Hoy un texto del periodista y de su generación vaya uno a saber cuánto más, si poeta, dibujante de filigranas con veneno o mezcla de buhonero y tahúr entre textos de buena (y mala) espina. Se llama Rober Mur, debe ser pibe como su piba del machete y aquí volvemos a manotearle en un descuido estos versos que se olvidó entre los piolines peligrosos de la llamadas redes sociales, donde el Pejerrey nadará hasta ahogarse, porque los habitantes de las aguas también se ahogan; y los de la maleza de signos ni queremos contarles.
Una piba hace malabares
con tres machetes filosos
en una esquina de la ciudad La Plata.
La gente se detiene, los autos frenan
y no es por el semáforo en rojo.
Todo el mundo mira con atención:
una piba en medio de la calle
revolea tres machetes al vacío,
los usa como arma y juguete
al mismo tiempo.
La negra hace malabares
con tres filos oxidados
y corta el aire al medio;
maneja los machetes
con la seguridad de
un Salvatrucha que se chinga
a un pobre güero desgraciado
al costado de una ruta,
como un guerrillero en la selva jodida
que marcha entre las ramas
y abre caminos donde antes no existían.
La piba hace malabares con tres machetes
tira uno al aire y choca los otros dos
y largan chispazos huecos
imitando un aplauso de fierros calientes,
después deja caer
un machete al suelo de la calle
y hace el mismo ruido amenazante
que quien afila una faca
contra el cemento
e invita a pelear.
Los autos están inmóviles,
la gente está paralizada,
la realidad está en pausa:
una piba lanza machetes al cielo
casi queriendo pinchar al sol
para ver si sale fuego de
esa panza naranja y redonda.
Parece que se le va a escapar
uno de los tres, pero no:
la piba controla firme los machetes,
esos que otras pibas
pintan en paredes
«¡machete al machote!»
para anunciar que esos cuchillos,
algún día, pondrán en su lugar
las pijas -la mía, la de ellos,
la de nosotros- manchadas de semen
y de sangre de todas
las pibas que
dijeron que no, aun
cuando a muchas
les arrancaron un sí.
Una esquina de la ciudad de La Plata,
una tarde de sol y una imagen
que, como algunas imágenes,
parecen una advertencia:
una piba hace malabares con tres machetes
la gente mira, los autos frenan, el mundo se detiene,
y no es por el semáforo en rojo.