camaritas se le impone lógica fría y buena conciencia a un atributo de la naturaleza misma de ese deporte, la imprevisión y el error humano, todo muy parecido a lo que cacarean los politicastros de la derecha variopinta, siempre asociados a las empresas que venden aparatología para la seguridad urbana, respecto de que si esparcen videos controladores en las calles, detrás de los árboles, y en cualquier momento en los baños público y confesionarios (allí quizá sirvan, llegado el caso), el delito nos dejará dormir tranquilas, y todo para olvidar que jamás ese sueño llegará hasta que un Estado democrático le ponga fin a las siniestras tramas de complicidades existentes entre delincuentes, políticos, policías, jueces, fiscales, miembros de los poderes Ejecutivo y Legislativo y grandes medios de comunicación…Comentario válido entre argentinas y argentinos, pero de libre aplicación por el mundillo que prefieran.
Y atención que el VAR pensado fuera de las canchas puede ser muy, pero muy peligroso. Como un referí para constatar que una terrible patada de mula sobre la pierna del 9 fue patada de mula y finalmente cobrar penal puede requerir del VAR; la policía, los fiscales y los jueces pueden llegar a proponer que, para evitar el delito, un cámara de video en el baño de casa o un microchip en nuestras cabezas, que enciendan luces rojas en una central cuando nos surjan malos pensamiento, todo eso sería útil y podría ser ¡ay! tan propósito de la seguridad reclamada.
Otra vez fútbol en el Mundial a la rusa. “Después que el senegalés Malang Diedhiou marcó el tiempo de descuento, el final del partido fue muy cortado. Primero se detuvieron las acciones por una pelea entre un jugador serbio y un asistente de Costa Rica. Y después, por un supuesto manotazo de Prijovic contra Johnny Acosta, el árbitro pidió el uso del VAR, revisó la jugada y determinó que no era necesario expulsar al hombre de Serbia. Todas estas acciones no le gustaron nada a Óscar Ramírez, DT de Costa Rica, quien consideró que el juez los perjudicó cuando ellos buscaban el empate”. Así se puedo leer en varios sitios y portales tras el partido mundialista entre Costa Rica, revelación en Brasil 2014, y Serbia, con Croacia, los dos equipos de la ex Yugoslavia en Rusia 2018.
Los defensores del VAR esgrimen argumentos entendibles y parecería sí que ciertos aportes tecnológicos pueden ser útiles para la realización de un fútbol más ajustado a su propio reglamento, como el relojito de los árbitros que indica si la pelota pasó o no la línea de gol, porque se trata de algo ajeno al juego mismo.
El problema con el VAR radica justamente en atenta contra el fútbol profundo, esa suerte de geometría sin lados que entre sus fundamento más atractivos figuran el sentido de la imprevisión y el del error humanos como componente del juego mismo, sin poner el acento aquí que estamos frente a una de las pocas actividades lúdicas, sino la única, que el ser humano despliega casi solo con los pies.
Tan esencial es el sentido de la imprevisión y del error humano en la naturaleza del fútbol que sin ellos, sin la posibilidad de que un jugador haga exactamente lo contrario a lo que necesita y desea hacer y no por voluntad, el juego mismo no existiría. En la jerga futbolera se dice que sin errores de los defensores casi no se anotarían goles; y al revés, que todo penal bien ejecutado es inatajable.
Y lo más sorprendente de todo: el error arbitral se inscribe en el mismo campo de posibilidades, a tal punto que una de las reglas de mayor complejidad para su verificación, la de la posición adelantada, dio lugar, parece ser, a la concepción de los banderines de línea; recién mucho después apareció el cuarto árbitro y ahora todo esto del VAR. Sin que me olvide de pedir excusas si dejo en el tintero por distraída algo fundamental pero que ahora se escapa.
¡Ah! ¿El por qué del VAR? Seguramente, una imposición (una más) del negocio que cubre todo hasta esconder al propio fútbol, el de la TV hasta el infinito…Y además: ¿sirve el VAR para evitar injusticias? Sí, de la misma forma que si prohibimos el agua nunca jamás habrá inundaciones. El fútbol es humano.