Rusia asegura que el presunto ataque químico llevado a cabo la semana pasada en Duma, en la región de Guta Oriental, al este de Damasco (la capital de Siria), no fue en realidad sino una ‘puesta en escena’ en la que participó al menos un Estado «rusófobo».
El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, ha afirmado este viernes que el presunto ataque químico fue en realidad una “puesta en escena” en la que participaron los servicios especiales de un Estado al que no ha nombrado, pero al que ha calificado de “rusófobo”.
Además ha asegurado que Moscú dispone de pruebas irrefutables de este hecho y que las autoridades de Rusia y Siria no tienen duda alguna de que hay una campaña propagandística en contra de ambos países.
“Disponemos de pruebas irrefutables de que se trató de una nueva puesta en escena, y de que los servicios especiales de un Estado actualmente en primera línea de una campaña rusófoba participaron en ella”, ha dicho Lavrov en una rueda de prensa.
Al mismo tiempo, el canciller ruso ha advertido de las fuertes repercusiones que tendría una intervención militar occidental en Siria y ha recordado que podría provocar “nuevas oleadas de migrantes hacia Europa”, además de crear el riesgo de una confrontación directa entre Rusia y Occidente.
Emprender un ataque militar contra Siria conlleva asumir el riesgo de perder el control y que se desencadene una serie de eventos imposibles de predecir, advierte el secretario del Departamento de Defensa de Estados Unidos (el Pentágono), James Mattis, a la Casa Blanca.
“Incluso excesos insignificantes provocarán nuevas oleadas de migrantes hacia Europa y otra serie de cosas que no necesitamos ni nosotros ni nuestros vecinos europeos, pero que pueden alegrar a los que están protegidos por un océano”, ha afirmado Lavrov, refiriéndose a Estados Unidos.
En los últimos días, Estados Unidos y varios de sus aliados han amenazado con una inminente acción militar contra Siria, en respuesta al ataque con armas químicas supuestamente cometido el pasado sábado en Duma, del que Washington acusa sin prueba alguna al Gobierno sirio. Damasco, por su parte, rechaza tajantemente las acusaciones y señala a los extremistas como autores del incidente.
Ante las especulaciones sobre un ataque de EE.UU., Rusia y Siria han puesto a sus Fuerzas Armadas en máxima alerta y Moscú ha advertido de que destruirá los misiles que Washington use contra el país árabe y las plataformas desde las que se lancen.