O “tres meses de convivencia izquierda y derecha en Chile. Más que un cambio de color político, Chile xperimenta la obligada convivencia entre la izquierda y la derecha, dentro de la sensible línea que separa a Michelle Bachelet de Sebastián Piñera.
Por Fausto Triana (*) / Si no fuera porque en realidad hay un abismo enorme que los separa, hasta pudiera hablarse de convivencia ‘republicana y en democracia’, como repitieron varias personalidades políticas en las últimas horas.
Bachelet (socialista) fue la primera mujer en tomar las riendas del país austral de 2006 a 2010 y luego, las entregó a Piñera (2010-2014).
Y el intercambió continuó al retornar al Palacio de La Moneda la hoy jefa de Estado (2014-2018).
Empero el recurrente ceremonial programado en esta ocasión para el 11 de marzo de 2018 en la sede del Congreso Nacional en Valparaíso, se antoja un sendero lleno de espinas, salvo que ambos políticos decidan darse una tregua.
El triunfo del magnate conservador fue categórico y transitó con una cuasi luna de miel entre el vencedor y el derrotado, el senador independiente y carta de la centroizquierda, Alejandro Guillier.
Hubo hasta una llamada contemporizadora de Bachelet y el pacto de un desayuno de trabajo en la mañana de este lunes.
La actual gobernante no ha cesado de acelerar las reformas en su administración y seguramente se propone completar todo lo que esté a su alcance.
Del lado del multimillonario, trató con guantes de seda a la dignataria pero no pudo salirse de su libreto de calificar los cambios introducidos como ‘medidas con retroexcavadora’ y mal concebidos.
A su favor, la cifras oficiales del Servicio Electoral (Servel) que dieron ventaja holgada a Piñera por 54,58 por ciento de los votos por 45,42 Guillier, la mayor derrota de la centroizquierda desde el retorno de la democracia en 1990.
‘Dentro de las diferencias, tenemos un amor común por Chile. Tengo un gran aprecio por Guillier, trabajamos juntos en el pasado y confío que podamos volverlo a hacer. Espero que la unidad haga la real diferencia de nuestro país’, dijo Piñera.
En dos intervenciones por separado, la primera al recibir en su comando de campaña a Guillier y luego ante una multitud congregada alrededor de un céntrico hotel en esta capital, el magnate conservador prometió una nación sin desigualdades.
‘Queremos un país más próspero, con educación y salud de calidad, combatir la delincuencia y el narcotráfico, pensiones justas, el derecho a vivir en paz y democracia, y apego a los pueblos originarios, niños y adultos’, destacó.
Piñera igualmente apostó por ampliar el diapasón de la cultura, el deporte y el apego a la conservación del medio ambiente y la naturaleza en sentido general, además de reiterar su idea de hacer de Chile en breve plazo un país desarrollado.
Por ahora, de una y otra parte las declaraciones e intercambios se manejan en el plano respetuoso y diplomático, con llamados a la colaboración. Pero se sabe que toda esta puesta en escena durará poco tiempo.
La pregunta es si la convivencia de este ‘matrimonio forzado’ dejará atrás la andanada de ataques de todo tipo de la campaña electoral o, ofrecerá una calma relativa a Chile.
(*) Corresponsal de la agencia Prensa Latina en Santiago de Chile.