Más allá de la realidad virtual lo importante es la realidad de lo virtual (Deleuze-Zizek). El único que puede impedir que Duque gane en forma absoluta la presidencia en primera vuelta es el mismo Petro, intentando jalonar alrededor suyo a todas las fuerzas de la paz y de la radical lucha contra la corrupción, no con base en acuerdos burocráticos sino desarrollando una agresiva campaña para movilizar a todos los indignados y a los abstencionistas.
Por Fernando Dorado (*) / Sinceramente confiaba que Fajardo con el empuje de Claudia (verdes) y la experiencia de Robledo (Polo) iba a ser capaz de consolidar una alternativa democrática electoral para el momento actual. De acuerdo a las condiciones concretas de nuestro país, pensaba (y lo creo) que esa era una opción posible y viable para derrotar (parcialmente) a las camarillas corruptas y guerreristas que dominan nuestro país.
Esas condiciones son (entre otras):
a) Estamos saliendo de una guerra de más de 60 años.
b) El proceso de paz terminó desprestigiado ante las mayorías nacionales.
c) Ese desprestigio corre por cuenta de la demagogia de Santos y el triunfalismo de las Farc.
d) A ojos de las mayorías, los sectores democráticos (incluida la izquierda) terminamos comprometidos con esa desprestigiada política.
e) No fuimos capaces de diseñar una estrategia de apoyo al proceso de paz que mostrara total independencia frente a Santos y a las Farc. No era fácil pero si era posible.
f) El uribismo a la cabeza de los enemigos de la paz logró posicionarse como la oposición a Santos y lo que él representa.
En esas circunstancias era viable la propuesta de posicionar la lucha contra la corrupción político-administrativa para debilitar y derrotar la falsa polarización entre Uribe y Santos, que se planteaba alrededor de la supuesta contradicción entre impunidad y justicia.
La práctica demostró que Fajardo y la Coalición Colombia nunca entendieron lo que era enfrentar la «falsa polarización». Se confundió lo que era la política de reconciliación entre los colombianos con la consigna del «ni-ni» que significaba para Fajardo no enfrentar de verdad ni a corruptos ni a guerreristas. La decencia se confundió con debilidad y terminó convertida en «tibieza».
Pero también se cometieron errores de estrategia que impidieron que la política de la CoCo se discutiera con las bases y dirigentes regionales de los verdes, polistas y otros sectores amigos. Los acuerdos y decisiones se centralizaron en los candidatos y en los principales dirigentes. No se realizó la consulta interpartidista entre Fajardo, Claudia y Robledo, dejándole el espacio despejado a las otras fuerzas en contienda.
Pero lo más grave, que saca a relucir esas deficiencias conceptuales y prácticas acumuladas, consiste en que Fajardo nunca planteó con suficiente fuerza las propuestas y soluciones acordadas en el programa frente a problemas sentidos por la población como corrupción, empleo, salud, seguridad, educación, medio ambiente, etc. Se le dio prioridad a las «formas» de acción política sin avanzar en los «contenidos» programáticos. No se logró posicionar una sola idea-fuerza que identificara a su campaña.
De esa manera, quien desde antes de las elecciones del 11 de marzo empezó a quitarle electores a Fajardo fue Duque. Uribe y sus estrategas se dieron cuenta que la Consulta Interpartidista se iba a convertir en una especie de primera vuelta adelantada (así la planteó Petro) y –hábilmente– convirtieron al candidato de la Colombia Humana en la nueva «amenaza castrochavista» que antes identificaban con las Farc.
Paralelamente, convirtieron a Duque en un Fajardo II. Pasaron de atacar el proceso de paz a plantear su consigna de “ni trizas ni risas”, asumiendo en la práctica la continuidad del proceso de fin negociado del conflicto, y frente a la crítica petrista a Fajardo por contar con el apoyo de los empresarios paisas, se concentraron en la defensa de los emprendedores (que aspiran a ser empresarios), siempre colocando a Venezuela como el referente negativo para identificarlo con Petro.
Además, lo que agravó todo fue que la dirigencia de la CoCo se confundió y perdió el norte. En vez de sopesar los resultados identificando sus propios errores, terminaron cayendo en la trampa de Uribe. Arremetieron en ataques contra Petro agudizando la contradicción al interior de sus partidos y se ubicaron en el campo de la derecha.
Esa situación los ha llevado a cometer aún más errores. Aceptar «tomarse el tinto» con De la Calle pero sin Petro, envía un mensaje todavía más negativo, tanto de sectarismo hirsuto como de desubicación total.
A dos meses de la primera vuelta de las elecciones presidenciales el escenario ha quedado planteado en términos de una segunda vuelta adelantada entre Duque y Petro. Buena parte de los caciques de todos los partidos tradicionales –en su oportunismo rastrero– se van a plegar ante Uribe-Duque, incluso abandonando a Vargas Lleras (quien nunca pudo mostrarse «anti-santista» y está pagando su oportunismo).
El único que puede impedir que Duque gane en forma absoluta la presidencia en primera vuelta es el mismo Petro, intentando jalonar alrededor suyo a todas las fuerzas de la paz y de la radical lucha contra la corrupción, no con base en acuerdos burocráticos sino desarrollando una agresiva campaña para movilizar a todos los indignados y a los abstencionistas.
De lograrse ese objetivo, ello sería una derrota parcial para Uribe-Duque. No sabemos si ello alcance para lograr la presidencia en la segunda vuelta para los sectores democráticos pero, al menos, toda esta etapa puede servir para posicionar entre el pueblo y la ciudadanía una serie de propuestas y de revitalizar a las fuerzas democráticas para que se conviertan en una barrera que impida que Uribe-Duque nos regrese a las épocas más oscuras de la nefasta «seguridad democrática».
Por lo menos hacia el futuro se empieza a desbrozar el camino. Los corruptos y guerreristas van a quedar nuevamente del lado del uribismo y los sectores democráticos pueden ser liderados por fuerzas de izquierda, que tendrán que re-inventarse hacia el futuro para poderse unir y acertar (sin desechar los intentos y experiencias de la CoCo).
Queda pendiente la tarea de las nuevas generaciones de construir –en verdad– una alternativa política que evalúe toda la etapa histórica que hemos vivido desde los años 50s y se proponga la organización de un nuevo proyecto político, no solo para Colombia sino para América Latina y el mundo.
Nota 1: En las elecciones legislativas del 11 de marzo de 2018 mermó la abstención. En comparación con 2014, el abstencionismo es menor, puesto que este año la cantidad de votantes fue del 47,8 %, ese año fue de 43,58 %. Nota 2: En el departamento del Cauca en todos los municipios Petro le ganó a Duque en la consulta interpartidista, así fueran diferentes consultas, y en esos municipios está en desarrollo una rebelión de los liberales de base contra los jefes liberales que están con Vargas Lleras.
(*) Tomado de la agencia Alainet.