«Ser los más fuertes entre los más fuertes». Lo responde Heimir Hallgrimsson cuando le preguntan por qué su ciudad natal, Vestman, una isla en un país que es una isla, vio nacer a los mejores jugadores de Islandia. Heimir tenía cinco años cuando la cancha de su primer equipo, IBV, fue arrasada en 1973 por el Eldfell, uno de los doscientos volcanes que hay en Islandia. La erupción lo obligó a vivir largos meses en una residencia provisional. Hoy célebre dentista DT de la selección de su país, Hallgrimsson sabe a qué se refiere cuando habla de «los más fuertes». «Los vikingos llegaron a Rusia», decía el lunes la TV de Moscú. No se refería a los vikingos islandeses que hace más de diez siglos invadieron lo que hoy es Rusia por el río Novgorod. Se refería a los que en 2016 unieron a su país en el grito y aplauso vikingo que saludó el histórico triunfo ante Inglaterra en la última Eurocopa. El grito que buscarán repetir este sábado en el Spartak de Moscú contra Argentina.
Por Ezequiel Fernández Moores (*) / El relato de esos vikingos que terminaron asimilándose a ejércitos locales, siempre con su reputación de guerreros temibles, está en las sagas islandesas. Desde que su padre le regaló la traducción de William Morris de la «Volsunga», saga anónima escrita hacia 1270, Borges, se sabe, quedó deslumbrado de por vida con la lengua islandesa, «el latín del norte», como le decía. La etimología de sus palabras, su lenguaje económico, complejo e imaginativo. Viajó tres veces a Islandia, escribió tres libros sobre cultura islandesa medieval, dedicó numerosos poemas, declaró su amor a María Kodama y se emocionó hasta las lágrimas mientras recitaba sobre la cultura pagana de las sagas y visitaba los restos de la tumba de Snorri Stulurson. «Está cercada / tu casa.Sobre / tu pálida cabeza cae la espada / como en tu libro cayó tantas veces», dice el poema que Borges dedicó al mítico poeta, historiador y caudillo político, decapitado en 1241 por orden del rey noruego Haakon IV.
Es el mismo Borges que, sabemos, odiaba el fútbol. «Uno de los mayores crímenes de Inglaterra». «Popular porque la estupidez es popular». Que «despierta las peores pasiones», nacionalismos, y una «horrible idea de supremacía de poder». Al Mundial 78, que recuerda estos días sus cuarenta años, Borges lo consideró «una fiesta canalla», «una calamidad que por suerte pasará». La noche del debut de Argentina contra Hungría, 2 de junio, celebró una conferencia sobre «la inmortalidad», parte de una serie que brindó en la Universidad de Belgrano mientras el país estaba detenido con la pelota. Dijo esa noche que consideraba «espantosa» la idea de seguir siendo siempre Borges y que prefería «morir en cuerpo y alma». Murió en el Mundial siguiente ganado por Argentina. El 14 de junio de 1986, ocho días antes de los goles de Diego ante Inglaterra. En su lápida de Ginebra están los versos de la Volsunga.
Como en Brasil 2014 ante Bosnia y Herzegovina, Argentina, aún con Julio Grondona fallecido, abrirá su Mundial contra una debutante absoluta, con cuya historia es imposible no empatizar. Lo hacen en sus últimos números Sports Illustrated y Time, asombradas porque Islandia jugará en Rusia y Estados Unidos no. Trescientos mil habitantes contra trescientos millones. «300», la película sobre la armada espartana antes de combatir contra los persas y que gritan «¡Vamos a ganar vinkingos, honren su nombre!», como lo hacen hoy sus jugadores. En el país donde «todos son primos», donde Bjork sube a un taxi y el chofer le recuerda que hace mucho que no llama a su abuela, son leyenda las reuniones que Hallgrimsson decidió celebrar con los hinchas de «Tolfan» antes de cada partido en Reijkjavik para contarles formación y esquema de juego. «Tolfan» es algo así como «el jugador número 12» (no confundir con «La 12» de la Bombonera). Setecientos hinchas no filtran jamás nada de las charlas de Halgrimsson. Acá filtramos hasta las charlas privadas del Kun Agüero en su habitación.
En «El faro de Datalangi», el libro sobre el milagro de la selección islandesa, el autor Axel Torres tienta a Hallgrimsson con ir a ver un entrenamiento de Barcelona, pero el DT dice que prefiere a Diego Simeone. La épica batalladora del más débil que regala al rival la pelota y terreno se mantuvo hasta en el último amistoso ante Ghana, cuando en el segundo tiempo Islandia, local, tuvo apenas 27 por ciento de posesión.
Torres le pregunta a Halmgrimsson qué le sucedió a Islandia en su eliminación de la Eurocopa, porque después de ganarle a Inglaterra, al partido siguiente perdía ya en el primer tiempo 4-0 con Francia. «Los jugadores querían ganar, pero, aunque te suene extraño -le confía el DT- inconscientemente querían irse de vacaciones. Tenían compromisos, bodas, viajes». Torres no puede creer lo que escucha. «Es que no estábamos preparados para estar tanto tiempo afuera. La próxima vez tenemos que prepararlo de otra manera», amplió Hallgrimsson. El sábado contra la Argentina comenzaremos a saberlo. Saga siglo 21. Aunque a Borges no le guste.
(*) “Una saga para Borges” es el título original de este texto tomado del diario La Nación.