Hasta el punto tal que –incluso a solicitud del aparato mediático concentrado que lo respalda – frenó la decisión tardía de imponer el recorte de ingresos a los jubilados vía decreto de necesidad y urgencia (DNU). El acuerdo de casi toda la oposición, a lo que los editorialistas que defienden a Mauricio Macri como defendieron a la dictadura genocida llaman complot de “kirchneristas, massistas e izquierdistas” – Joaquín Morales Solá de La Nación es más o menos eso lo que en definitiva concluye este viernes – en la Cámara de Diputados, pero sobre todo la movilización abnegada ante la salvaje represión dispuesta por el gobierno, pusieron en un punto de especial relevancia crítica a Cambiemos.
Como expresión cabal de la actual derecha salvaje, el gobierno de Macri es una entente de empresarios, CEOs, emisarios técnicos del poder económico concentrado y políticos profesionales surgidos de las filas de la más rancia aristocracia con olor a mierda de la República Argentina, para quienes, y como no están dadas las condiciones históricas para golpes militares sangrientos, las instituciones constitucionales son un pesado trámite burocrático que hay que atravesar, si hace falta a los palos y violando normas, para que la voluntad suprema del “príncipe patrón de estancia” se haga realidad.
Por eso la histeria gubernamental ante la cierta unidad inicial entre la oposición parlamentaria, y la afinidad más allá de las diferencias de las organizaciones sindicales, sociales y políticas que se movilizaron al Congreso, poniéndole el pecho a los gases, los hidrantes y las balas de goma de esa “jauría de prostibularios caciques”, como decía un poeta chileno, que integran la Gendarmería y las fuerzas policiales federales y de la Ciudad de Buenos Aires.
Es prematuro sostener que Macri se halla ante una crisis de gobernabilidad y que se aproxima un escenario adecuado a la época como aquél de diciembre de 2001. Sin embargo sí se podría afirmar que el gobierno sufrió ayer una derrota política que lo dejó casi desnudo, que si la decisión unitaria de la centrales obreras (CGT y las dos CTA, mas la Corriente Federal de los Trabajadores y los sindicatos y cuerpos de delegados clasistas) se mantiene en pie, otro gallo podría comenzar a cantar; y que, atención que es grave, si el gobierno de la Alianza – muchos de sus nefastos integrantes participan en el de Cambiemos – asesinó a mas de 30 argentinos, las jaurías de Macri y su ministra de Seguridad, Patria Bullrich, están dispuestas a cometer una matanza aun mucho más trágica.
En la unidad de acción de las fuerzas opositoras, con un rol casi de liderazgo por parte de las organizaciones sindicales y sociales, en la marcha hacia un programa mínimo común con alternativa cierta de poder y el sostenimiento de la voluntad participativa y de movilización de los crecientes contingentes sociales que están ganando las calles contra el gobierno; allí se encuentra la posibilidad efectiva de un “basta Macri, para la mano”.