Ese fue uno de los temas estrella de la por cierto anodina XI Cumbre de la OMC, realizada la semana pasada en Buenos Aires. El gobierno de Mauricio Macri buscaba que el encuentro se convierta en una especie de show de inversiones y proyectos hacia el 2018, pero más bien terminó siendo un circo de conferencias sin resultado concreto alguno. El acuerdo de comercio libre entre el Mercosur y la Unión Europea que tanto propuso Cambiemos fue olvidado rápidamente por los países participantes. Entre promesas y pedidos empresarios de libertad total para las corporaciones, como el Jack Ma, CEO de Alibaba, una de la grandes operadoras para los intercambios mercantiles electrónicos, la ex ministra de Relaciones Exteriores de la Nación, Susana Malcorra, tuvo que salir a explicar que los cuatro días de lobby en lujosos hoteles de Puerto Madero no fueron más que charlas con «diferencias que han impedido avanzar en acuerdos». Algo de todo esto hace pensar que las inversiones que Macri espera no llegarán y lo de él y de Cambiemos es tan solo ajuste y quita para los sectores que menos tienen y concentración de la riqueza para los ricos, con policías, gendarmes y lo que haga falta para apalear a la protesta social.
Por Carlos López / Desde que Cambiemos se encuentra en la Rosada el concepto de Estado en la Argentina ha cambiado en términos teóricos y práctivos. Sí interviene pero tan sólo para favorecer a los empresarios, y sobre todo a las familias que están en el gobierno de la mano de Macri, el que más lejos llego en ese clan que se enriqueció con la pasada dictadura cívico militar. Así se incrusta en una ola global de poder político que propugna la eliminación del Estado como regulador, y en los tiempos actuales de grandes transformaciones tecnológicas y de la llamada “big data” donde muy bien se expresa esa voracidad de las corporaciones es en el campo del comercio electrónico: el que permite beneficios económicos y financieros a través de la venta global de productos y servicios a la vez que el control por parte de las transnacionales de una masa informativa sobre movimientos, tendencias, consumos e identidades culturales de millones de seres humanos en todo el orbe; pues cada vez que alguien opera con una tarjeta de crédito en Internet o accede a una plataforma digital de comercio, está aportando datos que será procesados para ordenar el disciplinamiento social desde informaciones que ilustran sobre preferencias por tal o cual comida o lectura hasta ubicaciones religiosas o políticas. En fin, una suerte de fascismo siglo XXI.
La nueva era del comercio, principalmente el electrónico, fue presentada esta en la cumbre ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) como la revolución de la información comercial, cuando en realidad esconde una directa decisión de los empresarios más poderosos del mundo de acaparar la mayor cantidad de territorios y usuarios con el fin de reemplazar al Estado como administrador y facilitador del acceso a los bienes y servicios.
Las firmas más grandes del mundo, empresas globales como Google, Facebook, Amazon, Apple y Alibaba se muestran como propensas al ingreso de nuevas empresas pequeñas y medianas al mercado internacional pero al mismo tiempo proponen debatir el comercio mundial en escenarios como el que se celebró en la Argentina esta semana con la premisa de alimentar la libertad de acción corporativa y eliminar el control estatal sobre esas prácticas mercantiles.
Uno de los principales lobbistas en las reuniones de la OMC fue el CEO de la china Alibaba, Jack Ma, quien permanentemente cargó contra los estados nacionales por el control en el comercio y pidió la liberación total para las empresas, principalmente en lo que respecta a las normas que tiendan a controlar el comportamiento del comercio electrónico. “Tenemos 33 millones de trabajadores en China y en un solo día llegamos a vender 25 mil millones de dólares. Nuestro mundo está demasiado controlado por los reguladores. Permitan que primero lleguen los cambios y luego regulen”, pidió el pasado 12 de diciembre el empresario chino, quien insistió en la estrategia empresaria de expandir el control de los datos personales de la población mundial vía Internet.
Jack Ma remarcó que “en los últimos treinta años, el comercio mundial fue dominado por unas 60 empresas. Esto puede cambiar, se puede hacer más accesible el acceso al mercado. En el futuro, los bienes no van a decir ‘hecho en China’ o ‘hecho en Estados Unidos’ sino ‘hecho en Internet’. Si todo país se compromete a establecer una zona de libre comercio para las pymes se pueden generar oportunidades reales. Una ama de casa de Kenia puede vender su producción en el mercado de Brasil, por ejemplo”.
Sin embargo, la práctica no parece tan sencilla como sale de la boca de quien para Macri es una influencia a seguir. El acceso a Internet y al mercado en segundo término no será posible para la gran mayoría sin los avances culturales anteriores. Lo que el empresario chino esconde es el gran deseo de los hombres y mujeres más importantes de las grandes empresas de controlar el mercado comercial electrónico.
“El comercio electrónico es el futuro. Se consolidará la relación que va desde el consumidor a las empresas y no al revés. Y será a través de paquetes y no de contenedores. Por eso se necesitan normas simples y modernas, diseñadas específicamente”, señaló Jack Ma, al mencionar lo que necesita para seguir expandiendo su sitio, el más grande de comercio electrónico del mundo.
Del otro lado, algunas ONGs como la Fundación Vía Libre, manifestaban: “el comercio electrónico se ha transformado sustancialmente en dos décadas. Antes se refería a emplear medios digitales para mejorar y armonizar el comercio de bienes materiales. Hoy día se relaciona con el comercio de `bienes digitales’; fundamentalmente, datos personales extraídos por multiplicidad de sensores. La libre circulación de los datos sólo debería ser posible en el marco de un sistema armonizado de garantías de protección de los datos personales, que no puede ser inferior al estándar nacional más exigente. En el plano económico, el libre flujo agravará la situación en que un número muy reducido de corporaciones transnacionales monetizan datos que obtienen en todo el mundo, dejando poco o ningún beneficio económico en los países de donde extraen esos datos”, según palabras de una de su integrantes, Beatriz Busaniche.
Los activistas que forman la red Our World Is Not For Sale (Ownfs), también se pronunciaron en este sentido desde las movilizaciones en Puerto Madero de esta semana porque consideran que “la Conferencia Ministerial carece de legitimidad. Las grandes empresas son bienvenidas pero la sociedad civil es excluida. Como sucede con las reglas de la OMC, los países ricos pueden subsidiar los negocios agropecuarios pero los países en desarrollo no pueden apoyar a los pequeños productores”.
Según consignaba por esos días el diario Página 12, la directora del área digital de la ONG Uni-Global, Christina Colclough, dijo: “ellos venden que el E-commerce va a crear mejores posibilidades comerciales para las pequeñas empresas. Dicen que una pequeña empresa argentina va a poder tener acceso al mercado de los Estados Unidos, China y la Unión Europea. Pero miremos esto más de cerca. ¿Cómo se supone que una empresa en Argentina va a poder competir contra una multinacional que tiene una cadena de valor global y contrata trabajo barato en cualquier parte del mundo? Eso no funciona así. En realidad, lo que quieren las grandes empresas del sector de la comercialización web se puede resumir en tres puntos. Por un lado, las empresas junto a los Estados Unidos, Unión Europea, Japón y Canadá quieren el libre flujo de los datos. La idea es poder vender y comprar datos de los usuarios libremente en todo el mundo. Esto no ocurre ahora, porque hay leyes nacionales y regionales de protección de datos. En segundo lugar, quieren remover la transferencia tecnológica, es decir, no tener que utilizar proveedores ni mano de obra local. En tercer lugar, aspiran a eliminar requerimientos de localización física en los lugares en donde operan”.
En ese sentido se expresó también la investigadora Luciana Ghiotto, quien forma parte de la Asociación por una Tasa a las Transacciones Financieras especulativas para Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC Argentina), una de las tantas organizaciones que integran la plataforma “Confluencia Fuera OMC” y que repudiaron el encuentro en la Argentina. La especialista advirtió en una entrevista con Canal Abierto que “parece que fueran temas que sólo atañen al comercio internacional, muy técnicos, pero en verdad allí se resuelven cuestiones que afectan la vida cotidiana de todos, como son la posibilidad de desarrollo industrial o agrícola de un país o región, el acceso o no a ciertos medicamentos, al agua, a servicios de Salud, Educación, entre otras cosas”. La OMC se creó con el objetivo de negociar las reglas de la liberalización del comercio, y junto con la participación del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI), dio forma durante los ’90 a los procesos de reformas estructurales neoliberales en países de América Latina, Asia y África, mediante la aplicación de políticas de apertura comercial, desregulación de movimientos de capitales, privatización de empresas públicas y flexibilización laboral. Es decir, el control total del comercio desde los países más postergados del mundo para beneficio de los más ricos. El planteo de las ONG que participan del repudio a Macri y la apertura del país a la OMC radican en que los países más desarrollados e industrializados del mundo llegaron a la posición que hoy mantienen sin aplicar las políticas agresivas en términos comerciales como el libre comercio sin control estatal y la apertura total de las fronteras. “Se trata de un doble estándar: mientras las grandes potencias buscan imponer una apertura indiscriminada de las economías emergentes o subdesarrolladas, sus políticas son marcadamente proteccionistas”, explicó en esta línea Ghiotto, quien además remarcó que “es cierto que el objetivo general de esta cumbre es que los Estados fijen políticas comunes en relación a aranceles, pero una de las alertas en este sentido es que los acuerdos de la OMC tienen un principio que es el de no retroceso, es decir que en cada luego de cerrado un acuerdo, por ejemplo un arancel específico sobre un producto, no hay vuelta atrás. Esto es muy grave porque tiene que ver con la capacidad o no de los países de legislar en beneficio de su población”, afirmó la investigadora.
Macri dice aplicar junto a su gabinete económico una política internacional para “reinsertar a la Argentina al mundo”, Sin embargo esto no ha sido hasta ahora como lo esperado por el presidente, más bien ha logrado todos los efectos inversos a los prometidos: hay fuga de capitales por millones de dólares, la emisión de deuda ha aumentado un niveles récord durante el 2016 y las famosas inversiones productivas de las que tanto habla Cambiemos desde la última campaña presidencial no han estado ni cerca de convertirse en los números esperados. El gobierno sólo escucha y se disciplina ante a las grandes multinacionales; entonces toma la vadera del libre comercio electrónico como suya y es comprensible: es un emergente un tanto lumpen por cierto del fascismo siglo XX que cabalga sobre la expansión de los algoritmos.