No parece. Sí que otros sean son los temas de agenda en la próxima cumbre de las Américas, que se celebrará entre el 13 y 14 de abril en Perú, entre los que se destacan la llamada guerra comercial, la situación en Venezuela, corrupción y el terrorismo. La reunión, que tiene lugar en el marco de la reciente renuncia del ahora ex presidente del país anfitrión, Pedro Pablo Kuczynski, permitirá que vario jefes de Estado se reúnan y hasta mantengan reuniones bilaterales. Si no tratan el caso Lula se estaría frente a un escándalo.
Por Vicky Castiglia / Hasta el momento, Argentina, Bolivia, Canadá, Colombia, Chile, Cuba, Estados Unidos, Guatemala, República Dominicana, El Salvador y Panamá han confirmado su presencia de manera oficial, por lo que, se sabe, algunas tensiones se pondrán sobre la mesa. La atención estará puesta en la presencia del jefe de Estado norteamericano, Donald Trump, quien mantiene rispideces con varios de sus pares de otros países invitados.
Si bien en algún momento las expectativas estuvieron puestas en un supuesto anuncio de un progreso en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte -TLCAN o NAFTA-, es imposible prever el desenlace luego de la decisión de Trump de militarizar la frontera con México y amenazar con hacer volar por los aires al acuerdo.
Es que, frente a una marcha de más de mil centroamericanos que se dirigían hacia el norte, el presidente llamó al Congreso su país a reforzar las leyes de inmigración, a las que calificó de débiles en comparación con las de México y Canadá. Vía Twitter, extendió sus amenazas al gobierno de Peña Nieto al aseverar: “México está haciendo muy poco, si no NADA, para impedir que la gente llegue a México a través de su frontera sur y luego a Estados Unidos. Se ríen de nuestras tontas leyes de inmigración. Deben detener el gran flujo de droga y gente, o les quitaré la gallina de los huevos de oro, NAFTA. ¡NECESITAMOS EL MURO!».
Esta situación derivó en un viaje de urgencia del canciller mexicano, Luis Videgaray, a Wasghington para expresar la preocupación de México de que “una frontera militarizada puede generar situaciones de altísima tensión, especialmente si hubiera enfrentamientos”. Asimismo, según consignó La Política Online México, el Senado solicitó al Gobierno de la República suspender la cooperación bilateral con los Estados Unidos de América en materia de migración y de lucha contra la delincuencia organizada transnacional en tanto el presidente Donald Trump no se conduzca con la civilidad y el respeto que el pueblo de México merece». Por unanimidad, esta solicitud fue dirigida también a la Cancillería mexicana instando a su vez al Congreso de los Estados Unidos de América a que promueva en la Casa Blanca que la relación con México se encauce sobre las «bases de respeto y colaboración mutuo», porque «la forma en que el presidente Donald Trump se ha comportado es para el pueblo mexicano en su conjunto, inaceptable e intolerable».
La actualización del NAFTA, que data de los 90, queda entonces en jaque. Uno de los capítulos más importantes que estaban negociando los representantes de México, Canadá y Estados Unidos es la demanda de este último respecto a que el contenido de los vehículos fabricados en países del TLCAN en América del Norte se incremente a un 85 por ciento desde el actual 62.5 por ciento. Se esperaba un anuncio en la Cumbre de las Américas, pero habrá que esperar.
Pero el comercio no es la única cuestión trascendental que girará alrededor de la cumbre y de Trump. Posiblemente, éste también se encontrará cara a cara con Raúl Castro, su par de Cuba, luego de su decisión de ponerle fin al acuerdo entre esos dos países alcanzado durante la gestión de Barack Obama y de lanzar críticas contra el gobierno castrista.
Ahora bien, es sabido, que la intención del empresario devenido en Jefe de Estado es consagrar su política imperialista. En ese sentido, dos situaciones coyunturales entran en juego en el escenario de la Cumbre: la detención del ex presidente de Brasil, Lula Da Silva y, por otra parte, la supuesta crisis que atraviesa Venezuela y la “des-invitación” al presidente Nicolás Maduro a la Cumbre por parte de Kuczynski.
El caso de Lula no hace más que demostrar una situación que se viene viviendo hace tiempo: la avanzada de a derecha sobre América Latina. En algunos casos, como Argentina, esa avanzada -impulsada por las embajadas y los servicios de inteligencia de Estados Unidos- se consiguió por las urnas. En otros casos, se hizo a través los dispositivos mediáticos y de los poderes judiciales y cabalgando sobre casos de corrupción, a veces probados, la mayoría de los casos no, como lo es el Lula y la clara ofensiva en Brasil para evitar que él sea candidato a la presidencia en octubre próximo
En cuanto a la postura estadounidense frente a Venezuela, ha sido clara desde el inicio: un total desprecio a lo que ellos insisten en denominar “el régimen de Nicolás Maduro” y una constante presión al resto de los países de Latinoamérica para que se declaren en el mismo sentido. Se ha realizado, por supuesto desde una lógica perversa bajo la falsa bandera de la democratización.
Estrategia de manual la del Presidente: en términos chomskianos, presentar a Venezuela como “Estado fallido” es la excusa perfecta para llevar adelante una intervención sin contemplaciones con empresas privadas y capitalistas de identidad norteamericanas incluidas. Allí es donde entra en juego el Grupo de Lima, un espacio multilateral establecido en Perú el año pasado para “buscar una salida a la crisis de Venezuela” e integrado por ese país, Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México y Panamá, entre otros. Por supuesto que Estados Unidos, la OEA y la Unión Europea son sostenes de esta iniciativa. El grupo se mostró en favor de la retirada de la invitación a pesar de que Maduro aseguró que se presentará de todas formas. Sin embargo, todo parece indicar que el Grupo Lima no recomendaría una intervención a estas alturas, como así tampoco la reducción del nivel de representación diplomática en ese país. Habrá que esperar.
Por lo pronto, el presidente de Bolivia, Evo Morales, que sí formará parte de la Cumbre, se expresó en este sentido y manifestó su profundo rechazo a la medida contra el jefe de Estado de Venezuela. “Mi condena, mi repudio a un grupo llamado Grupo de Lima. Qué Grupo de Lima o amigos de Lima, sino son amigos de Trump, que no quieren que Maduro participe en la Cumbre de las Américas. No comparto, es presidente electo democráticamente», sostuvo Morales en un encuentro con corresponsales de prensa internacional. Según el gobernante boliviano, como Maduro «es antiimperialista y anticapitalista, Estados Unidos usa a un grupo de países para vetarlo». En la misma línea se expresaron los países miembros de la Alianza Para los Pueblos de América (ALBA) a través de un comunicado.
Naturalmente, por estas tierras será objeto de atención el rol que juegue el presidente Mauricio Macri, detractor del gobierno venezolano y fiel seguidor de Trump en sus políticas conservadoras. Se espera de hecho que ambos mandatarios mantengan un encuentro bilateral.
Argentina enfrenta una suerte de paradoja diplomática. Por un lado, en materia económica, ha sido beneficiado junto a otros países por la administración norteamericana -al menos temporalmente- con el permiso para exportar acero y aluminio sin pagar arancel, a diferencia de la imposición a la que están sujetas desde ahora varios Estados. Por otro lado, el gobierno de Trump sí puso trabas al biodiesel, principal producto de exportación a ese país. Según consignó La Política Online, Argentina incluso podría presentar una demanda ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) por este último tema.
Asimismo, son conocidas las políticas proteccionistas implementadas por Estados Unidos en materia comercial, que han dado lugar a un conflicto con China. Macri, en cambio viene apostando al libre comercio y los chinos son vistos como potenciales inversores. Si Trump está buscando aliados el Jefe de Estado argentino deberá moverse con cuidado en este sentido.
Es imprevisible cuál será el resultado de la VIII Cumbre de las Américas. Incluso, como opinó el doctor en Ciencias Históricas Ernesto Domínguez a Prensa Latina, podría suceder que EE.UU. “peque, como lo ha hecho en el pasado, de un nivel de desconocimiento de la realidad regional, lo cual pudiera generar contradicciones, incluso con las propias élites latinoamericanas”. Esta vez la cuota de hostilidad la agrega el posicionamiento y las presiones norteamericanas sobre Venezuela, sus intereses comerciales y los modales de su presidente.