“El duende mágico. El peronismo y la poesía. El que se había perdido en los ojos de una gitana. Vendió libros para no pasar hambre y escribió libros para contar la historia con belleza. ¡Alfredo Carlino, gracias por todo! Así despidió por Twitter la abogada también peronista Graciana Peñafort al poeta, periodista, ex boxeador, siempre militante y activista del 17 de octubre de ’45.
“Falleció Carlino el gran poeta del peronismo y del tango. Lo velan en la Legislatura de Buenos Aires desde mañana a las 10 horas. En el Comando Celestial Peron, Evita, el Che, Jauretche y Marechal lo recibieron esta tarde. ¡Viva Carlino! ¡Viva la Poesia! ¡Viva la Patria!”, convocaba este domingo sus más entrañables compañeros.
“Compañeros, falleció el más grande amigo que me dio la vida, mi segundo padre y el padre de todos nosotros, los militantes de la política y del campo nacional y popular. Por siempre, Alfredo Carlino”, comunicaba uno de ellos, el ex vicegobernador de la provincia de Buenos Aires y actual miembro del Paralasur, Gabriel Mariotto.
La poesía no se equivoca: el poeta peronista había nacido un 17 de Octubre, el 17 de octubre de 1932. Comenzó a trabajar como periodista a los 17 años. En 1952 ingresó como redactor de la Presidencia de la Nación hasta 1955. En 1973 fue coordinador de Prensa y Difusión. Trabajo y colaboró con un sinnúmero de revistas y diarios.
Fue activista de aquél 17 de octubre de 1945. Alfredo Carlino integró las listas negras de todas las dictaduras, desde 1955 en adelante. Tras el golpe de “la fusiladora” participó en forma activa en la Resistencia Peronista y sobrevivió a los criminales bombardeos sobre la Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955.
“Me echaron del trabajo por peronista y fui a Montevideo con Jauretche, que era muy amigo de mi padre y fue como un padrino de la militancia para mí. Durante esos ocho meses de día vendía libros y de noche nos juntábamos a charlar de política en los bares. Yo nunca pagaba, porque eso corría por cuenta de los mayores”, contaba Carlino sobre el exilio del ’55.
“Perón le tenía tanto cariño a Carlino que encargó que le hicieran un retrato desde su exilio en Madrid. En 1973, con Perón de vuelta en Argentina, fue nombrado coordinador de Prensa y Difusión. Apenas los militares tomaron el poder, en marzo de 1976, a Carlino lo echaron y lo empezaron a perseguir. Lo fueron a buscar veinte veces a su casa, lo dejaron prácticamente en la calle y volvió a su viejo oficio de vendedor de libros; estudio filosofía, fue boxeador y participó en el teatro independiente y de títeres. Formó parte del Nuevo Teatro, con Alejandra Boero”, cuentan algunas de sus biografías, circulantes en las Redes.