Perpetua en la cusa ESMA para Acosta, Astiz, Arrú, Azic y Cavallo. El Tribunal Oral Federal Número 5 emite las sentencias para los 54 imputados por delitos de lesa humanidad en el juicio ESMA III, el proceso más prolongado en la historia del sistema penal argentino, cuyo debate oral y público tomó cinco años con 410 audiencias, en los que fallecieron 11 de los 65 imputados originalmente y tres fueron apartados por razones de salud.
El Tribunal Oral Federal Número 5 condenó a prisión perpetua a 29 integrantes de la patota que transformó a la Escuela de Mecánica de la Armada en un centro clandestino de detención. Otros 19 recibieron condenas de 8 a 25 años y 6 fueron absueltos. El juicio ESMA III fue el proceso más prolongado en la historia del sistema penal argentino, cuyo debate oral y público tomó cinco años con 410 audiencias, en los que fallecieron 11 de los 65 imputados originalmente y tres fueron apartados por razones de salud.
Durante casi cuatro horas, el tribunal leyó por orden alfabético las condenas a los responsables de uno de los mayores centros clandestinos que funcionó en el país durante la última dictadura cívico-militar. Jorge Eduardo «El Tigre» Acosta, el jefe del grupo de tareas que llegó con vida a la instancia final del juicio, Alfredo Astiz, Ricardo Cavallo, Juan Antonio Azic, son algunos de 29 condenados a prisión perpetua. El conocido como «el partero» de la ESMA, Jorge Luis Magnacco, recibió una pena de 24 años de prisión, dos de los pilotos de los vuelos de la muerte tednrán que cumplir la máxima pena mientras que uno de ellos Julio Poch, fue absuelto. Otro de los que se benefició fue Juan Alemann, ex secretario de Hacienda de José Alfredo Martínez de Hoz, quien había sido reconocido en una visita a secuestrados en la ESMA.
Se trata de la tercera edición del juicio por la ESMA, ya que el primer juicio no llegó a su fin debido a que el único imputado, Héctor Febres, murió antes de conocerse la sentencia, en 2007, y el segundo juicio finalizó el 26 de octubre de 2011 con 16 condenas a prisión perpetua, penas entre 18 y 25 años y dos absoluciones.
Carlos Loza y Osvaldo Barros, ambos integrantes de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), una de las entidades querellantes en esta megacausa, esperaban «con ansiedad» los fallos con la convicción de que «más allá» de las condenas que reciban los represores «nunca» abandonarán «la lucha por la justicia».
«Estamos con ansiedad y esperamos las condenas con mucha expectativa. Son muchos años de lucha y si llegamos hasta acá es porque tenemos la responsabilidad de conseguir Justicia para nuestros compañeros que no pudieron sobrevivir», habia dicho Carlos Loza.
El veredicto superó las expectativas de gran parte de las víctimas que temían que la ola negacionista impulsada desde el Gobierno tuviera efecto sobre el tribunal.
El juicio de ESMA III comenzó en 2012 y se analizaron 789 delitos de lesa humanidad, entre ellos varios casos referidos a los denominados vuelos de la muerte, por los que hay cinco efectivos de la Armada imputados.
Es la primera vez que la Justicia de un Estado nacional procesa una causa por crímenes contra la humanidad de tal magnitud y duración, ya que para analizar casos como los genocidios de Ruanda y la ex Yugoslavia se constituyeron tribunales internacionales.
Tanto Loza como Barros habían explicitado sus reservas. «Hay algunos genocidas que andan diciendo que van a quedar en libertad y parece que ya tienen ese dato, que alguien se los filtró. Nosotros vamos por la estructura, no por los casos individuales. Hay planillas que comprueban la existencia de los vuelos de la muerte. Eso no se puede negar», observó Barros.
En una entrevista concedida tras una ronda en Plaza de Mayo, los sobrevivientes fundaron sus dudas en relación a un fallo reciente de la Sala I de la Cámara de Casación que liberó a ocho ex policías de la Federal en casos de lesa humanidad perpetrados entre 1976 y 1977, con el argumento de que «pudieron no saber» que integraban una estructura abocada a la represión ilegal.
«Uno de los firmantes de ese fallo es el juez Leopoldo Bruglia, que aún integra el TOF 5 y puede aplicar este criterio para beneficiar a los pilotos que participaron en los vuelos de la muerte. Vamos a estar atentos y preparados para formular las apelaciones que correspondan», señaló Loza.
«Cuando me siente a escuchar el veredicto, voy a tener muy presente a mi compañero Rodolfo Picheni, que estuvo conmigo en la ESMA y trabajó conmigo para lograr condenas contra los genocidas. Lamentablemente, se suicidó en 2012 porque no pudo más de tristeza. Si se hace Justicia lo voy a recordar con mucha alegría», puntualizó Loza.
En una sentencia histórica, el Tribunal Oral Federal Número 5 condenó a prisión perpetua al genocida Jorge “Tigre” Acosta, el ex jefe de inteligencia de la Unidad de Tareas 3.3.2 de la ESMA, por privación de la libertad “doblemente agravada” por haber sido cometida sobre perseguidos políticos y por su condición de funcionario público en 125 hechos. El «dedo de Dios», como se hacía llamar el entonces capitán decidía sobre la vida y la muerte de sus prisioneros en el centro de detención clandestino de la Escuela de Mecánica de la Armada.
En tanto, el represor Alfredo Astíz, también fue condenado a prisión perpetua. Los jueces sentenciaron que fue culpable de homicidio triplemente agravado por alevosía y premeditado en más de dos casos, siendo funcionario publico, y por privación con violencia y que duro más de un mes en 153 hechos. Al ex capitán de fragata, responsable de infiltrarse en la Iglesia Santa Cruz para secuestrar a las monjas francesas Alice Domon y Leonnie Duquet y a las principales referentes de las primeras Madres de Plaza de Mayo, entre otros delitos lo condenaron además por haber ocultado la identidad de menores de edad en otros 12 casos.
Por otro lado, el tribunal decidió absolver a Juan Alemann, uno de los dos civiles acusados en este juicio, ex asistente del entonces ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz, quien había sido acusado de haber presenciado y encubierto crímenes en la Esma cuando era secretario de Hacienda. Alemann entró en la ESMA en 1980 para «ver» a Orlando Ruiz, un joven militante de Montoneros, secuestrado el 4 de junio de 1980, con su esposa Silvia Beatriz María Dameri, embarazada, y sus dos hijos menores, María de las Victorias y Marcelo Mariano.
Los otros cuatro condenados a prisión perpetua fueron Randolfo Agusti Scacchi, el ex jefe naval acusado de alrededor de tres centenares de delitos de lesa humanidad; Mario Daniel Arrú, expiloto de la Prefectura encargado de realizar los «vuelos de la muerte»; Juan Antonio Azic, el represor sentenciado por la apropiación de la actual diputada Victoria Donda y el militar Ricardo Miguel Cavallo, condenado por secuestro, tortura y desaparición de 89 víctimas.
Otras condenas:
Carlos Octavio Capdevilla, condenado 15 años de prisión.
Juan Arturo Alomar, condenado a 13 años de prisión por mayoría.
Daniel Humberto Baucero, condenado a 10 años de prisión.
Julio César Binotti, condenado 8 años de prisión.
Paulino Oscar Altamira, condenado 8 años y 6 meses de prisión.
Los querellantes y sobrevivientes de ese centro clandestino de detención conocen hoy el veredicto de este tribunal por el que, entre otros, pasaron el represor retirado de la Marina Alfredo Astiz y el ex jefe de tareas del Grupo de Inteligencia 3.3.2. Jorge Eduardo Acosta.
La lectura de las sentencias se realiza en los tribunales de Comodoro Py, y está previsto que por la gran cantidad de sentencias se prolongue durante toda la tarde.
Se trata de la tercera edición del juicio por la ESMA, ya que el primer juicio no llegó a su fin debido a que el único imputado, Héctor Febres, murió antes de conocerse la sentencia, en 2007, y el segundo juicio finalizó el 26 de octubre de 2011 con 16 condenas a prisión perpetua, penas entre 18 y 25 años y dos absoluciones.
Carlos Loza y Osvaldo Barros, ambos integrantes de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), una de las entidades que querella en esta megacausa, afirmaron en diálogo con Télam que esperaban «con ansiedad» los fallos con la convicción de que «más allá» de las condenas que reciban los represores «nunca» abandonarán «la lucha por la justicia».
«Estamos con ansiedad y esperamos las condenas con mucha expectativa. Son muchos años de lucha y si llegamos hasta acá es porque tenemos la responsabilidad de conseguir Justicia para nuestros compañeros que no pudieron sobrevivir», le confió a la agencia Télam Carlos Loza.
Por su parte, Barros, que también dialogó con esta agencia, consideró que este proceso por crímenes de lesa humanidad es el resultado de «una lucha de muchos años y en la que hubo que vencer muchos miedos».
El juicio de ESMA III comenzó en 2012 y se analizaron 789 delitos de lesa humanidad, entre ellos varios casos referidos a los denominados vuelos de la muerte, por los que hay cinco efectivos de la Armada imputados.
Es la primera vez que la Justicia de un Estado nacional procesa una causa por crímenes contra la humanidad de tal magnitud y duración, ya que para analizar casos como los genocidios de Ruanda y la ex Yugoslavia se constituyeron tribunales internacionales.
Sin embargo, tanto Loza como Barros expresan algunas reservas con respecto a las condenas.
«Hay algunos genocidas que andan diciendo que van a quedar en libertad y parece que ya tienen ese dato, que alguien se los filtró. Nosotros vamos por la estructura, no por los casos individuales. Hay planillas que comprueban la existencia de los vuelos de la muerte. Eso no se puede negar», observó Barros.
En una entrevista concedida tras una ronda en Plaza de Mayo, los sobrevivientes fundaron sus dudas en relación a un fallo reciente de la Sala I de la Cámara de Casación que liberó a ocho ex policías de la Federal en casos de lesa humanidad perpetrados entre 1976 y 1977, con el argumento de que «pudieron no saber» que integraban una estructura abocada a la represión ilegal.
«Uno de los firmantes de ese fallo es el juez Leopoldo Bruglia, que aún integra el TOF 5 y puede aplicar este criterio para beneficiar a los pilotos que participaron en los vuelos de la muerte. Vamos a estar atentos y preparados para formular las apelaciones que correspondan», señaló Loza.
«Cuando me siente a escuchar el veredicto, voy a tener muy presente a mi compañero Rodolfo Picheni, que estuvo conmigo en la ESMA y trabajó conmigo para lograr condenas contra los genocidas. Lamentablemente, se suicidó en 2012 porque no pudo más de tristeza. Si se hace Justicia lo voy a recordar con mucha alegría», puntualizó Loza.