Una política exterior independiente cuanto mucho debería aceptar los dos convites, y jamás decir que no al BRICS. Sin embargo, en medios locales trascendió lo siguiente: Mauricio Macri deberá enfrentar una nueva disyuntiva en el mes de julio en materia internacional: viajar a la cumbre de la Alianza del Pacífico donde podría profundizar la participación de Argentina en un modelo trazado desde Estados Unidos o marcar su presencia en la cumbre de los BRICS y fortalecer vínculos con aliados comerciales del Sur y que no esconden sus diferencias con Washington. Todo esto tiene lugar en un contexto de alejamiento de Argentina del bloque regional UNASUR.
Por Vicky Castiglia / “El presidente fue invitado nuevamente a participar de la cumbre de la Alianza del Pacífico, de la que ya participó en 2016 cuando Chile fue el anfitrión. En esta ocasión, México es el organizador de la cumbre que se desarrollará el próximo 25 de julio. Pero según confirmaron en el entorno de Macri, para la misma fecha fue invitado al décimo Summit del BRICS, el bloque que integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. La cumbre a la que asistirán el ruso Vladimir Putin y Xi Xinping, dos de los máximos líderes mundiales, se realizará del 25 al 27 de julio en la ciudad sudafricana de Johannesburgo”, informó la Política Online el pasado 20 de abril. Ese mismo medio reportó que existen grandes posibilidades que finalmente Macri se incline por Oceanía.
En caso de una u otra, Johannesburgo la mejor opción. Es innegable la preponderancia que de por sí tiene el encuentro al tratarse de las cinco principales economías emergentes. Además, Brasil y China son los principales socios comerciales de Argentina, por lo que fortalecer ese vínculo no estaría mal.
India recientemente recibió a una comitiva argentina para abordar proyectos de cobre sanjuanino. Según el Diario de Cuyo, a mediados de abril un grupo de profesional de San Juan viajó a ese país asiático para mantener una reunión con la poderosa Federación India de Transmisión de Energía Eléctrica, una de las gigantescas agrupaciones que se posicionan en el mercado mundial como una de las empresas que más cobre demandará en los próximos 30 años.
En el caso de Rusia la situación es más significativa. Macri viene de apoyar la política intervencionista del presidente estadounidense Donald Trump en Siria, aliada de Moscú.
Por otra parte, la agenda del encuentro estará enfocada en cuestiones que no son prioritarias para el gobierno de Cambiemos. Según informó el subdirector general del Departamento de Relaciones Internacionales y Cooperación de Sudáfrica, embajador Anil Sooklal, a ese país le gustaría que los países del Sur “desarrollen un centro de investigación sobre vacunas para evitar ser receptores de productos de países del Norte, enfocarnos en los retos y las oportunidades generados por la cuarta revolución industrial y que se formalice la cooperación sobre género y empoderamiento de mujeres”, según informó Xinhua, la agencia de noticias de China. Macri no ha mostrado interés a través de sus políticas en ninguno de los tópicos.
Además, y a pesar de las intenciones que en el pasado tuvo Argentina de formar parte del bloque, está lejos de ser una economía emergente. Quedó demostrado el año pasado, cuando a pesar de los buenos pronósticos que vaticinaba el gobierno, la calificadora Morgan Stanley decidió mantener al país en la categoría de “mercado financiero fronterizo”, postergando el ascenso a la categoría de “emergente”.
Si Macri finalmente si inclinara por asistir a la cumbre de la Alianza del Pacífico la situación sería distinta. En primer lugar, porque el presidente busca consolidarse como la voz cantante del gobierno de Estados Unidos en la región y, en su posición de país observador de la Alianza cobra más preponderancia que frente a los BRICS, según se lee en la Casa Rosada.
En segundo lugar, aunque en la misma línea, el jefe de Estado podría por ejemplo volver a sentar posición sobre la situación en Venezuela y el gobierno de Nicolás Maduro, como ya lo hizo en la cumbre de las Américas, también en sintonía con Donald Trump. Anunció que desconocerá cualquier elección que surja de la convocatoria hecha por el gobierno de Venezuela “porque no es una elección democrática”.
Y si de posicionamientos en contra de gobiernos y aval a las políticas injerencistas estadounidenses se trata, el gobierno argentino podría aprovechar la ocasión para expresarse en contra de la Nicaragua de Daniel Ortega como ya lo hizo recientemente a través de un comunicado de la Cancillería dado a conocer el pasado 22 de abril.
“Los Gobiernos de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Paraguay y Perú manifiestan su preocupación y lamentan los actos de violencia registrados en Nicaragua en los últimos días, que han causado numerosas víctimas fatales y heridos (…). Al mismo tiempo hacen un urgente llamado a todos los sectores a deponer la confrontación y cesar los actos de fuerza. En especial llaman a las fuerzas de seguridad a ejercer sus facultades con la mayor prudencia para evitar el excesivo uso de la fuerza y un escalamiento de la crisis, permitiendo generar un clima que restituya tanto la paz como el diálogo, imprescindibles para superar esta grave situación”, sostiene el texto.
En este punto, hay que destacar que Colombia, Chile y Perú, también firmantes del comunicado, son parte de la Alianza del Pacífico, por lo que un posicionamiento sobre la situación de ese país no sería de extrañar.
La cuestión tiene que ver con si Macri está dispuesto a sumarse a la iniciativa, que, tal como advirtieron diversos especialistas, tiene a Estados Unidos como cerebro del operativo. En entrevista para teleSUR los analistas internacionales Adolfo Pastrán y Ernesto Wong, indicaron que las recientes protestas en Nicaragua siguen el guion del golpe blando impulsado desde Estados Unidos, como una reedición del guion de derecha que se ha utilizado en Venezuela para provocar un cambio de gobierno.
“Pastrán explicó que los nuevos hechos de violencia forman parte de una serie de acciones desestabilizadoras que se han generado progresivamente desde enero pasado. El periodista comentó que los grupos opuestos al gobierno de Daniel Ortega no han podido llegar al poder por medio de los votos y ahora apuestan a la violencia como vía para llegar a la presidencia. En tanto, ee acuerdo al politólogo Ernesto Wong, los hechos en Nicaragua no son más que una repetición del plan injerencista en Venezuela, pero con variantes”, señala la nota.
“Cabe recordar que en 2014 y 2017 Venezuela registró episodios de violencia y decenas de muertes producto de protestas antigubernamentales con un amplio patrocinio nacional e internacional, así como también el espaldarazo diplomático de Estados Unidos, la OEA, entre otros”, agrega.
De hecho, este miércoles, senadores demócratas y republicanos solicitaron a la Organización de Estados Americanos que investiguen la violencia en Nicaragua. Una estrategia de manual.
Finalmente, una asistencia por parte de Macri a la cumbre de la Alianza del Pacífico podría colaborar en el fortalecimiento de las relaciones regionales desde una perspectiva económica, dicene n el gobierno argentino.
En este sentido, es necesario tener en cuenta dos factores: el abandono de la UNASUR, una alianza entre países que tiene objetivos centrados en la identidad suramericana en tanto lo social y lo cultural y por fuera de lo comercial; y el fortalecimiento al bloque del Mercosur, a través del cual Argentina espera poder cerrar un acuerdo con la Unión Europea.
En síntesis, el gobierno de Cambiemos está en un encrucijada y su reacción no puede abrigar sorpresas ni decisiones que privilegien la independencia de criterios a la hora de trazar una política internacional.