La aceleración de la inflación impacta de lleno en los sectores más pobres vulnerables. La baja en el índice de probreza en que insiste el gobierno queda desmentida por la disparada en los precios de la comida, y porque cada dúa son mas lo trabajadores en negro, fuiera de toda protección social. Además: el empleo no registrado alcanzó al 34,6 por ciento de la fuerza laboral ocupada en el cuarto trimestre de 2017. Un año atrás, llegaba al 34. La tendencia señala que la precariedad tiende a asentarse en estos niveles.
Un hogar compuesto por un matrimonio y dos hijos necesita 17.537 pesos para no ser pobre y 6987 pesos para no ser indigente, según el INDEC. La canasta básica de alimentos subió 2,9 por ciento en febrero y la canasta básica total anotó un alza del 3,3 por ciento. Estas canastas se usan para evaluar la cantidad de individuos que están en condición de indigencia y pobreza, respectivamente. En ambos casos, la suba del primer bimestre trepó al 5,2 por ciento, contra un alza del IPC en el mismo período del 4,2 por ciento.
“El gobierno anuncia una baja en la cantidad de pobres en el segundo semestre de 2017. Se trata de una noticia que quedó vieja frente al rebote inflacionario en estos últimos tres meses, el cual no fue acompañado por una mejora equivalente en los ingresos de la población. Algunos indicadores ya hablan de una suba de 5 puntos en el porcentaje de pobreza para 2018”, comenta este miércoles Página 12.
Por su parte, y según el mismo diario, el director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, Agustín Salvia, se mostró muy crítico esta semana con el recorrido de la pobreza en los últimos meses. Mencionó que este año la pobreza aumentará y habrá una mayor brecha de desigualdad entre los individuos con más y menos ingresos de la población. “Habrá mayor dinamismo en el sector más exportador, en los sectores más concentrados, y rezago en los sectores de consumo interno. Esto amplia la brecha de desigualdad. Ocurrió en 2016 y en 2017, y seguramente va a ocurrir en 2018”, mencionó. Planteó que no hay cambios cualitativos que permitan esperar un escenario diferente. “Las inversiones están rezagadas. El mercado interno está rezagado. Por lo tanto nada vislumbra que vaya a haber un cambio de tendencia este año para mejorar las condiciones sociales”, advirtió. La UCA mencionó que las mejoras en la pobreza del segundo semestre de 2017 fueron pasajeras y este año la aceleración inflacionaria borró los datos positivos en materia de indicadores sociales. “Hubo mejoras en 2017 con respecto a la fuerte crisis social que se experimentó en 2016, tras la relativa normalización de las variables económicas a fines de 2015”, indicó Salvia. Precisó que “en los números finos creció la indigencia y la pobreza en 2016, mientras que en 2017, con moderación de la inflación y un cierto crecimiento de algunos sectores del empleo, se logró volver a una situación parecida a la de 2015”. Pero aclaró que fue transitorio. “Con paritarias al 15 por ciento y la inflación al 20, la pobreza subirá 5 puntos este año”, afirmó.
Uno de los elementos que más impacta en la calidad de vida de los grupos vulnerables es la suba de los precios de los alimentos. Este es uno de los rubros que más se encareció en los últimos meses y le resta ingresos disponibles a las familias de bajos recursos. El Indec informó que en febrero el rubro alimentos marcó un aumento de 2,2 por ciento. En detalle se precisó que el pan subió 3,2 por ciento, la harina (3,9 por ciento), la paleta (5,3), el pollo (8,5) y los huevos (8,2). Otras subas importantes impulsadas por la estacionalidad se registraron en lechuga (14,7 por ciento), naranja (42) y banana (6,8). Estas subas en 2018 resultan muy difíciles de justificar para un Gobierno que a finales de 2015 aseguraba que bajar la inflación era lo más sencillo en política económica y que su prioridad era conseguir un país con pobreza cero.
En tanto, el colega Tomás Lukin informa en el mimso Página 12: “la informalidad laboral ascendió al 34,4 por ciento en el cuarto trimestre de 2017. Las cifras oficiales representan un alza de 0,6 punto porcentual frente al mismo período del año anterior. La creciente trayectoria de la precariedad que marcó el segundo registro más elevado durante la gestión de Cambiemos se mantiene dentro de los parámetros registrados a lo largo de los últimos cinco años. A lo largo de ese período el indicador osciló entre 31,9 y 34,6. La información publicada ayer por el Indec corrobora que la creación de empleo estuvo concentrada a lo largo de los últimos dos años por inserciones laborales con grados mínimos de protección como los monotributistas y, fundamentalmente, la informalidad.
“’La suba de la tasa de empleo no registrado entre los cuartos trimestres de 2016 y 2017 demuestra que la mejora en el nivel de empleo observada con respecto a la situación crítica verificada hace dos años, responde, fundamentalmente, al crecimiento de modalidades ocupacionales precarias: empleo no registrado y trabajo por cuenta propia’, explicó el economista Diego Schlesser. A partir de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares, el director de estudios del Cetyd estimó que de cada 100 personas que accedieron a un empleo durante el último año apenas 27 consiguieron un puesto asalariado registrado mientras que los restantes 73 individuos se incorporaron al empleo no registrado (32) y al trabajo independiente, en mayor medida cuentapropista (41)”, consigna la nota; y añade: “Consultado por este diario Schlesser enfatizó que ‘no sólo crece la informalidad laboral entre la población ocupada sino que también el trabajo formal se vuelve más precario’. Los registros administrativos de la seguridad social muestran que la expansión del trabajo registrado durante los últimos dos años se explicó casi en su totalidad (95 por ciento) “por el crecimiento del empleo público y por los ocupados encuadrados en el monotributo (incluyendo el régimen general y el de carácter social), lo cual representa el avance de modalidades que determinan condiciones laborales menos ventajosas para el trabajador que el empleo asalariado en el sector privado”, consideró el economista”.