Por eso más que certero es el comentario formulado desde Facebook por la académica en Comunicación de UBA, fundadora de Barricada TV y legendaria militante por la comunicación popular, Natalia Vinelli: “Hace días circula insistentemente en espacios de izquierda y progresistas la idea de la ‘distracción de agenda’ operada por el gobierno a propósito del debate sobre la ley de despenalización del aborto. Me parece una visión equivocada. El debate llega al Congreso a fuerza de años de masivas movilizaciones e intervenciones del movimiento de mujeres que lograron instalar el tema, coronando como lo más adelantado del impulso del Ni Una Menos”. Tiene razón: los argumentos de que el tema surge porque Cambiemos pretende manipularlo – lo que seguramente pretende hacer Macri, ¡chocolate por la noticia! por lo avieso que puede ser todo lo que venga de ese lado – sólo sirven para desacreditar un punto de la agenda pública, histórico y tan vital como los es cualquier lucha por la justicia social, la democracia en serio y el derecho de millones de mujeres.
Y apunta con inteligencia Vinelli: “Pretender que el debate se da por la inteligencia maquiavélica del gobierno para ¿dividir? a las bases y dejar de discutir temas de agenda como la reforma previsional o laboral y no por la militancia y presión constantes en torno a esta reivindicación fundamental, equivale a pensar la acción de las personas/sujetos como pasiva frente a las estrategias (siempre omnipotentes) de quienes están en el poder. Sin menospreciar que el macrismo ve la oportunidad y hace política, entiendo que la clave está en sostener la movilización, la vitalidad y la radicalidad que arrancaron este principio de conquista, para garantizarla y convertirla en ley, porque en la calle es donde tenemos la fuerza para hacerla efectiva. Peleamos para avanzar, para ganar, no solamente para denunciar y dar testimonio. Tampoco me parece que se trate de un tema secundario ni de una reivindicación cultural. Es, más bien, un grave problema de salud pública sobre la base de una fuerte desigualdad, que se cobra la vida de muchas mujeres cada año, que son las que tienen menos recursos para pagarse abortos clandestinos pero un poco más seguros en clínicas que funcionan a la luz del día, arregladas con la cana y los funcionarios que se hacen los que no las ven. Todas abortamos, pero los riesgos son mayores si proyectamos variables de clase. Lo sufren más las mujeres trabajadoras, las mujeres pobres, las que no pueden pagar un aborto en condiciones mínimas de seguridad. Por eso todas debemos tener derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Pelear por este derecho tan postergado no alternativiza otras peleas contra el ajuste o contra el techo a las paritarias, ni le «lava la cara» al gobierno para habilitarle más tropelías. Cansan bastante esas posiciones, a decir verdad, como los palcos tan llenos de machos. El 8M nosotras paramos”.