Tal como adelantara AgePeBA en la columna “Los decires del Dr. Ciappina”, el Presidente se vio forzado a recurrir al Fondo Monetario Internacional para asegurarse la posibilidad de que él, sus amigos CEOS, su familia y la lumpen burguesía que encabeza, puedan seguir acumulando activos y fugando capitales (y después se verá). Esta situación es reconocida por uno de los principales columnistas de la derecha argentina, Joaquín Morales Solá, quien admite que el gobierno recurre al Fondo para conseguir el dinero suficiente que le permita llegar a las próximas elecciones. Por otro lado, como señalara Ernesto Mattos en diálogo con esta agencia, crece la sensación de que estamos ante el naufragio y que podr´´ia tratarse de una maniobra para no tener que irse antes y mantener la política extractiva de fondos a favor de las grandes empresas y el sector financiero.
Lo que sigue es una especie de crónica del naufragio tomada de los principales análisis que se hicieron luego de la decisión del gobierno de Cambiemos de volver a pedirle dinero al FMI.
En primer lugar, tal como se señaló, la columna del doctor y profesor de Historia Latinoamericana en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, Carlos Ciappina.
Los decires del Dr. Ciappina y el dólar: Cuando Macri & Company tengan sus ganancias en el exterior dejarán que el país explote
No lo dice así pero así lo interpretamos. Al doctor Carlos Ciappina, quien en una de sus últimas intervenciones en Facebook sintetizo este nuevo capítulo de la tragedia argentina, un país expuesto una y otra vez al saqueo oligárquico. Se refiere a la corrida del dólar, sobre la cual para qué abundar. Aquí su breve texto.
¿Qué todo explote? ¿Quién quiere evitarlo? El gobierno-empresa? En absoluto. Cuando termine la bicicleta tendrán todos su “activos” en el exterior y vendrá alguien a hacerse cargo de la crisis. Ellos, los dueños de todo, serán, una vez más, inmensamente ricos y esperarán la próxima “oportunidad”……
NADIE QUIERE FRENAR EL DOLAR: Como enseñara Rodolfo Walsh, los datos están allí, aún en los medios hegemónicos. Sólo hay que interpretarlos. Veamos: Supongamos que usted tiene 100. 000.000 (cien millones) de pesos: El 1 ro de marzo, usted compra Lebacs. Las Lebacs le daban en ese momento el 27% de interés anual a 45 días. El lunes 16 de abril -digamos- usted recibe 2.250.000 pesos. Ahora tiene -sin esforzarse una sola gota de sudor y legalmente- 102.250.000 pesos. (¡ganó dos millones de pesos en 45 días, sin hacer nada!).
Pero, como usted es EMPRENDEDOR , va y compra dólares: cambia 102.250.000 pesos a dólares a 18 pesos: Le dan 5. 680.000 dólares. Pero claro, como TODOS COMPRAN, el dólar inmediatamente sube…..usted espera y vende el viernes 27 de abril…..con el dólar a 21 pesos: recibe 119. 280.000 millones de pesos. AHORA TIENE 17 millones de pesos más que hacía 50 días atrás sin transpirar una gota de trabajo.
Pero claro, el gobierno ahora quiere “desalentar” la compra de dólares y sube la tasa de interés del 27 al 30%. Usted tiene 119.280.000 pesos al 30% anual a 45 días. Recibirá en junio: 3.578.400 pesos más. Ahora -en junio- tendrá pues 122.858.400 pesos. Usted se ganó 22.000.000 de pesos en 60 días.
¿Quiere el gobierno “frenar el dólar? ¿Quiénes tienen 4.300 millones de dólares para operar con ellos en tres días? Obvio: las propias empresas y financieras que SON EL GOBIERNO.
Yo creo que no se comprende bien la profundidad de lo que pasa: el gobierno como “separado de las empresas” no existe en la Argentina… no hay nadie “queriendo contener al dólar”. Hay gerentes y dueños de Bancos y Financieras y cuentas off shore a cargo del gobierno. El presidente del Banco Central, el Ministro de Economía y el presidente de la Nación SON EMPRESAS.
ESTAN HACIENDO LOS NEGOCIOS FABULOSOS Y ESE ES EL PLAN DE GOBIERNO UN PLAN DE NEGOCIOS. Se corre el rumor (no confirmado pues nadie nos informa QUIEN COMPRA LOS DOLARES) que un solo grupo inversor vinculado a la Banca Morgan (si la que tiene como Ceo a Prat Gay) compró sólo entre jueves y viernes 700 millones de dólares y se los llevó, obvio.
¿Qué todo explote? ¿Quién quiere evitarlo? ¿El gobierno-empresa? En absoluto. Cuando termine la bicicleta tendrán todos su “activos” en el exterior y vendrá alguien a hacerse cargo de la crisis. Ellos, los dueños de todo, serán, una vez más, inmensamente ricos y esperarán la próxima “oportunidad”…
Como mencionamos a Morales Solá, en el reconocimiento de lo que está viviendo el gobierno de Cambiemos, reproducimos el texto publicado en el diario La Nación para que no queden dudas:
Era el FMI o una crisis mayor
El dólar había cruzado de nuevo los 23 pesos. Las acciones y los bonos argentinos se derrumbaban en el mundo. Cuando ayer amenazaba con convertirse en un martes negro (después de un reciente jueves negro), el Gobierno jugó la carta más importante que tenía: el regreso del país a los créditos del FMI . Cualquier préstamo del organismo es más barato que los créditos que el Gobierno consigue en los mercados, pero no fue esa la razón de la decisión de ayer (no la principal, al menos).
El argumento más importante del Gobierno consistió en la necesidad de enviarles un contundente mensaje a los mercados de capitales. Si cuenta con el respaldo del FMI , el garante más influyente del mundo, ¿por qué los inversores privados seguirán desconfiando del país? El paquete de préstamos que el Gobierno está negociando con el organismo conducido por Christine Lagarde es importante, pero aún no se estableció el monto. «Todo está todavía en el aire, hasta el ministro de Hacienda que está volando a Washington, como para hablar de una cifra», dijo ayer, no sin cierta ironía, una alta fuente oficial. Solo se aceptó que la cifra será destacada. Inversores que le venían prestando a la Argentina le adelantaron a funcionarios argentinos que un acuerdo con elFMI le aseguraría a la administración el financiamiento necesario hasta después de las elecciones presidenciales. Esa garantía revela también un dato que estaba presente y callado al mismo tiempo: una fuerte restricción en el acceso al crédito internacional puede poner en riesgo la reelección del Presidente en 2019.
El programa económico del Gobierno requiere de créditos por unos 30.000 millones de dólares anuales (algunos elevan ese monto hasta 35 o 40.000 millones) para financiar un reordenamiento gradual de la economía. Ese es el punto crucial que enfrenta al Presidente con el kirchnerismo y la izquierda, que lo acusan de ajustador serial, y también con los economistas ortodoxos (los «derechosos», según los llama el propioMauricio Macri ), que critican el escaso esfuerzo del Gobierno para reducir el gasto público.
Ahora bien, ¿cuál será el costo político que el Gobierno pagará por volver a transar con el FMI ? La Argentina tuvo una relación zigzagueante con el organismo durante cincuenta años, desde mediados de la década del 50 hasta mediados de la primera década de este siglo, pero fue duramente estigmatizado por el gobierno de los Kirchner . Esto sucedió luego de que Néstor Kirchner firmara dos acuerdos con el organismo hasta que, al final, decidió pagar de una sola vez toda la deuda. Nunca se pudo explicar por qué era mejor pagarle una tasa del 14% anual a préstamos de Hugo Chávez en lugar del 4% que cobraba el FMI . La explicación no es económica, sino política. Kirchner detestaba las inspecciones periódicas del Fondo a la Argentina, porque ponían en duda su autoridad política absoluta sobre la economía. Y -todo hay que decirlo- Chávez le prestaba y le cobraba altos intereses, pero nunca le preguntaba qué hacía con la economía.
Nicolás Dujovne dijo ayer que el Fondo Monetario de ahora ya no es el mismo que conocieron los argentinos. Es cierto, sobre todo es muy distinto del que le dio el empujón final a De la Rúa . Ya no está en su conducción la dura Anne Krueger y su teoría de que los países deben quebrar como quiebran las empresas mal administradas. Esa teoría no se probó nunca en la práctica (la Argentina era la oportunidad que ella buscaba) y Krueger nunca recibió el Nobel de Economía al que aspiraba. Lagarde , en cambio, habla más de productividad y de desigualdad social que de recetas ortodoxas de la economía. De hecho, hace pocas semanas respaldó aquí el gradualismo de Macri y encomió sus decisiones para ordenar la economía. La propia Lagarde es la principal vocera de los cambios en el Fondo , según puede concluirse de la lectura de sus conferencias. Lo cierto es que ella ayudó a flexibilizar las posiciones para salvar del colapso a Grecia; tuvo posiciones más moderadas que la canciller alemana Angela Merkel sobre la crisis griega.
De cualquier forma, el precio político no se verá ahora, sino cuando haya transcurrido cierta parte del proceso económico. ¿Se alejará la Argentina de una crisis? ¿Su economía seguirá creciendo y se estabilizará el dólar ? Las sociedades suelen valorar más los resultados que las ideologías. El precio no será tan caro si aquellas preguntas se respondieran afirmativamente. Por las mismas razones, el costo será enorme si un acuerdo con el Fondo no eliminara la crisis, si colocara más limitaciones a la economía de los argentinos y si, encima, inspecciones periódicas del Fondo hicieran nuevos reclamos al Gobierno. Sea como sea, por ahora la propia Lagarde manifestó su interés en un acuerdo con la Argentina por tres razones. Son estas: la oportunidad de mostrar el declamado cambio del Fondo en el país con el que fue más intransigente en su historia; la necesidad de respaldar al gobierno que tiene la presidencia del G-20, el grupo de países que sirve de referencia a la economía mundial, y, por último, la obligación del organismo de evitar una crisis en el mundo si es que puede evitarla.
El peronismo (el racional, desde ya) pareció comprender ayer la magnitud del desafío. Le aseguró al Gobierno que hoy tendrá los votos necesarios para sacar las leyes de mercado de capitales y de defensa de la competencia. Ayer mismo, las comisiones del Senado aprobaron los tres DNU que Macri firmó como un megadecreto en medio del reciente verano. El pleno del cuerpo los aprobaría la semana próxima. Entendió, sobre todo, que la economía estaba evaluando si el proyecto de ley para modificar el régimen tarifario del Gobierno, que sin duda será votado hoy, es solo la juerga de una noche populista o un proyecto de vida del peronismo.
La actitud del peronismo es crucial. Sus distintas versiones significan, si están unidas, la mayoría en las dos cámaras del Congreso y es, a la vez, el partido que declaró el default que sigue siendo el más grande de la historia de la humanidad. Ese pasado, sumado a los años de aislamiento y agresión kirchnerista al mundo, es el que reaparece cada vez que la economía vacila. Es también una de las razones por las que la Argentina siente con más fuerza las consecuencias de cambios importantes en la economía y la política internacionales. Ayer no fue un mal día solo para la Argentina, sino para todos los países importantes de América Latina. Muchos devaluaron su moneda, pero ninguno debió hacer tanto para preservar el precio de su moneda. Ninguno, tampoco, tiene tanta dependencia del crédito externo como la Argentina. Esa mezcla de pasado transgresor y de necesidad de créditos es lo que convierte en extremadamente vulnerable su economía.
Si el país superara la crisis de estos días, la experiencia deberá servirle al peronismo, porque le enseñó que todavía es importante como factor de poder. Extrañamente, la acción de los legisladores importa mucho más como mensajes a la economía que como señales a la gente común. En un momento de claro enojo de la sociedad con la política en general, son los legisladores las primeras víctimas de ese fastidio. El propio gobierno deberá aprender las lecciones del conflicto. Los distintos trozos de la conducción económica deberían trabajar más en equipo, porque es lo que faltó (paradójicamente, el trabajo del que se ufana el macrismo). Y tendrá que encontrar una estrategia de comunicación distinta de la que rigió hasta ahora. La semilla de la crisis estuvo en el fastidio de gran parte de la sociedad, que activó, a su vez, los reflejos oportunistas de la oposición. Las noticias internacionales hicieron el resto.
Para completar esta crónica del naufragio, reproducimos tres textos publicados por el diario Página12 este miércoles:
Receta del ajuste conocido con el final cantado
Los técnicos del Fondo ya escribieron lo que quieren de la Argentina. Lo dejaron expuesto en su último informe sobre el país. Piden bajar más el gasto público, flexibilidad laboral, más reforma previsional y más despidos de empleados públicos.
En el último informe del Artículo IV publicado en diciembre de 2017 los técnicos del Fondo Monetario Internacional reclamaron profundizar el ajuste del gasto público. “La reducción del gasto público es esencial, especialmente en las áreas donde aumentó muy rápidamente en los últimos años, en particular los salarios, las pensiones y las transferencias sociales”, escribieron. Para los técnicos del organismo multilateral el ajuste fiscal reduciría la exposición a los vaivenes internacionales. Este fue el segundo informe elaborado por el FMI sobre la economía argentina después de que el vínculo bilateral fuera discontinuado en 2005, meses antes del pago de la deuda con el organismo. “Un reequilibrio fiscal más acelerado permitiría tasas de interés más bajas, reduciría las presiones al alza sobre el peso y limitaría las vulnerabilidades ante un endurecimiento repentino de las condiciones de financiamiento externo”, postula el documento del FMI. La misma receta propuso dos semanas atrás cuando recortó sus proyecciones de crecimiento para la Argentina de 2,5 a 2,0 por ciento en 2018.
La revisión semestral del “Panorama Económico Global” del Fondo sostenía que el gobierno de Mauricio Macri debía profundizar el recorte en el gasto público y aplicar políticas monetarias contractivas para controlar la inflación. Siguiendo los lineamientos propuestos a finales del año pasado donde no solo celebraron la modificación de la fórmula de actualización de las jubilaciones, sino que enfatizaron la necesidad de avanzar en la reforma integral de la seguridad social prevista por el gobierno para 2019, el FMI señaló que el ajuste debería hacerse en el sistema previsional. “Las reformas fiscales aprobadas a finales de 2017 ofrecen una orientación mejorada para la disciplina fiscal y colaborarán en el abordaje de los grandes desbalances en las pensiones y comenzar una reducción gradual de los impuestos altos y distorsivos”, expresó el documento presentado a mediados de abril, al señalar que “sin embargo, serán necesario mayores recortes en el gasto primario para conseguir los objetivos para el déficit primario y abrir espacio para avanzar en la reducción de la presión impositiva”. Otros consejos para reducir el gasto vertidos en el último Artículo IV apuntan a los salarios y a las transferencias sociales.
“Es un momento propicio para llevar adelante las reformas estructurales”, expresó a mediados de marzo Christine Lagarde, directora gerente del Fondo, cuando visitó el país para participar de la cumbre de banqueros centrales y ministros de finanzas del G-20 en Buenos Aires. Pero las transformaciones que debería desplegar el gobierno de Mauricio Macri no se agotan con la seguridad social. El FMI respalda la reforma laboral. “Argentina tiene instituciones y regulaciones del mercado laboral relativamente rígidas”, expresó el organismo a fines del año pasado. “Las principales deficiencias incluyen altos costos de terminación del contrato laboral, complejos procedimientos para despidos colectivos y condiciones restrictivas para el empleo temporal”, sostuvo entonces la entidad. Pero sus propuestas en materia laboral no se agotan ahí. “La negociación colectiva también es un problema. Se lleva a cabo a nivel sectorial y cubre alrededor del 70 por ciento de los trabajadores”, afirma el organismo en su último Artículo IV de Argentina. El texto aconseja además reducir el empleo público: “hay espacio para racionalizar gradualmente la masa salarial, especialmente en las provincias”.
Las misiones del organismo regresaron al país en 2016 como parte del proceso de reinserción plena en el sistema financiero internacional. La revisión macroeconómica es una exigencia para los países miembro del Fondo. Aunque se trata de una supervisión técnica de la economía local, los informes del Artículo IV funcionaron a lo largo de la historia como mecanismos para legitimar la implementación de políticas fiscales, monetarias, laborales y cambiarias ortodoxas que no necesariamente eran exigidas por el FMI.
Las relaciones entre Argentina y el Fondo fueron tirantes desde la crisis de 2001-2002, pero las recetas de ajuste se remontan al primer crédito otorgado por la entidad al país en 1958. Durante el kirchnerismo, el organismo cuestionó la nueva orientación macroeconómica y la reestructuración de la deuda. La tensión se profundizó después del pago anticipado de los casi 10.000 millones de dólares de deuda que acumulaba el país en 2006.
Durante su última visita al país Lagarde moderó su visión y consideró adecuado el ritmo de ajuste ejecutado por el gobierno de Mauricio Macri. “No es un proceso brutal de reducción del déficit sino que lo hacen en el tiempo teniendo en cuenta las circunstancias de la economía y la capacidad de la sociedad para aceptar los pasos que da el Gobierno”, evaluó la directiva del FMI, al asumir como propia la argumentación oficial del ajuste fiscal.
Los CEOs cantan “vamos a volver”
El ala política se enteró de la medida una vez definida por la mesa chica compuesta por Peña, Quintana, Lopetegui, Caputo y Dujovne.
Por Werner Pertot
Fue una victoria de los CEOs. La decisión de volver al FMI a pedir dinero fue diseñada y resuelta exclusivamente por la mesa chica económica del Gobierno. Además de la obvia participación del presidente Mauricio Macri y del trío Marcos Peña, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana, en la cocina de la iniciativa estuvieron el ministro de Finanzas, Luis Caputo y el de Hacienda, Nicolás Dujovne. Al presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, se lo comunicaron cuando ya era una decisión tomada. Los funcionarios políticos recibieron la noticia recién ayer, al igual que los aliados del PRO, e intervinieron sólo en la comunicación. Más allá de que todos se mostraron de acuerdo, la forma en que se resolvió marca una lógica consolidada en la Rosada. En el discurso del Presidente y sus funcionarios, recurrieron a una nueva crisis contrafáctica evitada: una corrida mucho peor del dólar que se habría conjurado con esta decisión.
La resolución de recurrir al FMI para solicitar un salvataje económico se tomó en una reunión de la mesa chica económica del Gobierno: ni siquiera en el encuentro del gabinete económico que le siguió a esa charla, donde todo pasó por ver cómo se implementaba la medida. En paralelo a esas reuniones, se juntó la Mesa Nacional de Cambiemos para darle su apoyo al presidente en el rumbo económico. Macri participó de ese encuentro, pero se cuidó de comunicarle la decisión a sus aliados radicales y de la Coalición Cívica. El motivo que señalaban en Balcarce 50 es que querían evitar filtraciones a la prensa antes de que Macri hiciera su anuncio de ayer.
Entre las razones que expusieron Dujovne y Caputo en ese encuentro con Macri estuvo sobre todo la falta de financiamiento internacional que empezó a experimentar el Gobierno: sin otras fuentes de las que tomar deuda, lo conveniente –argumentaron– era ir al FMI, que les daría una tasa más baja. Ayer, cuando abrieron la decisión, Elisa Carrió lo dijo sin filtro: “Ir al FMI con 4 por ciento de interés es ahorrar la mitad de los intereses, estar cubiertos hasta el 2019 e impedir el eterno golpismo de los devaluacionistas”, aseguró. Esto último también estuvo presente en el discurso del Gobierno, sobre todo en el que transcurre sin los micrófonos y las cámaras. “Teníamos datos de que los mercados se iban a venir con todo por una devaluación mayor”, fue el argumento de una nueva crisis evitada.
Una vez resuelto el camino a seguir, vino su implementación evitando consultar a aliados y otros referentes del espacio, que podrían haber advertido sobre las implicancias políticas y culturales que tenía una decisión así. Con la lógica de los hechos consumados, a la mayoría no le quedó más que salir a respaldar.
“Apoyamos el rumbo económico seguido por el presidente, la decisión de integrarnos al mundo y de adaptarnos a los cambios de hoy para que el futuro de todos sea mejor”, salió a bancar el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta. Por su parte, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, advirtió que “Argentina fue socia del FMI durante el kirchnerismo”. “Siempre dijimos que la Argentina era vulnerable por el enorme déficit que heredamos. El populismo y la demagogia nos llevaron a fracaso y a la frustración”, culpó al Gobierno anterior.
Cadena privada
Dujovne se comunicó ayer por la mañana con la titular del FMI, Christine Lagarde, con quien compartió cenas de miles de pesos en su casa pagadas con el erario público. Luego de consensuar los términos generales, la llamó Macri para sellar el acuerdo. Por supuesto, ahora Dujovne viajará a Estados Unidos porque falta la letra chica (y es sabido que el demonio está en los detalles).
La decisión se abrió a más funcionarios a media mañana de ayer, pero para que intervinieran en la parte de la comunicación. En la reunión de coordinación, en la que además de Peña, Quintana y Lopetegui, estuvo Frigerio, quien se ocupó luego de dar a conocer la decisión a los gobernadores. “Todos bancaron y comparten la salida”, indicaron funcionarios de su ministerio.
En ese cónclave, se terminó de ajustar la forma de dar a conocer la decisión: definieron que sería Macri el que saldría a dar la noticia, algo que no es habitual. En los últimos días, no obstante, se venía buscando la forma de sacar al mandatario del lugar en el que había quedado, en el que esquivaba el tema del dólar, mientras su imagen seguía sufriendo un daño importante. Evaluaron que comunicar esa decisión –si bien no era una “buena noticia”– lo ponía en un sitio de protagonismo, de estar ocupándose de resolver la corrida. En los últimos días, habían llegado a pensar hasta en usar la cadena nacional.
Peña y su equipo de comunicación trabajaron en los borradores. Para evitar imágenes del pasado, decidieron que Macri no apareciera sentado en un escritorio, sino que hablara desde un atril (y por supuesto que no dijo “qué lindo es dar buenas noticias”). Lo grabó al mediodía y, sin convocar a cadena nacional, lo transmitieron todos los medios en una suerte de cadena privada.
Tras la decisión, ayer seguía habiendo preocupación en la Rosada por el panorama económico. Todas las variables tienen luces amarillas o rojas: el dolar, la inflación, el crecimiento (no sólo por la tasa sino por la sequía que afecta la producción rural) y hasta hay quien se queja de que los supermercados remarcan por cualquier cosa y reclama mayor intervención por parte del ministro de Producción, Francisco “Pancho” Cabrera. Otros, en cambio, piensan que el ajuste tendría que haber sido mayor en los años anteriores para evitar llegar a este escenario.
Hacia afuera, el discurso es que no había alternativa. “Es esto o un ajuste salvaje o una megadevaluacion”, analizaban el Balcarce 50. “El gradualismo y el equilibrio fiscal al 2020 se financia con deuda a tasas bajas. No hay otro camino”, remarcaron en la Rosada. Desde el ala política del Gobierno, no obstante, todavía piensan que la decisión tomada por los CEOs requiere todavía un trabajo más fino. “Creo que hoy con esto logran calmar los mercados, ahora hay que calmar la política”, definían, en las vísperas de la sesión de hoy, donde el oficialismo se apresta a perder la votación por las tarifas.
Una relación tóxica de seis décadas
La Libertadora con Prebisch, Frondizi con Alsogaray, Onganía, el peronismo de los setenta, Videla con Martínez de Hoz, Alfonsín con Sourrouille, Menem con Cavallo, Duhalde y ahora Macri vieron marcadas sus gestiones por la relación con el FMI.
Desde 1956 a la fecha, la relación entre la Argentina y el Fondo pasó por períodos de mayor y menor acercamiento aunque el organismo mantuvo una línea de conducta, con la exigencia de condiciones vinculadas al ajuste fiscal y la desregulación comercial y financiera. La economista Noemí Brenta detalla en su trabajo “Argentina y el FMI: efectos económicos de los programas de ajuste de larga duración” que “entre 1956 y 2006 la Argentina suscribió 21 acuerdos de condicionalidad fuerte con el FMI: 18 de derechos de giro, 2 de facilidades extendidas (1992 y 1998) y 1 de servicio de complementación de reservas, en 2001. También se celebraron otros acuerdos de condicionalidad menor: 7 compensatorios por fluctuaciones de exportaciones en las décadas de 1970 y 1980 y 1 correspondiente al servicio financiero del petróleo, en 1975”. En adelante, los hitos en la relación con el FMI:
1 Argentina ingresó al organismo en 1956 por consejo del economista Raúl Prebisch luego de que la Revolución Libertadora derrocara al presidente Juan Domingo Perón.
PUBLICIDAD
2 El presidente Arturo Frondizi fue el primero en pedirle ayuda al Fondo en diciembre de 1958 para intentar equilibrar la balanza de pagos y sentar las bases de su plan de desarrollo.
3 Para ganarse la confianza del FMI, Frondizi designó a Alvaro Alsogaray en el Ministerio de Economía quien se encargó de recortar el gasto público, poner fin a las restricciones a las importaciones, eliminar los controles de precios, congelar los salarios y liberar el dólar.
4 Como consecuencia de las medidas que pidió el FMI, en 1959 el salario real cayó 23 por ciento y la participación de los trabajadores en el ingresó se redujo del 44,4 al 37,7 por ciento.
5 Los primeros conflictos con el FMI surgieron durante la presidencia de Arturo Illia luego de la crisis económica de 1962-63, pero el golpe militar de Juan Carlos Onganía puso fin a las disidencias internas y disciplinó al país con los intereses de la “comunidad internacional”.
6 La administración peronista que llegó al poder en 1973 cuestionaba la permanencia argentina en el FMI, pero mantuvo relaciones y luego de ese interregno la dictadura de Videla firmó un nuevo acuerdo para recomponer reservas y sostener el plan de estabilización.
7 Con la última dictadura, la receta del FMI volvió a aplicarse: congelamiento de salarios, liberalización de precios, apertura de la economía y desregulación del sistema financiero.
8 El primer ministro de Economía de Alfonsín, Bernardo Grinspun, desafió al FMI negándose a firmar un acuerdo stand by y queriendo imponer sus condiciones en la negociación en el intento de conformar un “Club de deudores” luego de la crisis de la deuda heredada de la economía de la dictadura, pero fue desplazado.
9 En 1985, el nuevo ministro de Economía, Juan Vital Sourrouille, lanzó el Plan Austral, con el apoyo del FMI. Durante toda la presidencia de Alfonsín el Fondo sujetó los desembolsos a condicionalidades tales como la apertura comercial y el ajuste fiscal.
10 En el inicio de la convertibilidad, el Fondo estuvo ligado a la adhesión de la Argentina al Plan Brady, en 1992, que supuso la reestructuración de la deuda soberana y dispuso como condicionalidad la privatización del sistema de seguridad social, la eliminación del impuesto a las transacciones financieras, a las ganancias y de las contribuciones patronales a la seguridad social y la ampliación de la base imponible del impuesto al valor agregado.
11 En los 90, la relación con el Fondo se fortaleció. El 10 de octubre de 1998 Michel Camdessus, director gerente del organismo, afirmó que “el mejor presidente de los últimos 50 años es Carlos Menem”.
12 Ese apoyo incondicional del FMI a la convertibilidad, expresado en créditos millonarios, entre ellos el “Blindaje” de enero de 2001 por un monto total de 40 mil millones de dólares, prolongó la agonía del 1 a 1 hasta enero de 2002 y derivó en la mayor crisis de la historia moderna argentina.
13 A comienzos de 2003, el presidente interino Eduardo Duhalde firmó con el Fondo un acuerdo de reprogramación de deuda.
14 El 15 de diciembre de 2005, el presidente Néstor Kirchner anunció la cancelación total de la deuda con el FMI para poner fin a las condicionalidades del organismo. El pago se efectivizó el 3 de enero de 2006.
15 Apenas asumió, el presidente Mauricio Macri anunció que el país volvería a aceptar las misiones de los “técnicos” previstas en el artículo IV. A fines de 2016, esa evaluación incluyó, entre otras recomendaciones, el cambio a la baja en el índice de movilidad jubilatoria, que el Gobierno aplicó el año pasado.
16 Ayer, Macri anunció que Argentina vuelve a pedir plata prestada al FMI por un monto total que ascendería a los 30 mil millones de dólares.