Roberto Álvarez Mur, de Berazategui, conurbano bonaerense, y periodista poeta, corta sobre el ojo del perro andaluz, pero sobre las jetas de la hipocresía, del garcaje más turrito, al decir casi del demiurgo textual de los erdosaines y rufianes melancólicos y los siete colifas. En esta segunda entrega de “En las Redes (como pejerrey que se defiende)” –y en un mismo día, no se pueden quejar, y valga otra “y”, ya contaremos el por qué del pejerrey – ciertas aproximaciones en torno al aborto, legal, seguro y gratuito; para que la mujer sea cada vez más libre. Sí, libre, ¿la cachaís garquetas ellos y ellas? Y el periodista poeta escribió en Facebook.
“Con el aborto siendo ilegal, no sólo chicas pobres mueren a diario en abortos clandestinos para que la clase media pueda pagarlos en secreto y que nadie en el barrio se entere de que “la nena es media putita, quedó preñada y se cagó la vida”. Con el aborto ilegal, además, las chicas crecen y son educadas bajo una cultura que naturaliza el rol materno de la mujer. Y, por el contrario, criminaliza la decisión de oponerse a ese rol. Se les quita el derecho a elegir si desean ser madres o no, ya que esa decisión pone en riesgo un enorme y práctico negocio: si las mujeres un día deciden no parir más, ¿De dónde coño sacaremos mano de obra barata y abundante para nuestra patria?¿De qué vientres saldrán los miles de negritos para rellenar cárceles?¿De dónde va a reclutar pibes la policía?¿Quién proveerá las nenas para la trata?¿Quién mantendrá vivo al gran lumpenaje argentino salud? Por eso hay que perseguir al aborto. Para vivir en un mundo donde ser madre sea un criterio de mercado, una inversión industrial. Un deber ciudadano, tan noble y obligatorio como odiar a la política. Donde el útero se convierta en una fábrica -como siempre- en manos del patrón. Donde ejercer soberanía sobre el cuerpo y la vida propia no sea una libertad y un derecho, sino un privilegio para pocos. Cuando no un crimen”.