“Observamos que el pasaje de Carolina Píparo de víctima de un hecho de violencia delictiva a “heroína”, que como tal se proyectó sobre el escenario político nacional y provincial, implicó en primer lugar la CLAUSURA u OBTURACIÓN de casi cualquier debate posible, toda vez que su real condición de víctima – lo que está fuera de duda – fue convertida en cuasi palabra de deidad por el instrumental mediático desde categoría propagandísticas como “desfiguración – orquestación, transfusión y unanimidad y contagio”. Constatamos asimismo que esa CLUSURA u OBTURACIÓN devino en un proceso de TRASPOLACIÓN del propio sujeto (Carolina Píparo) hacia los entornos semánticos explícitos en el campo de disputa del poder político en los ámbitos estatales e institucionales, desde los cuales aquello que aquí en forma provisional denominaremos “paradigma Píparo” se eleva con carácter de ejemplo y muestra efectiva del núcleo central o duro del programa de Seguridad puesto en marcha por el gobierno de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires: más policía, más punibilidad y más población carcelaria, sin abordar con la misma “pasión” tópicos claves como le es la trama de complicidades existentes entre elementos de los cuerpos de seguridad, del aparato mediático dominante y de los poderes políticos, legislativos, judiciales y fiscales, tal cual se desprende de los dichos del actual ministro de Justica bonaerense, Gustavo Ferrari en el marco del IV Consejo Provincial de Seguridad Pública, realizado a fines de noviembre en Cariló; oportunidad en la cual ese funcionario celebró la existencia de unas 42.000 personas privadas de su libertad en instalaciones bajo la guarda del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), como un rotundo éxito de la gestión Cambiemos. Hasta aquí algunas de las conclusiones del análisis de contenidos mediáticos “Las configuraciones mediáticas y la transformación de víctimas en héroes: Caso Carolina Píparo”, realizado por los estudiantes de la Maestría en Comunicación y Criminología Mediática como trabajo final colectivo en la cátedra Narraciones sobre Violencia y Delito, del doctor Víctor Ego Ducrot. Ese trabajo tuvo en consideración noticias e informaciones publicadas en las ediciones gráficas y archivadas digitalmente por el diario La Nación (de Buenos Aires) respecto al caso Carolina Píparo durante el período y con el abordaje teórico y metodológico explicitado en algunos de los próximos párrafos. Esta investigación permitió reflexionar sobre los sentidos que los dispositivos mediáticos proponen en torno a lo normal, lo legítimo, lo aceptable.
Introducción: Las narrativas mediáticas son parte de configuraciones más amplias en las que se disputa por el sentido de aspectos tan profundos como la muerte y la vida. La construcción del riesgo y la descripción de los hechos de delito se encuentran reguladas y atravesadas por sedimentaciones históricas acerca de lo legítimo y lo ilegítimo en una sociedad dada. Esta delimitación supone posiciones de sujeto asignadas según la jerarquía social–histórica y en este sentido en disputa. Las víctimas y los victimarios son sujetos interpelados por estos relatos de modos desiguales que dan pistas acerca de los sentidos construidos en relación al orden social.
Se trata de un análisis realizado por los estudiantes de la Maestría en Comunicación y Criminología Mediática como trabajo final colectivo en la cátedra Narraciones sobre Violencia y Delito, del doctor Víctor Ego Ducrot, y sobre las noticias e informaciones publicadas en la edición gráfica y archivadas digitalmente por el diario La Nación (de Buenos Aires) respecto al caso Carolina Píparo, lo cual permite reflexionar sobre los sentidos que los dispositivos mediáticos proponen en torno a lo normal, lo legítimo, lo aceptable.
Metodología: Para llevar adelante el análisis se ha preferido ceñir la compulsa del abanico de medios exclusivamente al diario La Nación, concretamente a su archivo de versión digital, y temporalmente desde el día del hecho que damnificó a Carolina Píparo hasta el día previo a las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, es decir, del 20 de julio del 2010 al 13 de agosto del 2017. El criterio de delimitación utilizado para obtener el universo de noticias a analizar, consistió en el sondeo mediante la palabra clave “Píparo” en el motor de búsqueda del archivo digital del diario. De los resultados arrojados, se extrae que La Nación emitió en total 316 noticias que mencionan a Píparo, de las cuales 188 formaron parte de la edición impresa del periódico. La decisión de circunscribir el conjunto de noticias a éste último resultado, se obtuvo a partir de verificar que las incluidas en la edición online resultaban actualizaciones diarias (minuto a minuto) posteriores a la impresión de la tirada, que se incluían -repetidas- en la edición impresa subsiguiente.
Luego, y de manera de agilizar el trabajo hemos realizado tres recortes temporales de análisis: el primero, desde el día del hecho 20 de julio al 10 de septiembre del 2010; el segundo, desde el 11 de septiembre del 2010 al 7 de marzo de 2013; y el tercero, desde el 7 de marzo del 2013 al 13 de agosto de 2017.
En cada uno de los períodos hemos focalizado en aquéllos aspectos de lo noticiable que tuvieran relevancia en la configuración de Carolina Píparo en tanto víctima y sujeto de una construcción que reconocemos como el pasaje de “la víctima a héroe/heroína”, concepto elaborado a partir del plexo teórico que desarrolla el doctor Eugenio Raul Zaffaroni en La palabra de los muertos (Ediar; Buenos Aires; 2011) y otros tantos libros y artículos de su extensa obra.
Para el análisis específico del corpus de noticias e informaciones seleccionadas apelamos al modelo teórico y metodológico para la producción y análisis de contenidos mediáticos, denominado Intencionalidad Editorial y desarrollado en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP y otras universidades públicas de Argentina y América Latina. Se trata de cuadro conceptual que reconoce como punto de partida la obra Sigilo y nocturnidad en las prácticas periodísticas hegemónicas (Ego Ducrot, Víctor (compilador) y otros; CCC; Buenos Aires; 2009).
Reconstrucción del hecho y configuración de la víctima y victimarios: En esta primera mirada transversal a la selección de una serie de noticias, que van desde el momento en que ocurrió el hecho (29 de julio) hasta el 10 de setiembre, la víctima se corresponde a un sujeto identificado en valores tales como: la familia, la propiedad y el trabajo, mientras se agigantan las adjetivaciones destinadas a incrementar la imagen de ferocidad, crueldad y potencial poder de daño de los agresores.
Como decíamos, la referencia constante a la institución familiar como sostén de los valores morales que jerarquizan a las víctimas por sobre el otro social, se evidencia en la descripción de escenas matrimoniales, vínculos familiares y un delito cometido en un escenario de la vida cotidiana del hogar. Existe una idea de lo que es una “casa de familia” que si bien no se explicita, puede pensarse en términos de lo que se espera de la familia nuclear hegemónica: un hombre profesional junto a su esposa y a sus hijos. En la mayoría de las noticias el perfil de la víctima se forma a partir de una profesión respetable: “Carolina trabaja en la Dirección de Personal del Ministerio de Seguridad y su esposo, en la empresa YPF”; “La mujer, de 34 años, es de Olavarría y llegó a esta ciudad cuando terminó el colegio secundario, para estudiar la carrera de asistente social en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP)” [1].
A su vez, la construcción de escenarios hogareños en los que se concentra la promesa de tranquilidad familiar denota el traspaso de los límites sociales sobre los cuales resulta urgente actuar. «Estaban muy contentos porque, después de tanto esfuerzo, se iban a comprar su primera casa, justo con el nacimiento de su primer hijo”. En este caso, la idea de víctimas inocentes asediadas por el delito se refuerza con recursos narrativos como el uso de adverbios de tiempo que marcan rupturas entre escenas sagradas y pacíficas como el nacimiento de un bebé, comprar una nueva casa y la irrupción de un ataque violento. “Carolina Píparo y Juan Ignacio Buzzali estaban atravesando uno de los momentos más felices de sus vidas: su bebé debía nacer el lunes, a más tardar el martes próximo, y hoy iban a señar una casa: su primera casa. Pero el bienestar se quebró abruptamente”[2].
Paralelamente, en los días inmediatamente posteriores al hecho, y a medida que la investigación avanzaba, La Nación comenzó a caracterizar a los autores como “la banda que atacó a la mujer embarazada en La Plata”[3], definiéndolos como una “organización delictiva”. Las publicaciones hicieron hincapié en la supuesta magnitud logística, capacidad operativa y división del trabajo del grupo, en permanente contraste con la indefensión y la fragilidad de la víctima: “Además, una serie de elementos hallados por los investigadores del ataque contra la mujer embarazada pusieron al descubierto que la banda actuaba con estructura familiar, en la que las esposas de aquellos que salían armados a robar y sus hijos cumplían distintas funciones”[4]. “Marcadores” dentro de los bancos, y una segunda persona a bordo de una motocicleta encargada de robarle el dinero fuera de la entidad bancaria a las personas señaladas serían, en síntesis, los eslabones de “la organización delictiva”.
En cuanto al rol de la esposa de uno de los implicados en el robo, La Nación manifestó que “se ocupó de guardar la moto con la que su marido [junto a otros] siguieron a Píparo desde el banco, situado en la esquina de 7 y 41, hasta la casa de la mujer embarazada, en Gonnet”[5]. La saña y la crueldad, presentes en la construcción de la imagen de la mujer del integrante de la banda que atacó a Carolina Píparo, se completa haciendo referencia a una de sus presuntas actividades en la organización: “coleccionaba los recortes de diarios en los que se publicaban los asaltos cometidos por el grupo delictivo que integraba su esposo”[6].
Por otro lado, la configuración de la figura de la víctima contempla, en esta oportunidad, la descripción de la vulnerabilidad en varios aspectos: por un lado, la narración de la no resistencia y el ataque con ensañamiento a pesar de conseguir el objetivo de quienes cometieron el delito, por otro la figura de una mujer embarazada, perteneciente a sectores medios, trabajadora, con la expectativa de comprar una casa “…Momento en que uno de los delincuentes sacó a Carolina Píparo de su vehículo y ya tirada en el piso la golpeó, pateó y luego le disparó[7].”
Siguiendo cronológicamente las publicaciones de este medio gráfico cuando el bebé de Carolina fallece -producto del disparo cometido en el asalto- se produce un vuelco narrativo.
Transcurridos siete días del incidente, finalmente muere Isidro, el hijo de Carolina Píparo, nacido de una cesárea de urgencia a raíz del ataque. Esta muerte produce un salto en la composición de ella como víctima: lo emotivo vuelve a obturar la capacidad de reflexión, y ahora además de su condición de mujer, de su extracción social, de la imagen de familia modelo progresante, aparece desgarrada otra significación social central del orden social, en tanto el concepto de maternidad, históricamente construida en términos de esencia, fin último del mito social sobre la feminidad, la naturalización del sentido de mujer.
El 9 de setiembre La Nación publicó una noticia sobre otro robo que guarda cierta relación con el caso de Píparo: se trató de una salidera bancaria, la víctima fue una embarazada y quien cometió el delito hizo alusión al robo del 29 de julio en La Plata. «Después de robarle 1300 pesos que había retirado de la sucursal Banco Provincia, en Lanús, a una mujer embarazada de siete meses, el ladrón le tocó el vientre y se despidió diciéndole «chau Carolina»[8].
El pasaje de víctima a héroe/heroína y la construcción del enemigo: En la segunda parte y recorte del análisis, que va desde el 11 de septiembre del 2010 al 7 de marzo de 2013, se observa en primer lugar y desde una mirada cuantitativa, que de un total de 66 notas, 30 (45,5%) tienen algún tipo de referencia específica que podría caracterizarse en derredor de la construcción de su rol: víctima-héroe y de un enemigo (el “otro”, los “otros”, “ellos”). A su vez, dentro del universo de las 66 notas relacionadas al caso Píparo, en 6 aparece el caso de Carolina como emblema de un hecho de inseguridad y/ o como ejemplo entre otros casos que confluyen y construyen el mapa de la inseguridad en el conurbano bonaerense durante el periodo analizado.
Si se observa detalladamente el tratamiento que le dio el diario al caso, y específicamente a la creación de Carolina como víctima- héroe, se observa que de las 30 publicaciones referidas, 13 (43,3%) de ellas fueron publicadas en la sección de información general, 7 (23,3%) en la sección de opinión, 6 (20%) en la sección política y 4 (13,3%) en otras secciones del diario.
Asimismo, haciendo una distinción del contenido de las notas, se observa que 8 de ellas tuvieron un posicionamiento explícito sobre el caso y en la construcción de la víctima- héroe, ya sea a partir de notas editoriales, carta de lectores y/u opinión y las 22 notas restantes, si bien producen un mensaje claro no lo hacen de forma explícita. Este dato, juntamente con la elección de la sección a publicar, resulta relevante para dar cuenta que el diario no necesita utilizar posicionamientos explícitos para construir la imagen o idea pretendida, por el contrario, en la mayoría de los casos esboza de manera solapada- implícita- las valoraciones que hacen del suceso.
Asimismo, resulta llamativa que la inserción del caso en la sección de Seguridad se da a partir de la cobertura del juicio, cuando en rigor, la noticia ya no se trata de un hecho de inseguridad en sentido estricto. Es decir, que parecería haber una marcada intención de no querer sacar el caso de la agenda pública.
Carolina, y retomando entonces el análisis del primer segmento, se convierte en un caso emblema de la inseguridad, en el que hay una suerte de identificación: ella es como uno, es gente de bien, una familia. Elementos que se repiten constantemente a lo largo de estos años. La familia, la mujer embarazada, “la destrucción de la familia”, las marchas en pedido de justicia por ella y por la “inseguridad” en el país. Se la caracteriza como una persona común, una ciudadana promedio, de clase media trabajadora, cabeza de familia. Todas las referencias y adjetivos con los que se la define tienen valor positivo (“Ella misma, que a los 36 años vive con su esposo y su pequeña hija de un año en un departamento alquilado en la Capital”[9]; “todos sus sueños de familia”[10]).
En este sentido, se podría afirmar que la situación de embarazada constituyó un punto nodal para transformar el caso de Carolina Píparo en un caso bisagra y emblema. Ella no solamente perdió un hijo sino que perdió un hijo sin haberlo conocido. La tragedia fue aún mayor y el grado de conmoción que generó en la sociedad, también. No hay lugar para el cuestionamiento de una madre que lo perdió todo, nada de lo que dijera o reclamase podía ser cuestionado porque ella había perdido lo más sagrado y respetado. Su dolor comienza a reformularse en activismo público.
Su imagen no solo está vinculada con los hechos de inseguridad sino que también comienza a asociarse con ella, las nuevas políticas de seguridad: por ejemplo, las implementadas en los bancos. Es así que se observó que siempre fue mencionada Píparo como móvil para la inclusión de esas “medidas de prevención” valoradas positivamente por el medio de manera implícita. Es decir, la relación causal implica que gracias a Píparo, ahora hay más seguridad en los bancos.
Ni bien ocurrido el hecho, Carolina era reticente a hablar en medios de comunicación, cuando la citaba una fuente directa solía ser su pareja o su hermano. Esto comienza a revertirse y ella comienza una exposición pública directa. Primero lo hace a través de la narrativa, escribe cartas narrando su historia, su versión, su dolor, y lo que, a cuenta propia cree “debe” hacerlo, incluso aunque no quiere.
Un vez más, y repasando la caracterización que hace el diario con la víctima: una mujer que lo perdió todo pero que de a poco se fue levantando, tomando fuerza y constituyéndose en la portavoz de los reclamos de mayor seguridad. De esta forma, ella comienza a expresar el reclamo de todas las víctimas de inseguridad que no habían logrado ser visibilizadas. Ella se va transformando en “todas las víctimas”. Comienza, entonces, a adoptar este nuevo rol que le ha sido impuesto por la historia de los acontecimientos, pero ahora ella también lo ve necesario, porque no tiene otra opción que pronunciarse contra la inseguridad e injusticia, para que no le pase a otros: “No salí de una novela, salí de uno de los crímenes más atroces del país”[11]. Ese lugar de mártir, se desprende también de otras afirmaciones, como por ejemplo el hecho de “tener que juntar fuerzas” para seguir adelante, su nuevo embarazo luego también es presentado de la misma manera; y también el haberse visto obligada a abandonar el país.
Estas construcciones, como mártir, o como compelida a transformar su experiencia trágica en un valor en la cruzada contra la inseguridad, son elementos que evocan directamente la idea de héroe. A lo cual se suma una idea de rol histórico: lo que la historia demanda, lo que debe ser hecho. De allí que es héroe u heroína quien sacrifica su historia personal, y lucha -haciendo a un lado su dolor- por un bien superior, común. Quien es colocado por la fatalidad en una posición de lamento, y supera altruistamente su sufrimiento para convertirlo en un valor, que además, es útil a la sociedad toda. Es la historia quien la puso en ese lugar y ella se hace cargo del desafío que le tocó.
Y todo héroe, demanda -por definición- un enemigo, un exponente del mal al que debe combatir. En el caso de Píparo, el enemigo comienza a perfilarse en esta etapa de análisis. El énfasis en este rol impuesto, ya no ante la delincuencia, sino ante los delincuentes. En este sentido, existen varias referencias a sus características: seres carentes de arrepentimiento (“no vio «arrepentimiento en sus ojos»[12]); sin misericordia (“delincuentes que ni siquiera se compadecieron del avanzado embarazo de la joven, provocando la muerte de la criatura que llevaba en su seno”[13]) perversos, (“sumo la preocupación por ese perverso delito”[14]); salvajes y enceguecidos (“por la salvaje ceguera frente al valor de la vida”[15]); a excluir (“que no debían estar formando parte de la sociedad”[16]); sin necesidades y profesionales de la delincuencia por elección (“la inseguridad no es producto de «una cuestión de clases sociales». «Los asesinos de mi hijo, ninguno dijo que tenía hambre, ninguno dijo que no podía conseguir trabajo”[17]).
En relación a lo anterior, Píparo asume que no son personas necesitadas, pobres, carentes de recursos, lo cual rompe con el discurso que plantea que la “inseguridad” deviene de una falta de oportunidades. Para ella, quienes cometieron estos actos lo hicieron por maldad y pura crueldad y entonces el problema se complejiza: ya no se mata por necesidad, se mata por crueldad. A la vez, esta idea conlleva a incorporar nuevos y posibles estereotipos de la delincuencia: yo no lo son únicamente los pobres y morochos, ahora, cualquiera es un potencial delincuente. Frente a este panorama, las políticas de seguridad, deben estar a a la altura del nuevo contexto.
Si bien, desde que comenzó a escucharse su voz a través de los medios de comunicación ella siempre asumió una postura clara de valoraciones positivas respecto del accionar del Poder Judicial y en comparación con Ejecutivo Provincial: (“hubo una mala interpretación» del magistrado respecto de la misiva (…) la familia Píparo «desde el primer día» destacó el accionar de la Justicia. «No ponemos en duda el trabajo.”; «La familia está conforme con la investigación judicial, pero la tranquilidad llegará sólo el día en que la Justicia resuelva «condenas ejemplares»[18]). Su crítica al modo en que se maneja la cuestión de la inseguridad está dirigida exclusivamente hacia la gestión del Poder Ejecutivo: “En muchos países un caso como el mío obligaría a que muchos responsables políticos den un paso al costado.”[19]
Siguiendo la temporalizada de los acontecimientos, a principios del 2013 se observa un incipiente deseo de participación en “lo público”, participación que se encuentra legitimada casi naturalmente en su calidad de víctima, y en la que además se enrola como representante emblemática de un ciudadano común. («Inexplicablemente, la prevención que compete al Estado está quedando cada vez más en manos de los ciudadanos que ya no saben de qué manera protegerse, pues todos los recaudos terminan siendo insuficientes.»[20]) Entendemos que en ese fragmento es posible leer una invitación al ciudadano común, por intermedio de Píparo, a participar activamente en la cuestión de la inseguridad. Empieza a manifestarse una invocación al colectivo, que llama al “empoderamiento”. ¿No es legítimo el mecanismo de reclamo que se asume similar desde distintas corrientes de pensamiento: el llamado a la acción, a la realización de reclamos, al “empoderarse” ante lo que se considera injusto? ¿Qué otras características asumen estos discursos y acciones que generan o pueden llegar a generar políticas o medidas tendientes a acrecentar los niveles de control social?
Dictamen del caso. La heroína y el rostro de la inseguridad: Llegando al tercer período del caso, que va desde el 7 de marzo de 2013 al 21 de julio de 2017, como análisis cuantitativo se analizó un total de 106 notas referidas a Píparo. Este período se divide en dos momentos: el primero data del juicio oral y sentencia a los implicados del “caso Píparo”, y el segundo refiere al ingreso a la vida política de Carolina, como candidata a diputada provincial por la Octava Sección Electoral, por Cambiemos. Al observar, desde este análisis cuantitativo, estos dos momentos, se evidencia el paso de víctima a heroína de Carolina.
Del total de las notas, 74 (70%) se encuentran publicadas en la sección de Seguridad y con un rastreo desde “caso Píparo, y 26 (24%) están en Política con un seguimiento de “Píparo”. Esto viene a reforzar lo dicho anteriormente, sobre la construcción que la Editorial le dio al caso. Ya no se trataba solamente de lo que Carolina podía decir, el caso se posicionó de tal manera, tras una construcción de este medio.
El juicio oral comenzó el 4 de marzo del 2013 en el Tribunal Oral Criminal Nª 2 de la calle 8 y 56, a casi a 3 años del hecho. La primera en declarar fue Carolina Píparo sin cobertura de los medios. Luego de 2 meses de audiencias, reconstrucciones, alegatos, el fallo condenó a cadena perpetua a cinco de los siete acusados. Los condenados fueron: Carlos Moreno, Miguel Pimienta Silva, Luciano López, Juan Manuel Calvimonte y Carlos Jordán Juárez. En tanto fueron absueltos: Carlos Burgos y Augusto Claramonte.
A los detenidos se los acusó de: «asociación ilícita, robo doblemente calificado en concurso real con homicidio triplemente calificado por haber sido perpetrado con alevosía, con el concurso premeditado de dos o más personas y criminis causa en grado de tentativa»[21].
En febrero del 2015 los magistrados del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires consideraron que se trató de un «homicidio en ocasión de robo»[22], y así obtuvieron penas menores, de entre 23 y 25 años.
Durante este primer momento se creó una atmósfera de contraposición entre los atributos de la víctima/héroe y victimario/villano/, bueno/malo. Se atribuyen adjetivos para catalogar a lo sucedido como una atrocidad, con carencias de valores morales. «Las pruebas que comprometen a los delincuentes son incuestionables. Estas bestias son indefendibles» (La Nación, 2013). Además de darle rostro a la inseguridad que tenía el país. “Son chacales y mata bebés” (La Nación, 2013)
Finalizado el juicio en el 2013 se puede observar que el protagonismo del ”caso Píparo” no aparece tanto en el espacio público mediatizado, en forma directa, pero sí como referencia – como ya hemos dicho- en otros casos que pudieran considerarse de “similares características”. Temas de seguridad y robos, asalto, muertes, y, sorprendentemente, para hablar sobre la despenalización del aborto. El caso se convirtió en un referente para diferenciar entre eso que está “bien” y eso que está “mal”, sin si quiera enfocar el tema o mantener algún criterio:
“Vale traer a colación la salidera bancaria que costó la vida al hijo de Carolina Píparo (…). Los robos, violaciones y asesinatos se repiten y aumentan, pero no por ello deben ser legalizados sino que deben ser penados y sus condenas efectivamente cumplidas. De igual manera, que supuestamente haya mayor número de abortos no significa que deben autorizarse.” (La Nación, 2014)
Se usó el caso para invalidar la lucha contra la criminalización del aborto, validando este hecho desde una normativa establecida en la moralidad y las buenas prácticas. Nuevamente se hace énfasis en esos roles sobre puestos entre madre y mujer. Se crea un superlativo al rol de madre y se invisibiliza el de la mujer. [23] Un retroceso en materia de derechos de la mujer.
Para este segundo momento, se observa a una Carolina heroína y con un discurso enfocado en contra de la inseguridad. En octubre del 2016 Carolina retoma mediáticamente protagonismo ante la convocatoria bajo el lema #ParaQueNoTePase, víctimas y familiares del delito, de la inseguridad vial y de la corrupción convocaban al «ciudadano común». Previamente Carolina ya había enfatizado sobre la necesidad de voltear la mirada hacia las “víctimas” y pensar en la estigmatización por la que pasan[24].
«Durante muchos años las víctimas estuvimos invisibilizadas y abandonadas por el Estado. A vos te pasa algo e, ingenuamente, pensás que la Justicia iba a estar de tu lado, pero te encontrás con una realidad diferente” (La Nación, 2016).
En junio de 2017 se sabe de la candidatura de Carolina, su discurso seguía siendo el mismo, la inseguridad. Desde esta tribuna se instaló a la apelación urgente a las instituciones para resolver el estado de inseguridad, constituyendo una agenda pública. “Cambiemos centrará en la inseguridad su campaña bonaerense” (La nación, 2017). Se pudo observar la incidencia que produjo su cercanía a fuentes de poder, tras el acto delictivo, para construir su discurso y su candidatura.
Reflexiones finales:
La Criminología mediática y Carolina Píparo: Para Raúl Zaffaroni, existe un preocupante fenómeno de delincuencia urbana en todo el mundo, “el hecho de la delincuencia urbana es proyectado a la población a través de la comunicación masiva, que construye la realidad de la delincuencia urbana (proyección mediática del hecho)”, que obtiene una respuesta política, pero no al hecho en sí mismo, sino a su proyección (discurso político de seguridad).
En base a los planteos de Raúl Zaffaroni, podemos decir que la creación de la víctima/héroe, es la selectividad en la proyección pública de la victimización. “La comunicación masiva sólo proyecta como víctimas a algunas de ellas, en tanto que otras carecen de imagen y de voz, directamente se ignoran y no son consideradas como tales por la opinión corriente”.
La criminología mediática busca a la víctima ideal, que es aquella que provoca la identificación en un amplio sector social “y en tal caso la convierte en vocera de su política criminológica, consagrándola como víctima-héroe”[25]. Carolina Píparo representa con claridad la víctima deseable por el universo mediático.
Desde La Nación (fundado en 1870) cuyo público al que apunta corresponde a estratos medios y altos, el caso tuvo tal repercusión porque sucedió dentro de una familia de un sector socio-económicamente favorecido, con recursos para llegar a hacer oír su voz en la escena pública y en los medios.
Para el procedimiento de construcción de la víctima/héroe, según Zaffaroni, los comunicadores incitan a la víctima a reclamar represión, “dado que nadie se atreve a contradecir en voz alta a un ser doliente y digno de compasión, necesitado de solidaridad, asistencia y consuelo, cualquier respuesta pública es proyectada y percibida como marcadamente insensible al dolor ajeno”. En Carolina, el proceso de exposición pública fue paulatino. Comenzó manifestándose a través de cartas hasta que logró hablar públicamente. Sus expresiones, que surgían desde lo más profundo de su dolor, sobre la inseguridad y la necesidad de “combatirla” con mayor control y punitividad, se fueron edificando como argumentos válidos y legítimos para el conjunto de la sociedad víctimas o víctimas potenciales. En este contexto, para muchos sectores, se volvía muy difícil dialogar y criticar estos posicionamientos.
Retomando a Zaffaroni, en esa coyuntura, los políticos -oficialistas y opositores- ensayan una respuesta a la realidad mediáticamente construida en base al discurso de la víctima/héroe y que, por supuesto, nada tiene que ver con el hecho de la criminalidad urbana, que es más ignorado que nunca. Así pues, en el caso analizado, advertimos lo anterior, en las publicaciones del diario La Nación respecto a las declaraciones del entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli, cuando él habría dicho al hermano de Carolina: “me tienen de manos atadas”. Así los debates se volcaron al dolor de la víctima, la insensibilidad de las declaraciones de las autoridades y un debate político partidista.
Por otro lado, constatamos que, para la construcción o transformación que nos ocupa, que no es otra que el pasaje de “víctima a héroe / heroína” y teniendo en cuenta el corpus de piezas periodísticas recortado a los efectos de esta investigación, el diario La Nación pone en acción sistemática todos los elementos que el modelo Intencionalidad Editorial enumera y estudia en tanto su evaluación de los contenidos mediáticos como casos específicos de un género más amplio que no es otro que de la Propaganda.
El capítulo del libro “Sigilo y nocturnidad…”-Ego Ducrot, Víctor (compilador) y otros; CCC; Buenos Aires; 2009), dedicado el tópico Propaganda sostiene, y lo que sigue es una apretada síntesis, que: Los conceptos tradicionales de propaganda y periodismo, que surgen del sentido común, suelen ser abordados desde valores diametralmente opuestos. En el caso del primer término, su sentido adquiere una negatividad tal que presupone una técnica poco seria y engañosa de la que se sirvieron los peores proyectos totalitarios de nuestra historia para lograr sus fines de dominación. Por el contrario, el periodismo se entiende -más allá de ciertos casos aislados – como una práctica relacionada con ‘la verdad y la libertad’, cuya aspiración sería mantenerse lo más alejada posible de las relaciones de poder existentes, para alcanzar el objetivo de la imparcialidad de criterio. mLas definiciones de diversos académicos coinciden en que la propaganda es un fenómeno de control social, organizado para ejercer una influencia sistemática sobre la opinión pública y la conducta de las masas. La confusión surge al considerar este concepto en relación con el periodismo. Algunos estudios dan cuenta de los medios periodísticos como instrumentos funcionales a la propaganda, sobre todo a partir del desarrollo de las comunicaciones en el siglo XX. Desde esta concepción el periodismo, con sus soportes escritos y audiovisuales, sería un vehículo de trasmisión de la propaganda. En la misma dirección se perfilan Noam Chomsky y Edwards S. Herman al analizar la prensa norteamericana. Ubican el punto de partida de la propaganda en un lugar ajeno al periodismo, en un plano exterior. ‘En un mundo donde la riqueza está concentrada y en el que existen grandes conflictos de intereses de clases’, los medios de comunicación ‘sirven para movilizar el apoyo (social) en favor de los intereses especiales que dominan la actividad estatal y privada’. En este sentido, sostienen que la propaganda es generada por las elites corporativas y gubernamentales para luego atravesar el campo informativo y simbólico de los medios. Este tipo de influencia, según Chomsky y Herman, se ejerce a través de un ‘modelo de propaganda’ que actúa de manera permanente información a través de cinco ‘filtros’, que determinan en última instancia lo que puede publicarse y lo que no (1: El tamaño, la concentración de la propiedad y la orientación de las empresas dominantes en el ámbito de la información. 2: La publicidad como principal fuente de ingresos de los medios. 3: La dependencia de los medios respecto de la información ofrecida por el Gobierno, las empresas y los expertos. 4: La acción de los grupos de presión y de opinión sobre los periodistas. 5: El anticomunismo como «religión nacional» y como mecanismo de control de los profesionales, quienes de resistirse a esta “religión” serían acusados de pro-comunistas; entendiendo y actualizando las categorías ‘anticomunismo’ y ‘pro-comunismo’ como traspolaciones semánticas para denotar la colisión que se registra en la dialéctica de los dispositivo culturales que confrontan con el actual bloque hegemónico, desde una perspectiva liberadora. (Chomsky, Noam y Herman, Edward S; Los guardianes de la libertad; Crítica,; Barcelona 2001). Desde la perspectiva de la Intencionalidad Editorial, sin embargo, partimos de los análisis de Vladimir Ilich Lenin, sobre la naturaleza, el rol y la organización de la prensa revolucionaria, para afirmar que el periodismo integra la noción genérica de propaganda. Es decir, se trata de una forma especial de propaganda, como la publicidad y la propaganda política, cuya particularidad se define por una relación dialéctica establecida entre la Objetividad y la Parcialidad de nuestra disciplina. Recordemos que por Objetividad entendemos que el hecho periodístico puede ser confirmado y contrastado a partir de las fuentes, mientras que la Parcialidad se advierte en la medida en que siempre existe una toma de posición frente a ese mismo hecho (…). Sería una tarea inabarcable tratar de determinar el origen preciso de la propaganda, porque ello exigiría remontarse al principio de la lucha del hombre por el poder, en el contexto de su inserción social. Así como todas las sociedades, desde las más remotas, han estado reguladas por un conjunto de ideas hegemónicas, alrededor de las cuales se organizaron las más diversas relaciones humanas, también ha sido necesaria la utilización de la persuasión para alcanzar determinado grado de consenso en torno de dichas concepciones. Pensemos que, incluso en el caso de las imposiciones por la fuerza, el método coactivo no se aplica sin la legitimación de, al menos, un grupo social. Puede establecerse, sin embargo, el origen del término ‘propaganda’. La palabra deriva del verbo latino ‘propagare’ y fue usada por la Iglesia Católica para designar al órgano que se encargaría de difundir y afianzar la doctrina cristiana fuera de las fronteras de Roma: la Congregatio de Propaganda Fide, fundada por el Papa Gregorio XV en 1622. Los cardenales que componían esa comisión y los misioneros que estaban bajo sus órdenes se valieron en gran medida de la imprenta para alcanzar su objetivo en los países no católicos. De esta forma, el invento de Gütemberg, se convirtió para la Iglesia en un arma tanto o más importante que la cruz y la espada de las guerras santas y la conquista de América, o las cámaras de tortura de la Inquisición (…) Los antecedentes del periodismo se relacionaron directamente con el comercio. Durante la Edad Media se cotizaban a muy buen precio las cartas de los comerciantes, hojas manuscritas que daban cuenta de informaciones referidas a los lugares más remotos. En Inglaterra, desde el siglo XIII, se había establecido un servicio especial de noticias para la nobleza, al igual que en Alemania y en Francia. En Italia, por su parte, eran famosos los llamados menanti o gazzetanti, unos personajes que sufrieron la mala fama y la represión que les impuso la Iglesia. Uno de los jefes de estos grupos, Aníbal Copello, fue acusado en 1587 de revelar secretos del Vaticano y luego condenado a que se le cortaran una mano y la lengua, además de ser identificado públicamente como embustero y calumniador (…). Con otros autores reconocemos cinco reglas de la propaganda que pueden servirnos de referencia: simplificación y enemigo único; exageración y desfiguración; orquestación; transfusión; y unanimidad y contagio (…). Los contenidos de este extenso párrafo en algunos puntos evoca y en otros encierra a casi la totalidad de los registros que hemos constatado en el análisis que nos ocupó.
También podemos resaltar, como lo hemos hecho a lo largo del relato, que Carolina Píparo reunió ciertas cualidades particulares, en ese momento y lugar, que la transformaron en la heroína de época; sucesos que, a la luz de los acontecimientos, es altamente probable hayan sido tenidos en cuenta por ella misma en tanto voluntad y decisión individual, y por su espacio político – el oficialismo nacional y provincial que se expresa en Cambiemos y tiene centralidades en la figura del presidente Mauricio Macri, y en el distrito bonaerense en la gobernadora María Eugenia Vidal -, a la hora de concebir, potenciar y poner en ejecución su posicionamiento como personalidad política, consagrada en tanto su condición actual de diputada provincial a punto de asumir su escaño, como así también de organizar todo el plexo programático y discursivo que propone. Ver por ejemplo Perfil 11-06-17: “La mujer integra la asociación civil Usina de Justicia, mediante la cual trabaja a diario en Diputados. Por ello, sostuvo que dentro de la Cámara se siente muy cómoda. “No sentí la grieta de la que se habla. En todos los temas que hablamos, victimas y seguridad, hay más acuerdo de lo que se cree (…). Es urgente debatir el régimen penal juvenil, hay que pensar en qué pasó para que un chico dispare. Nos queda más cómodo victimizar al delincuente. Hay familias que se dedican a la delincuencia y que difícilmente puedan inculcar otra cosa a sus hijos”. RealPolitik (18-10-17: “La realidad es que el gobierno anterior que tanto se jactó de los derechos humanos, el estado en el que dejaron las cárceles es difícil trabajar. Necesitamos más cárceles porque el delito creció. Todos los organismos de derechos humanos nunca concluyen un informe diciendo “necesitamos más cárceles”. Buscan una cuestión casi liberatoria. No podemos debatir si debe existir o no la cárcel. El daño no puede ser gratis, lo que para vos no vale, para mí sí. La vida perdió valor. Hay factores como el narcotráfico, la droga y la marginalidad que potencian, pero la impunidad es la mayor causante de inseguridad. Esta justificación permanente del delincuente nos lleva a esto. No se enfrentan a grupos armados, se enfrentan a gente indefensa. Ya con el motín, como en mi caso, han hecho daño por el daño mismo”.
Y por último observamos que el pasaje de Carolina Píparo de víctima de un hecho de violencia delictiva a “heroína”, que como tal se proyectó sobre el escenario político nacional y provincial, implicó en primer lugar la CLAUSURA u OBTURACIÓN de casi cualquier debate posible, toda vez que su real condición de víctima – lo que está fuera de duda – fue convertida en cuasi palabra de deidad por el instrumental mediático desde categoría propagandísticas como “desfiguración – orquestación, transfusión y unanimidad y contagio”. Constatamos asimismo que esa CLUSURA u OBTURACIÓN devino en un proceso de TRASPOLACIÓN del propio sujeto (Carolina Píparo) hacia los entornos semánticos explícitos en el campo de disputa del poder político en los ámbitos estatales e institucionales, desde los cuales aquello que aquí en forma provisional denominaremos “paradigma Píparo” se eleva con carácter de ejemplo y muestra efectiva del núcleo central o duro del programa de Seguridad puesto en marcha por el gobierno de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires: más policía, más punibilidad y más población carcelaria, sin abordar con la misma “pasión” tópicos claves como le es la trama de complicidades existentes entre elementos de los cuerpos de seguridad, del aparato mediático dominante y de los poderes políticos, legislativos, judiciales y fiscales, tal cual se desprende de los dichos del actual ministro de Justica bonaerense, Gustavo Ferrari en el marco del IV Consejo Provincial de Seguridad Pública, realizado a fines de noviembre en Cariló; oportunidad en la cual ese funcionario celebró la existencia de unas 42.000 personas privadas de su libertad en instalaciones bajo la guarda del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), como un rotundo éxito de la gestión Cambiemos.
[1] Ramiro Sagasti, 30 de julio de 2010; «Carolina sólo quería ver a su hijo», dijo su madre, LA NACIÓN
[2] Ídem 1
[3] Gustavo Carabajal, 1 de agosto de 2010; Cómo operaba la banda que atacó a la mujer embarazada en La Plata, LA NACIÓN
[4] Ídem 3
[5] Ídem 3
[6] Ídem 3
[7] No se especifica autor, 1 de agosto; Protegen a un testigo clave, LA NACIÓN
[8] No se especifica autor, 9 de setiembre; Asaltó a una embarazada y le dijo: “Chau Carolina”, LA NACIÓN
[9] Sebastián Lalaurette, 15 de mayo de 2012, «Creo que no se puede vivir más así», LA NACION.-
Participaron en la investigación: Nicolle Soria, Patricia A. González, Cecilia Maloberti, Magalí Campaño, Ángel Ojeda, Brunella De Luca, Marcelo Darío Franchino, Eva María Agama, Marcelo José Rey, Valeria Moscoso, Fernando Gómez, Lucía Piñeyro y Ursula Asta. Coordinadora: Victoria Castiglia.