Se trata de una arremetida en su obsesión contra la legalización del aborto. Lesiona el derecho de la mujer, su vida y su salud, y en especial va contra las más pobres. Los especialistas en el dogma católico lo dirán pero hasta parece que puso patas para arriba nada menos que ese desaguisado hijo de malas traducciones que se llama Santísima Trinidad (un padre, un hijo y hasta un fluido mágico, el del Espíritu Santo, en un sólo individuo), pues el titular de la Conferencia Episcopal Argentina, Oscar Ojea, le atribuyó a Cristo ( y no al “dios padre”, como dice el mito católico) la autoría de la existencia de una persona al sostener que “él la ha cuidado, la ha provocado” y quiere que “todos puedan llegar a participar del banquete de la vida”. Lo hizo al enviar su mensaje por Pascuas donde se refirió al proyecto de ley de interrupción del embarazo y apeló al sonsonete de siempre: “no tenemos ningún derecho a eliminar ninguna vida”.
“El habitual mensaje de Pascua del Episcopado fue esta vez un refuerzo de la influencia que pretende ejercer la Iglesia Católica en el debate legislativo por la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo. ‘No tenemos ningún derecho a eliminar ninguna vida’, puntualizó el titular de ese organismo, Oscar Ojea, a través de un mensaje en el que abogó para que ‘todos los argentinos que están llamados a la vida puedan encontrar su lugar’”, dice una crónica del diario Página 12.
El mensaje del presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) fue difundido el sábado a través de un video que circuló por las redes sociales. Los dos minutos de su alocución apuntaron únicamente a la cuestión de la vida como sinónimo de la Pascua y, aunque no lo mencionó fue en clara dirección al proyecto que se debatirá en la Cámara de Diputados desde el próximo 10 de abril.
En su sermón contra esa iniciativa que defiende el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo y a evitar la creciente cantidad de muertes por abortos clandestinos ante la falta de una política pública sanitaria sobre el tema, Ojea le atribuyó a Cristo la autoría de la existencia de una persona al sostener que “él la ha cuidado, la ha provocado” y quiere que “todos puedan llegar a participar del banquete de la vida”. Luego lanzó: “Nosotros no tenemos ningún derecho a eliminar ninguna vida que él llama a este convite”.
“Él nos dice continuamente en el Evangelio ‘yo soy la vida’. Y él como es la vida con mayúscula, llama a la existencia a muchísimos seres”, agregó el también obispo de San Isidro en su continua alusión a la creencia cristiana de que el origen de la vida es el momento de la concepción, inclusive a contramano de lo que demuestra la ciencia.
“El alegato de Ojea contra la despenalización del aborto fue también un refuerzo del mensaje que en los últimos días dio el cardenal primado de la Argentina, Mario Poli, quien fue un poco más explícito en su idea: ‘La Pascua es la victoria de la vida de Dios sobre todos los proyectos de muerte’. Haciéndose eco de esa idea, el titular de la CEA dijo en el mismo sentido que el catolicismo celebrará en estas Pascuas ‘el triunfo de la vida sobre la muerte’ que en su criterio es ‘el triunfo del amor sobre el pecado y la muerte’”, añade la nota de Página 12; y lástima que los capos eclesiales no piensan en serio en la vida ni en la salud ni en los derechos de las mujeres, en especial de las pobres.
Por último, señaló que “en esta fiesta de la vida decimos ‘felices pascuas’ y pedimos al Señor que todos los argentinos que están llamados a la vida puedan encontrar su lugar y podamos crear un mundo más cristiano y más humano para poder acogerlos con dignidad”.
Pero la Iglesia y su reaccionarismo atávico cruje por alguno de sus flancos. “Pañuelos verdes en un colegio católico”, dice otro texto del mismo matutino, y cuenta: “La campaña de la Iglesia Católica contra la despenalización del aborto llegó a sus colegios, aunque no en todos lados con el resultado deseado, como se vio en una institución de Ranelagh. Allí, las autoridades sugirieron a los alumnos que se sumaran a la campaña antiabortista. La respuesta fue la concurrencia de un curso con pañuelos verdes, el símbolo del derecho a elegir de las mujeres».