Crimen mediatizado, criminología mediática o la “inseguridad” como patrón de control social por parte del Estado, de un Estado de y para amplios contingentes sociales que reclaman “mano dura” y violencia policial, incluso al margen de las leyes, son los conceptos que remiten a un método con variada gama de usos e instrumentos. Entre ellos y determinante, el proceso por el cual la víctima se convierte en héroe: no cualquier víctima sino aquella “ideal”, aquella con la que pueda sentirse identificado un amplio sector de la población – el más amplio posible -, para convertirla en voz pública y propagandística de las políticas más represivas. Los medios de comunicación se constituyen como clave “mágica” de ese dispositivo porque incitan a la víctima / héroe a reclamar represión, porque “nadie se atreve a contradecir en voz alta a un ser doliente y digno de compasión, necesitado de solidaridad, asistencia y consuelo; porque cualquier respuesta pública es proyectada y percibida como marcadamente insensible al dolor ajeno”. Es el jurista y ex miembro de la Corte Suprema Eugenio Raúl Zaffaroni quien desde su campo específico sistematizó el concepto “criminología mediática”; y es el autor de este texto el impulsor de la idea Intencionalidad Editorial como modelo teórico metodológico para la producción y el análisis de narrativas mediáticas – Sigilo y nocturnidad en las practicas periodísticas hegemónicas…”; Ego Ducrot, Víctor (compilador) y otros; CCC; Buenos Aires; 2009 -, matrices ambas a partir de los cuales el año pasado, en el marco de la Maestría en Comunicación y Criminología Mediática y como trabajo final colectivo de su cátedra Narraciones sobre Violencia y Delito, se estudió como caso piloto del proceso víctima / héroe el de la actual diputada bonaerense por Cambienos, Carolina Píparo, y cuyo informe comienza con las siguientes consideraciones : “Observamos que el pasaje de Carolina Píparo de víctima de un hecho de violencia delictiva a heroína, que como tal se proyectó sobre al escenario político nacional y provincial, implicó en primer lugar la CLAUSURA u OBTURACIÓN de casi cualquier debate posible, toda vez que su real condición de víctima – lo que está fuera de duda – fue convertida en cuasi palabra de deidad por el instrumental mediático desde categorías propagandísticas como “desfiguración – orquestación, transfusión y unanimidad y contagio”. Constatamos asimismo que esa CLUSURA u OBTURACIÓN devino en un proceso de TRASPOLACIÓN del propio sujeto (Carolina Píparo) hacia los entornos semánticos explícitos en el campo de disputa del poder político en los ámbitos estatales e institucionales, desde los cuales aquello que aquí en forma provisional denominaremos “paradigma Píparo” se eleva con carácter de ejemplo y muestra efectiva del núcleo central o duro del programa de Seguridad puesto en marcha por el gobierno de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires: más policía, más punibilidad y más población carcelaria, – sin abordar por supuesto con la misma ‘pasión’ tópicos claves pata la confrontación pública con el delito, como le es la trama de complicidades existentes entre elementos de los cuerpos de seguridad, del aparato mediático dominante y de los poderes políticos, legislativos, judiciales y fiscales -, tal cual se desprende de los dichos del ministro de Justica bonaerense, Gustavo Ferrari en el marco del IV Consejo Provincial de Seguridad Pública, realizado a fines de noviembre en Cariló; oportunidad en la cual ese funcionario celebró la existencia de unas 42.000 personas privadas de su libertad en instalaciones bajo la guarda del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), como un rotundo éxito de la gestión Cambiemos”. El informe citado puede consultarse en https://www.agepeba.org/2017/12/15/carolina-piparo-de-victima-a-heroina-y-el-mas-comun-de-los-sentidos-de-la-derecha-sobre-delito-y-seguridad-carcel-y-represion/ . Pero antes de pasar al clímax u orgasmo metafórico del trío Chocobar, Macri y Bullrich – más de Tanatos que de Eros – quizá resulte útil recordar algunos tópicos acerca del modelo Intencionalidad Editorial: “afirmamos que el periodismo integra la noción genérica de propaganda. Es decir, se trata de una forma especial de propaganda – como lo son por lado la publicidad y la propaganda política – y cuya particularidad se define por una relación dialéctica establecida entre Objetividad y Parcialidad. Todo contenido periodístico debe ser Objetivo e sentido de remisión a fuentes pero es necesariamente Parcial por que SIEMPRE toma partido respecto de los hechos que narra, lo reconozca o lo oculta como lo hace la prensa hegemónica que apela al mito de “objetividad” como sinónimos de verdad universal”.
Por Víctor Ego Ducrot (*) / El policía municipal de Avellaneda Luis Chocobar, que sin estar en funciones oficiales, asesinó a balazos por la espalda a un joven que acaba de participar en un robo extremadamente violento con arma blanca en La Boca, Ciudad de Buenos Aires. La ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, como lo hizo con sus gendarmes cuando los episodios de represión que culminaron con la muerte de Santiago Maldonado, salió en encendida defensa del uniformado. Y el presidente Mauricio Macri calificó de héroe al sospechado de gatillo fácil, y detrás de él casi todo el elenco de marquesinas de Cambiemos, el mismo deja a Miguel Osvaldo Etchecolatz al aire libre y por las calles de La Plata, salió a bancar la parada como quien dice.
Así fue que el “ménage à trois” Chocobar, Macri y Bullrich alcanzó su clímax u orgasmo metafórico y mediático – más de Tanatos que de Eros –: para lograr la varita mágica por la cual la TV y el aparato comunicacional en general hacen que buena parte de la sociedad pida cada vez más “mano dura”, la mutación víctima / héroe, ya puede prescindir del primer factor de la ecuación (la víctima) y sustituirla clara y sencillamente por el victimario, es decir por el asesino, que esta vez no será delincuente, ni pibe chorro, ni drogadicto, ni pobre ni marginal, sino simple y gloriosamente HEROE; y además hace que los medios de comunicación sean en parte desplazados por el propio Estado formal: esta vez fue el Presidente de la República quien determino, consagró y bendijo al HEROE – poco menos que idea absoluta de policía ejemplar -, y relevó a los comunicadores de las complejas responsabilidades y labores que ocupan a los demiurgos para concederles tan sólo el papel de pastores o predicadores. Los argentinos fueron testigo de un acto de sinceramiento bestial, al que recurre la derecha, las fuerzas del orden maldito, cada vez que se siente impune, aunque también amerita ser leída la escena como cada vez que aquella comienzan a tomar nota de que se resquebrajan los consensos sociales que con el propio dispositivo de medios en su poder había logrado acumular, quedando así en manos de la suerte o verdad de la mera fuerza o violencia; y aunque por ahora no se visualice ese punto como inmediato, interesante resulta lo que informa el diario Página 12 este mismo domingo: “La imagen del presidente Mauricio Macri se sigue deteriorando y ya cayó nada menos que 12 puntos en los últimos tres meses. (Ese diario) adelantó en diciembre la brutal caída, pero durante enero las opiniones positivas se siguieron erosionando y bajaron otros tres puntos. Sólo cuatro de cada diez argentinos opinan bien o muy bien del presidente. Aunque el escándalo de Jorge Triaca tiene su influencia, la clave está en la economía: siete de cada diez personas dicen que la economía está mal; casi la misma proporción afirma que la situación en su casa está mal o muy mal y enormes mayorías son muy críticas de lo que ha hecho el gobierno respecto de las tarifas, la inflación, la pobreza y los jubilados. Como era de esperar, también es generalizada la preocupación por el dólar y se considera que el aumento de la divisa norteamericana indefectiblemente se trasladará a los precios”.
Una vez lanzado el nuevo HEROE al mundo político de los mortales, el aparato celestial, es decir el mediático, comienza entonces a desplegar su rol recientemente recortado o especificado.
A las 11:28 del viernes 2 el sitio digital del diario Clarín afirmaba: “Los chats del cómplice del ladrón ASESINADO por el policía tras el robo al turista en La Boca. Tiene 17 años y la mañana del ataque había ido a buscar a Juan Pablo Kukoc (18 años) – el asesinado – para ‘festejar su libertad’. Se habían conocido en un centro correccional de menores. Había estado en un instituto correccional, allí había conocido al que esa mañana iba a ser su cómplice en el asalto. ‘Le robamos y bueno, nos empezó a correr. Saltaron justicieros, nos separamos y bueno… Después pasé por la casa y estaba ahí con todo la gorra’ (policía)”, dijo el adolescente después del hecho a uno de sus contactos. «… Y vi que corrió Pablo, a mí me estaban persiguiendo (…) No sé, a mí me perseguían, después que me dejaron de seguir, pasé por su casa y estaba la Policía». Nótese, y por eso lo destacamos con mayúsculas que el diario Clarín el viernes cerca del medio día ya utilizó la palabra ASESINADO, quizás porque conocía el video incriminatorio que estaba en poder del juez de menores Enrique Velázquez y en el curso de esa jornada difundieran otros medios y se viera por los canales de noticias de la TV. Nótese también que la publicación de los mensajes del segundo delincuente no ocultan una clara intención editorial: resaltar el carácter de delincuentes jóvenes y con antecedente de los dos involucrados en el asalto violento a un turista en La Boca, de forma tal que esa información vaya aportando lo suyo a la trama justificadora de la conducta de Chocobar, el nuevo HEROE de Cambiemos.
Y a las 16:29 del mismo día Clarín continúa: “El juez que procesó al policía Chocobar citó dos veces a Zaffaroni en sus argumentos. Enrique Velázquez hizo referencia al ‘Manual de Derecho Penal’ escrito por el ex juez de la Corte junto a otros dos autores. El juez (…) autor del fallo eligió no hablar con los medios. Sin embargo, lo hizo a través de la resolución. En ocho páginas, desarrolló sus argumentos para procesar por «homicidio agravado por exceso de legítima defensa» y embargar por 400 mil pesos a Chocobar. Tras repasar los hechos de ese 8 de diciembre, cuando Chocobar persiguió y baleó a uno de los dos ladrones que le habían dado 10 puñaladas a Joe Wolek (54) para robarle su cámara, el juez Velázquez pasó a los fundamentos de su decisión. En ese tramo de la resolución, el magistrado citó a distintos autores y jurisprudencia para sostener sus conclusiones. Uno de ellos es el ‘Manual de Derecho Penal’ que escribieron el ex juez de la Corte Suprema Eugenio Raúl Zaffaroni, el fiscal general Alejandro Alagia y el camarista Alejandro Slokar. ‘Cuando la ley habla de necesidad racional del medio empleado, no se está refiriendo al instrumento, sino a la conducta con que se lleva a cabo la defensa’, es la primera referencia que hace al texto. En el apartado en el que se refiere a la calificación de «exceso en la legítima defensa» que le imputa a Chocobar, Velázquez dice: ‘Asimismo, debo destacar que lo exigible a Chocobar en este tipo de situaciones está por encima de lo exigible a otro ciudadano, pues se trata de un profesional en actividad que ha sido capacitado y equipado por el Estado para abordar y resolver de la mejor manera posible esas situaciones’. Y a continuación cita nuevamente el ‘Manual de Derecho Penal’: Sobre este aspecto, los Dres. Zaffaroni, Alagia y Slokar sostienen que ‘El ciudadano común tiene el derecho de defender a terceros, en tanto que, dentro de lo impuesto por las leyes, el militar o el policía tienen el deber de hacerlo, al punto que si no lo hicieren resultarían sancionados, incluso penalmente. Las dudas se plantean respecto de la extensión del deber en comparación con el ejercicio de un derecho, afirmándose que en el caso del policía su deber jurídico de intervención es más estrecho que el ámbito de intervención que el código penal concede como derecho al particular, fundado en las leyes que regulan el uso de armas por parte de la policía. En rigor, el deber jurídico que incumbe al policía o al militar no tiene un ámbito de intervención menor que el del derecho que le asiste al habitante común, sino que, dada su profesionalidad, se le exige una más ajustada valoración ex ante de la necesidad de la defensa, pues se supone que dispone de los conocimientos, entrenamiento y medios técnicos para hacer una planificación más fina y precisa de la violencia. Esta solución se impone, porque de lo contrario no se justificaría que la legítima defensa fuese sustitutiva y ni siquiera se justificaría la existencia misma de la fuerza pública’. En esas ocho páginas, Velázquez también cita un fallo de la Cámara de Casación Penal sobre el policía Daniel Santiago Veyga, quien mató a Jonathan ‘Kiki’ Lezcano y Ezequiel Blanco en Villa Lugano, el 8 de julio de 2009. Un tribunal de primera instancia había sobreseído a Veyga, pero la Cámara lo revocó. Finalmente, el policía fue absuelto el año pasado por el Tribunal Oral Criminal Número 16. No obstante, Velázquez hizo referencia a una resolución anterior: ‘Recientemente la Cámara Federal de Casación Penal sostuvo que respecto de los miembros de las fuerzas de seguridad rigen normas específicas para el empleo de las armas de fuego. Así, entonces el análisis de la causal debe efectuarse teniendo en cuenta el rol de policía de la víctima y las obligaciones que emanan de los Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por los Funcionarios Encargados de hacer cumplir la ley’ (adoptados por el Octavo Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, celebrado en La Habana, Cuba, del 27 de agosto al 7 de septiembre de 1990) en cuanto establece en su disposición Nro. 5 que: Cuando el empleo de las armas de fuego sea inevitable, los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley: a) Ejercerán moderación y actuarán en proporción a la gravedad del delito y al objetivo legítimo que se persiga; b) Reducirán al mínimo los daños y lesiones y respetarán y protegerán la vida humana; c) Procederán de modo que se presten lo antes posible asistencia y servicios médicos a las personas heridas o afectadas'». Teniendo en cuenta el contexto general desde el cual los medios del Grupo Clarín interpelan el tema seguridad y Derecho y la forma en que sistemáticamente enderezan sus cañones semánticos para desacreditar al Zaffaroni, se esté o no de acuerdo con él, uno de los criminólogos más destacados del mundo, resulta evidente el por qué del título y el contenido del artículo citado en este párrafo.
Imperdible. El jueves 1 de febrero, a las 20:49, Clarin.com había afirmado en la nota de opinión “Delito y mano justa: el equilibrio que no podemos alcanzar”, firmada por Héctor Gambini: “(…) Hay que entender -como principio legal básico- que, en la Argentina, a los delincuentes no se los mata. Se los encarcela, se los juzga y se los condena. ¿Y el delincuente sí puede matar? El delincuente delinque pero el Estado no. El castigo es la privación de la libertad. Así es la ley. ¿Es blanda? Tras el secuestro y crimen de Axel Blumberg (2004) todas las leyes penales se endurecieron, pero el delito no paró de crecer. En este péndulo argentino de ir corriendo siempre detrás de los hechos (recién volveremos a hablar sobre la edad de imputabilidad cuando un chico de 13 años vuelva a cometer un crimen resonante), y de legislar para la coyuntura, sigue faltando el debate real de decidir qué tienen que hacer la Policía y la Justicia, cerrando círculos que aún siguen demasiado abiertos al libre albedrío de jueces que siguen liberando asesinos o violadores antes de tiempo y porque sí. Y especificar si un policía que le dispara a un ladrón porque acaba de darle 10 cuchilladas a un turista es un asesino de aquellos a los que aún queremos enterrar con los fantasmas de la dictadura o alguien que debió elegir en un segundo un modo de actuar ante un delito que sucedía en sus narices y mientras iba de civil. Después de todo, también pudo haber elegido cerrar los ojos y pasar de largo”. Al final de cuentas, es lógico que existan los Chocobar, los héroes de Cambiemos.
En general más precavido y sutil en sus edificaciones estilísticas y por supuesto ya al tanto de las repercusiones que provocó la difusión del video incriminatorio un día antes, este sábado, el diario La Nación sostuvo: “Cuando el turista estadounidense Joseph Wolek, de 60 años, se resistió al robo de su cámara de fotos en el barrio de La Boca por parte de dos jóvenes de 17 y 18 años, uno de ellos lo acuchilló y lo dejó malherido. En la situación intervino el policía Luis Chocobar, que según declaró ante la Justicia, vio cómo los jóvenes forcejeaban con el turista y por eso persiguió y le disparó a uno de ellos, Kukoc, de 18 años, ante la negativa del joven a detener su paso. El hombre terminó muerto y, el juez Enrique Velázquez, que entiende en el caso, decidió procesar y embargar a Chocobar, motivo por el cual fue recibido por el presidente Mauricio Macri en la Casa Rosada. Pero ahora, un video que trascendió en las últimas horas, muestra que las apreciaciones del policía sobre lo sucedido no se corresponden con lo sucedido de manera exacta. Chocobar dijo que cuando perseguía a Kukoc le dio la voz de alto y que como este no la acataba primero le efectuó un disparo en una pierna y luego en la espalda; que eso sucedió cuando el joven estaba parado y que giró solo el tronco. Sin embargo, el video muestra que Kukoc corría de espalda cuando fue alcanzado por el disparo de Chocobar. Esa prueba fue uno de los motivos por los cuales el juez Enrique Velázquez procesó y embargó al policía, dado que consideró que este actuó ‘alejado de una actitud profesional’ cuando mató al ladrón. ‘De las imágenes captadas por el domo instalado en la esquina de Irala y Suárez, se observa que al momento de recibir los disparos, Kukoc corría por esa última arteria, sin darse vuelta en ningún momento, y se encontraba a varios metros de distancia del oficial Chocobar’, dijo el magistrado en el auto de procesamiento. Y agregó: ‘Disparar sosteniendo el armamento con una sola de sus manos, disminuye de manera considerable la efectividad y puntería de los disparos efectuados’. Además, el juez consideró poco creíble el argumento del policía de querer proteger su integridad física utilizando una de sus manos. Velázquez cita el manual del ex juez de la Corte Suprema de la Nación Eugenio Zaffaroni , conocido por su visión garantista del derecho”.
Desde la otra orilla en cuanto al reconocimiento y la interpretación de los hechos, en “La otra cara del relato que inventó un héroe”, texto del colega Horacio Cecchi, Página 12 sostiene este mismo domingo: “Macri dijo que Chocobar defendió al turista, pero no fue cierto. Dijo que disparó para proteger a los vecinos. Pero los puso en riesgo al disparar. Dijo que disparó en defensa propia, pero en ningún momento estuvo amenazado (…). El video de una de las cámaras de seguridad que capta el momento en que el muchacho cae al suelo derribado por los disparos, publicado por este diario, ya muestra que el asaltante no se había dado vuelta, con lo que la supuesta defensa del policía no fue tal. Pero además, tal como consta en la resolución judicial, Chocobar disparó nueve veces, no dos, según consta en los peritajes, y una buena cantidad impactó contra las paredes. Ni tampoco acudió en defensa inmediata del turista herido, ya que cuando llegó a la escena los asaltantes ya habían escapado, y él corrió tras uno de ellos. Por último, y para remarcar, Kukoc fue detenido por dos hombres que lo persiguieron en moto, y un tercero a pie. Cuando llegó Chocobar, ya le habían arrebatado la cámara, que devolvieron al turista, y se retiraron porque había llegado la ley. Todavía no había hecho nada que mereciera el homenaje presidencial. Kukoc aprovechó para correr y fue su perdición. Nunca se dio vuelta (…). No fue en defensa propia. No parece haber sido tampoco, exceso en la legítima defensa, ya que ni siquiera demostró haber estado armado. El peritaje balístico determinó que el cargador de la pistola reglamentaria tiene 16 proyectiles. El arma tenía una bala en recámara (lista para disparar) y seis en el cargador. Quedan 9 disparos. Dos impactaron en el cuerpo, otros dos fueron disparados al aire. En las paredes alrededor se encontraron marcas de los faltantes. Tiró a matar, por la espalda, pudiendo haber herido a terceros. No protegió sino que puso en riesgo”.
Para el final, algunas consideraciones, dudas e interrogantes abiertos.
Todo indica que el HEROE de Macri es un asesino – los jueces deberán establecerlo -, aunque su víctima haya sido un delincuente, hecho éste último que tanto resaltaron los periodistas de C5N el vienes por la noche cuando comentaban en video incriminatorio, porque deberían tener en claro que un segmento importante de la sociedad (¿mayoritario?) aprueba y demanda violencia policial, cárceles y represión general como solución a los problemas de seguridad, sin que el mismo entusiasmo los convoque para que el Estado abandone su condición de democracia renga y corte de raíz la causa determinante del delito: la trama de complicidades existente entre los actores del sistema de economía concentrada, el crimen, y elementos de la corporaciones política, judicial, fiscal, policial y mediática. Las manipulaciones de la criminología mediática son eficaces.
¿Es legal que un policía municipal de Avellaneda, fuera de funciones, sin uniforme y en otro distrito intervenga como lo hizo Chocobar en La Boca? ¿Puede por ejemplo un policía de Chubut, de vacaciones con su familia en Córdoba, en traje de baño y al salir de un recreo con arbolitos y ríos caudalosos, con la heladera portátil y entre los gritos de algarabía de sus niños, bajar de un tiro a un joven que acaba de cometer un delito?
¿Por qué no aparecieron desde un primero momento las autoridades directas del policía Chocobar, del municipio de Avellaneda, y ocuparon el espacio mediático sólo el presidente, su ministra de Seguridad y algún otro, como el intendente porteño Horacio Larreta?
¿Hasta qué punto las políticas editoriales sostenidas en en el tiempo por la empresas y sus directivos crean métodos y estilos de trabajo, hasta reacciones profesionales naturalizadas por los propios comunicadores, en una suerte ejercicio semiconsciente y alienante o enajenador de sus estados previos de conciencia? Las cobertura ómnibus o por entregas de hechos delictivos o de conmoción colectiva, durante jornadas completas y ocupando incontables minutos de pantalla, son moneda corriente, tal como sucede mientras este texto toma forma con los canales de TV en un fin de semana de verano, en torno a la ciudadana de origen chino desparecida en los últimos días al arribar al aeropuerto de Ezeiza en un viaje procedente de Shangai. Interpretes, amigos de la familia, videntes y lectoras del destino; mensajes en las redes sociales y abogados que quieren conchabarse y utilizan a esa suerte de tienda de los milagros mediática erigida por cámaras y micrófonos.
Mientras tantos, Cambiemos inventa héroes que matan.
(*) Doctor en Comunicación por UNLP, profesor titular de Historia del Siglo XX (Cátedra II) de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. Docente de la Maestría en Comunicación y Criminología Mediática, de esa misma Facultad. Periodista y escritor. Director de AgePeBA.