Ícono de la crítica cultural de los ’60, con la fuerte clase media surgida desde las políticas distributivas del peronismo como inspiración y referencia, aunque bastante políticamente correcta incluso para su época, lo que amortiguó sus efectos, la historieta Mafalda, de Quino, alumbró personajes que perduran en la industria editorial. Es Susanita entre ellos, la que condensa el individualismo egoísta que tanto caracteriza a ese estrato social que quiere pertenecer a los pocos y para ello desprecia a los muchos de los que forma parte. En la edición del domingo de La Nación, en su sección Sociedad, pudo leerse un texto que la evoca. ¡Puaj!, no por el texto bien escrito, sino por lo que en él subyace.
“A mí también me lastima el alma ver gente pobre, ¡creeme! Por eso cuando seamos señoras nos asociaremos a una fundación de ayuda al desvalido y organizaremos banquetes en los que habrá pollo y pavo y lechón y todo eso. Así recaudaremos fondos para poder comprar a los pobres harina y sémola y fideos y todas esas porquerías que comen ellos”, decía Susanita en una de famosas tiras de Mafalda.
“Un almuerzo a la vera del Nahuel Huapi para recaudar fondos para la ONG Techo Argentina. En una finca de Villa La Angostura, unas 80 personas participaron de la comida. El vino y la gastronomía, como una excusa más para tender puentes solidarios, se unieron ayer en la primera edición local de la colecta ‘Tinto por Techo Patagonia’. Esta iniciativa buscó recaudar fondos y acompañar el trabajo que hace la organización Techo en asentamientos del país. Unos 80 comensales fueron los protagonistas de una gala en la que no solo colaboraron con el costo del cubierto, sino que participaron en la subasta de vinos de alta gama y de lotes especiales. Bodegas de distintas regiones del país y reconocidos cocineros, como Narda Lepes, y personalidades pusieron su granito de arena para que la jornada finalizara con un monto de dinero suficiente como para edificar 19 viviendas. El entusiasmo se percibía en el imponente jardín del Santuario Lodge, a orillas del lago Nahuel Huapi. Desde temprano, decenas de voluntarios trabajaron a destajo y la extensa mesa de madera que recibiría a los comensales empezaba a tomar forma. El «restaurante» al aire libre tenía una soñada imagen de fondo, como un cuadro pintado: el azulado y calmo Nahuel Huapi. Los comensales empezaron a llegar poco después del mediodía. «Venimos a apoyar el proyecto solidario», resumió un vecino de Villa La Angostura . Para disfrutar de la experiencia gastronómica, diseñada y ejecutada por prestigiosos cocineros, cada cubierto costó $5000. ‘Los asentamientos son el epicentro de la pobreza. No hay agua, no hay luz segura, no hay sensación de seguridad, escasean los servicios. Las viviendas que construimos son sencillas, pero generan mucho impacto social, positivo desde todos los aspectos. La gente se siente mejor. Cada inmueble que se financia genera este impacto’, destacó Virgilio Gregorini, director ejecutivo de Techo Argentina, ante la atenta mirada de los comensales. El bullicio del almuerzo se detuvo unos instantes. Uno de los anfitriones de la concurrida gala fue la modelo argentina Inés Rivero, que se inspiró en una iniciativa de su hija Maia para apoyar el proyecto que nació en los Estados Unidos. ‘Cuando la nena tenía 9 años viajó a Colombia como voluntaria de Techo. Al vivir la experiencia de esa realidad, volvió cambiada. Con una responsabilidad social increíble’, contó Rivero en diálogo con LA NACION. Tanto Maia como su padre emprendieron el proyecto de «Tinto por Techo», en este caso desde las ciudades de Nueva York y de Miami, para recaudar fondos y luego participar como voluntarios en construcciones en Santo Domingo, Colombia y Ecuador. La más joven de la familia incentivaba a sus compañeros de estudio a integrarse al club Techo de la escuela. Pero surgió la necesidad de acercar la experiencia a la Argentina y así fue como Martín Zorreguieta, hermano de la reina de Holanda, acompañó la travesía para impulsar esta gala solidaria en el país. El manager Picky Courtois ofició de nexo entre todos los participantes y los responsables locales de Techo no dudaron en aceptar la propuesta. Se trataba de otra oportunidad para concientizar sobre la situación de pobreza que hoy se vive en alrededor de 4300 asentamientos informales del país. Uno de cada 10 argentinos reside en esas condiciones. ‘Creemos indispensable el involucramiento de cada sector de la sociedad en buscar soluciones para que nuestro país sea cada vez más justo e igualitario’, dijo Juan José Ayerza, gerente general de Techo Argentina. La remera de los voluntarios llevaba una leyenda: ‘Construyamos vínculos fuertes como una casa’. La recaudación, que sumó $492.000 y tuvo a 80 comensales, será destinada a la capacitación en oficios y cursos para futuros emprendedores, la construcción de viviendas de emergencia y la planificación de proyectos de infraestructura comunitaria. Se subastaron botellas de vino y hasta una barrica. Además, los participantes pudieron «pelear» por experiencias gastronómicas y de hospedaje. Ernesto Catena, Guillermo Barzi Canale y Arnaldo Etchart fueron los winemakers (enólogos) honorarios. A las 9, las brasas comenzaron a tener color. En el gran disco se cocerían las verduras. A metros de la parrilla, un chef preparaba las truchas y el bartender Renato Giovannoni ponía a punto su ‘trago cosido’. Se disponía a hacerlo degustar en el cóctel de bienvenida. El cocinero Mauricio Couly ultimaba los detalles de las peras a la sal con queso patagonzola. Días previos a la comida, el chat del grupo de WhatsApp de los cocineros ardió. Surgían ideas de cuál debía ser el menú que iban a ofrecer. La idea era tomar lo que la naturaleza local y cada chef tenía a su alcance. Finalmente, decidieron el plato principal: truchón a la parrilla con verduras. Nicolás Winegardner fue el hospitalario dueño de casa. «Me llamó Martín [Zorreguieta] para explicarme la idea y no lo dejé terminar de hablar. Sentí que tenía que aportar en esta causa’, dijo. Hoy, más de 50.000 familias pueden tener su certificado de vivienda familiar, a partir de un proyecto que Techo impulsó junto a otras organizaciones y la Jefatura de Gabinete, que se transformó en decreto presidencial y que reconoce que en la Argentina existen más de 4300 barrios populares”.
Así escribió La Nación el domingo pasado. Toda una paquetería sensible, ¡qué haríamos sin ellos tan buenos!, con lo feo que es vivir en la mierda y al aire libre no por bucólico descanso sino por pobreza.