Una imagen que habla de la democracia al borde del colapso y por responsabilidad primaria de un gobierno nacional con legalidad de origen y aunque recientemente refrendado en las urnas, deslizándose por la cornisa de la ilegitimidad de ejecución. Una de las preguntas centrales ante los sucesos que se viven en Buenos Aires en los últimos días, de represiones bestiales, es hasta donde el cuerpo colectivo, el tejido social de los argentinos estará dispuesto a tolerar semejante desmán político e institucional de una derecha desbocada, que no oculto su fin principal: operar la más brutal transferencia de recursos económicos de los trabajadores y el conjunto de la sociedad a esa camarilla de CEOs y oligarcas de nuevo viejo y nuevo cuño: es decir a las arcas de la burguesía lumpen concentrada. Las escenas de policías motorizados baleando y atropellando a manifestantes y simples transeúntes hablan por sí solas. Asimismo, y desde temprano también se vieron a lo largo de toda la movilización a grupos de encapuchados proponiendo y realizando desmanes, ostensiblemente protegidos por las fuerzas de seguridad. Se trató esa de una operación de manual: justificar la represión estratégicamente diseñada.
En la Plaza de los dos Congresos, por Avenida de Mayo, por la 9 de Julio, por Callao, en la esquina de Corrientes y Montevideo y por infinidad de arterias más las fuerzas conjuntas de las policías Federal y de la Ciudad y Gendarmería, los perros rabiosos uniformados de Cambiemos, del presidente Mauricio Macri y del alcalde capitalina Horacio Rodríguez Larreta se mostraron durante horas en estado de total salvajismo, reprimiendo la protesta social contra el proyecto de recorte de ingresos a jubilados, pensionado y titulares de programas sociales.
Desde horas tempranas, decenas de miles de trabajadores se movilizaron en las cercanías de Congreso para oponerse a la ley que se debatía en la Cámara de Diputados – al cierre de este reporte el debate continuaba – convocados por la CGT, las dos CTA y organizaciones sociales y políticas. Las centrales obreras además lanzaron un paro general, que se cumple con distinta intensidad hasta el martes.
La represión policial, que a última hora de la tarde dejaba un saldo de decenas de heridos y detenidos, comenzó sobre me dio día mismo en inmediaciones de Congreso. Pero cuando la mayor parte de columnas organizadas comenzaron a desconcentrarse, entonces comenzó la cacería de los perros rabiosos y uniformados de Cambiemos.
Desde temprano también se vieron a lo largo de toda la movilización a grupos de encapuchados proponiendo y realizando desmanes, ostensiblemente protegidos por las fuerzas de seguridad. Se trato es de una operación de manual: justificar la represión estratégicamente diseñada.
Policías federales disparando gases y balas de goma dentro de bares, locales comerciales y en las entradas a la red de subterráneos, una ambulancia del SAME recogiendo a un joven que se veía delicado tras ser atropellado por los agentes policiales motorizados, gendarmes desplegando su fuerza represiva en la esquina de Corrientes y Montevideo, lejos del epicentro represivo y frente a transeúntes indignados por los actos de violencia. Todo observado en forma directa por la redacción de esta breve crónica.
Por su parte, en un breve comunicado, la Confederación General del Trabajo (CGT) repudió «enérgicamente» que «la violencia de un grupo de provocadores pretenda desvirtuar una manifestación”. La central sindical no había convocado a la movilización pero dio libertad de acción a los sindicatos.
“La violencia de los grupos radicalizados impide que los trabajadores organizados, jubilados y ciudadanos, descontentos con el proyecto de ley en tratamiento, pudieran expresar libre y pacíficamente su oposición”, aseguraron Carlos Acuña, Juan Carlos Schmid y Héctor Daer, los tres secretarios generales de la CGT.
“La CGT no participa ni comparte la violencia como forma de protesta y deslinda toda responsabilidad con los hechos de público conocimiento. Sólo en paz y unidad los trabajadores podemos manifestar nuestras disidencias”, culmina el comunicado.
La Izquierda Diario por su parte consignaba: El operativo de las fuerzas represivas paso de la represión con gases y balas de goma a la cacería de manifestantes. Según información brindada por organismos de Derechos Humanos hay más de 40 detenidos.
Entre los detenidos, se encuentran Carlos Artacho, dirigente del PTS y miembro de la directiva del gremio FOETRA y Claudio Gonzales, trabajador de PepsiCo. También fueron detenidos trabajadores de prensa, como periodistas de FM La Patriada.
Artacho, además, se encuentra herido producto de la represión. Actualmente está detenido en la Comisaría 5°. Allí se encuentran organismos de Derechos Humanos como el Ceprodh, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y los legisladores Myriam Bregman y Nicolas del Caño, del PTS-FIT.
A las 17:30, los detenidos son 48. La lista, brindada por Correpi es la siguiente:
Matias Risso
Santiago Bernal
Hugo Barrado
Alejandro Estigarribia
Nahuel Leis
Carlos Artacho
Nara Martina Galvan
Francisco Alurralde
Emanuel Pablo Viera
Lucas Arraya
Lorena Sfeir
Florencia Basani
Laura Mineti
Benjamin Ignacio Fernandez
Juan Pedro Valle
Juan Pablo Fort Flanagan
Natalia Rodriguez
Farias Gomez
Ariel Díaz
Francisco Starsela
Diego Murrone
Eva Luna Lillo
Aluminé Farinar
Jorge Morales
Juan Gregorio Rodriguez
Benito Héctor Miguel
Matías Ponco de León
Gabriel Sosa
Claudio González
Guillermo Lucas Ayala
Lautaro Gastón Merlán
Gustavo Figueredo
Manuela Esther
Damian Cejas
Alan Orfanó
Brian Nadir Magnani
Pablo Francisco Irigoyen
Mercedes Urunaga
Francisco Escarcela
Martín Ferreyra
Angie Conde
Pablo Agazzi
Nahuel Barrientos
Rodrigo Ayala
Florencia Fasoli
Diego Julian Marcos
Daniel Arellano
Juan Pablo Fort Flanagan
Dentro del reciento parlamentario, el debate continuaba, tras perder la oposición su propuesta de levantamiento de las deliberaciones debido a los graves hechos acaecidos en las calles. Se esperaba que la votación sobre la ley de saqueo tuviese lugar en altas horas de la noche, o en la madrugada del martes.