O a propósito del libro “La vuelta al fútbol en 50 historias”, como dice la columna que pasamos a publicar. O a propósito de una memoria de la vigencia: la obra de Dante Panzeri. Un texto de uno de los más importantes periodistas deportivos de la actualidad sobre un libro de otro de la misma categoría y prologado por alguien de esa misma estirpe. En “El oficio del periodista deportivo”, Juan José Panno reflexiona sobre el “La vuelta al fútbol en 50 historias” (el libro en cuestión), de Gustavo Veiga, con prólogo de Ezequiel Fernández Moores. Tres “10” de una prensa que siempre tuvo mucho que decir, pese al maldito imperio del negocio TV-Fútbol.
Por Juan José Panno (*) / El título del libro invita: La vuelta al fútbol en 50 historias. Los nombres de los diferentes capítulos que encierran series de textos, como cajas chinas, seducen y empiezan a explicar por donde va la cosa: “Allá lejos”; “Acá cerca”, “Memoria del fuego”, “Recuerdo de la muerte”, “Vidas apasionadas”, “La mano invisible del mercado”. El prólogo escrito por Ezequiel Fernández Moores para esta selección de textos redondea todo: “Los que creen que el deporte no tiene nada que ver con la política o no saben nada de deporte o no saben de política”. Gustavo Veiga, el autor de esta obra que acaba de ser presentada, sabe de qué se trata la combinación y la resuelve con maestría. A la materia prima que surge de sus investigaciones la moldea con una pluma fluida y el resultado es un texto periodísticamente contundente y literariamente impecable.
Gustavo hace mucho dejó de ser “el hijo de Bernardino” para construir su identidad de periodista lúcido, inquieto, investigador, riguroso con los datos a la manera de Dante Panzeri.
En las cincuenta historias de este libro, que fueron publicadas en su mayoría en PáginaI12, pero también en La Voz del Interior y las revistas Un Caño y Rumbos, se está a la vista el teatro del fútbol, pero también se transparenta todo lo que no se suele ver de lo que gira en torno de la pelotita.
La información que se despliega se abre en diferentes direcciones y parece preguntar ¿sabías que en 1939 accedió a la presidencia de la AFA el doctor Adrián Escobar, un ferviente admirador de Hitler y de Francisco Franco a quienes dedicaba encendidos elogios?; ¿sabías que Franco tenía su propio José María Muñoz?; ¿sabías que en un momento de su historia a Racing lo compró un jeque árabe?; ¿sabías que los zapatistas juegan al fútbol con camisetas del Inter que les proporcionó el club a instancias de Javier Zanetti?; ¿sabías que la autodenominada Revolución Libertadora castigó infamemente a los deportistas adherentes o simpatizantes del peronismo?; ¿sabías que un cardenal brasileño que escribió un libro con un periodista deportivo recibió a las Madres de Plaza de Mayo durante la dictadura, mientras los obispos nacionales les cerraban todas las puertas?
Veiga le dedica un capítulo al libro Burguesía y gangsterismo en el deporte de Dante Panzeri y dice que “se trata del manual más detallado de las inmundicias que rodean al fútbol”. Panzeri habla de “los violentos, los corruptos, los obscenos y los obsecuentes”. Consciente o inconscientemente Veiga navega por las mismas aguas y también deja testimonio en las páginas de este libro de las inmundicias de viejos y nuevos tiempos. Sigue su ruta. Antes de este libro publicó una obra esencial Deporte, desaparecidos y dictadura, el primer libro que cruzó el tema de los derechos humanos y el deporte. A ese libro lo siguió Maten al rugbier, de Claudio Gómez. Y a este otro lo siguió Los desaparecidos de Racing, de Julián Scher, y todos ellos fueron los propulsores de la creación de una coordinadora de derechos humanos de clubes afiliados a la AFA. El último 24 de marzo marcharon sosteniendo las banderas de Memoria, Verdad y Justicia. Motivo más que suficiente para que Veiga se pueda sentir orgulloso de la semilla plantada.
En la introducción del libro dice Veiga “el fútbol y su entorno multitudinario y; también el fútbol y lo que se oculta de fueron un tema dominante en mis noches de insomnio y ahora vuelve transformado en esta síntesis. Acaso la última de mi paso por el periodismo deportivo del que tanto aprendí”. Pero, por suerte, no hay que creerle; nunca dejará del todo el periodismo deportivo, porque ahí juegan y se conjugan sus pasiones que imponen la necesidad de la denuncia o la voz de alerta.
Volvamos, para cerrar a la redondez de los conceptos de Ezequiel Fernández Moores vertidos en el prólogo: “Veiga sabe de deporte y sabe también de política. Y por suerte para nosotros, sus lectores, sabe mucho de periodismo. Sus historias lo demuestran. Nosotros las disfrutamos”.
(*) Tomado del diario Página 12.