El rojo comercial de 2017 fue el más alto de la historia nacional, la fuga de guita y el dólar aumentan; la inflación para arriba. “El fuerte avance de las importaciones, en especial de autos y bienes de consumo, y el estancamiento de las exportaciones, sobre todo agropecuarias, generaron un desequilibrio comercial de 8471 millones de dólares el año pasado”, afirma el colega Javier Lewkowicz este miércoles en Página 12.
“La balanza comercial terminó el año pasado con un déficit de 8471 millones de dólares, lo que implica un marcado deterioro frente al superávit de 1969 millones del año pasado, a punto tal que lo convierte en un récord histórico. Según informó ayer el Indec, en doce meses las importaciones alcanzaron los 66.899 millones, con una suba del 19,7 por ciento frente a 2016. En cambio, las exportaciones terminaron apenas 0,9 por ciento por encima del año previo, con un total de 58.428 millones de dólares, a 25 mil millones de dólares del record de 2011 (84.269 millones). Las compras al exterior fueron motivadas por el proceso de apertura comercial que se expresa en la fuerte suba en el ingreso de bienes de consumo y autos, junto a los bienes de capital en sectores como el automotor, maquinaria agrícola y vial y teléfonos celulares. La debilidad de las exportaciones se explica por el desempeño del sector primario y las manufacturas agropecuarias, rubros hacia donde el Gobierno redirigió las transferencias fiscales en detrimento de los subsidios a los servicios públicos. El déficit de diciembre se ubicó en 847 millones de dólares. El bache en materia de comercio exterior junto a la fuga de capitales pone en juego la sustentabilidad del esquema macroeconómico, que por ahora sólo encuentra amparo en la emisión de deuda externa y el ingreso de capitales especulativos para aprovechar la bicicleta financiera. Visto en perspectiva, la situación es compleja: Martín Alfie, economista de la consultora Radar, calculó que el déficit comercial en términos del PIB es del 1,5 por ciento, el más alto desde 1998, cuando había sido 1,7. En términos nominales, el rojo del 2017 es el más abultado de la historia económica argentina. El primer factor que explica el déficit es el comportamiento de las importaciones (…). El relativo estancamiento de las exportaciones se explica por la caída del complejo sojero, minería y petróleo. La baja anual de la exportación de pellets de soja fue de 958 millones de dólares, mientras que los porotos de soja lo hicieron en 689 millones. Los minerales metalíferos mostraron una merma de 252 millones; el petróleo crudo, de 173 millones, y grasas y aceites, 112 millones. En productos primarios como en las manufacturas de origen agropecuario hubo caídas tanto en los precios internacionales como en las cantidades enviadas al exterior. Se trata de sectores que el Gobierno favoreció con baja y hasta eliminación de retenciones, que implicó una fuerte pérdida de recursos fiscales en un contexto de ajuste (…). Los números del comercio exterior echan por tierra el relato del presidente Macri acerca de que el mundo “nos espera con los brazos abiertos” y que la apertura de la economía implica bonanza. Los proyectos del Gobierno en materia de comercio exterior, en donde se destaca el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, tienden a empeorar la posición comercial del país porque estimulan mucho más las importaciones que las exportaciones”, añade esa nota.
Aparte, y con la firma de Federico Kucher, el mismo diario consigna que “baja la tasa, con más inflación y divisa más cara. La autoridad monetaria aceptó la presión del Gobierno para seguir disminuyendo el costo del dinero a pesar de que eso contradice su programa ortodoxo de combate a la inflación. El mercado reaccionó llevando el dólar a un valor máximo (…). El dólar cerró ayer en un máximo histórico de 19,66 pesos, con un alza de 22 centavos, y en el mercado esperan que supere los 20 pesos en las próximas semanas. La salida de dólares por ahorro del sector privado en niveles también fue record y los déficit del intercambio comercial y turismo marcaron una tendencia insostenible. En el equipo económico también buscan frenar a tiempo la deuda acumulada con las Lebac, que ya superó el billón de pesos, y generaba una fuerte incertidumbre el ritmo de incremento en los últimos meses. El comunicado del Central para justificar la baja de la tasa resulta irracional. Le dedicó casi cuatro párrafos a explicar que la tasa de inflación del 2017 fue mucho más elevada respecto de lo esperado y elaboró un cuadro para mostrar que las expectativas de inflación aumentaron para 2018, al ubicarse en casi tres puntos por arriba de la meta de precios oficial del 15 por ciento. Esto llevaría a cualquier banco central del mundo en el que se aplique un programa ortodoxo de metas de inflación a subir la tasa de interés. Pero el organismo a cargo de Federico Sturzenegger planteó que hay margen para bajarla, pese a que en los últimos dos años aseguró que iba a reaccionar con un aumento de tasa cada vez que el mercado tuviera mayores expectativas de precios. La autoridad monetaria no puede aceptar que ya no toma las decisiones de la política monetaria (…). Para el equipo económico, las tasas de interés elevadas estaban acumulando distorsiones macroeconómicas que se podían volver explosivas. Los desequilibrios más evidentes se registraron en el frente externo. Con tasas altas, y dólar barato, el déficit comercial cerró 2017 con el peor resultado desde mediados de los ‘90. A su vez, el rojo por la salida de divisas por ahorro privado alcanzó más de 2500 millones de dólares por mes y la cuenta turismo marcó un déficit anual de 12.000 millones de dólares, con picos de viajes de argentinos a las playas de Brasil, Uruguay y Chile. La mayoría de los turistas que salieron el último año afirman, sin dudarlo, que la Argentina está entre 30 y 40 por ciento más caro que el resto de los países de la región”.
Y añade: “El otro gran desequilibrio de las tasas de interés elevadas se observó en la deuda de las Lebac. Estas letras superaron el billón de pesos y se acumularon a un ritmo muy acelerado. Algunos analistas estimaron que en 2018, si continuaba la misma política monetaria y cambiaria de 2017, las letras iban a cerrar el año en torno a los 2 billones de pesos. La carga de interés que generan estas Lebac provoca problemas en varios frentes, y genera una emisión de pesos que no tiene respaldo en reservas internacionales. Las cuentas son sencillas. Si el stock de Lebac es de 1 billón de pesos, y la tasa de interés anual del 27 por ciento, implica que el Central por avalar esta política debe emitir unos 270 mil millones de pesos al año sin respaldo. Se trata de montos muy elevados que provocan ruidos macroeconómicos”.