Islandia “ganó”. Porque empató en uno con la Selección de Messi, el niño mercancía, como lo llama un artículo publicado por Prensa Latina y tomado ayer por AgePeBA – De la “mano de dios” al “niño mercancía” – y Jorge Sampaoli, el cincuentón saltarín y con algo de ridículo sobre los bordes de la cancha; el DT a la moda con pantalones pegados al cuerpo, tal cual un jovenzuelo impactado por el design tan en boga y chapucero de la moda.
Por Tania Molotova / Sucedió porque el once del país tan frío se inspiró en los héroes de sus sagas y taponaron todo el proceso creativo que supone el fútbol, deporte al que, quien quizá haya sido el mejor periodista deportivo argentino, Dante Panzeri, definiera como dinámica de lo impensado, en su libro así titulado en 1967; el mismo que en 1974 publicó otro texto, tan pero tan vigente en la actualidad: “Burguesía y gangsterismo en el deporte”.
El fútbol es la dinámica de lo impensado, y los responsables de convertirla en espectáculo en el encuentro presentación de los argentinos en el Mundial a la rusa era justamente ellos, que tiene en su filas a Lionel Messi y otros nombre que destacan sobre los céspedes de la grande ligas europeas. Pero no, no fue así.
Se impuso Sigurd, el que mató al dragón Fafnir en el Brezal de Gnita, y se apoderó de un tesoro mágico. Me refiero a la islandesa Saga Volsunga, del año 1270, la tan admirada por Jorge Luis Bórges, tanto que en su lápida en el cementerio de Ginebra dice “Hann tekr sverthit Gram ok leggr í methal theira bert”, que viene casi a significar “Él tomó la espada, Gram, y la colocó entre ellos desenvainada”.
Las huestes de Sigurd exhibieron una disciplina defensiva que sólo es posible con el arrojo físico de un equipo duro, guerrero, que corre todo el partido para multiplicarse en el bloqueo y la defensa, como si de jugadores de rugby se tratasen; y ser precisos y contundentes en los esporádicos contraataques.
Y algo para destacar; recuperaron un argumento de este maravilloso juego vaya a saber uno por qué tan olvidado en los tiempos que corren: el ingreso lateral casi siempre al centro del área grande rival, que muchos y grandes descalabros suele provocar entre los mejores marcadores, puesto que, entre otras cosas, anula la ley de la posición adelantada.
A los argentinos esta vez no les bastó el talento del niño mercancía, siempre rodeado y hasta con la mala suerte de regalarle un penal al notable arquero islandés, quien a lo largo del partido contuvo o desvió dos pelotas con destino de red.
La Selección de Messi volvió a demostrar que es él y muy poco más, aunque tenga a Sergio Agüero y a Gonzalo Higuaín, dos bombarderos que brillan en la vieja Europa. Otro dato: el DT puede lucir pantalones a la moda pero no está a la altura de las circunstancias, más parece un charlatán; y entre el resto de los integrantes del plantel aparecen buenos futbolistas pero hasta ahí nomás, buenos. No son las estrellas que muchos argentinos creen que son.
Apenas fue el primer partido y sería necio vaticinar una tragedia para los de las rayas celestes y blancas. Vienen de un fútbol con historia grande, tienen a Messi y habrá que ver. Están para un velorio o para un homenaje, es decir para llegar a la final o para volverse a sus casas tras la primera ronda. Todo puedo suceder en la dinámica de lo impensado.