Los 44 tripulantes del submarino hasta ahora perdido en las frías honduras del Atlántico Sur hablan sí, de un sinfín de irregularidades políticas e institucionales; en cuyo contexto la trama de poder de la propia Armada, el presidente Mauricio Macri y su ministro de Defensa, Oscar Aguad, son personajes centrales y críticos, y en el cual también los medios de comunicación, entre ellos en forma desquiciante el dizque periodismo de la TV, desempeñan un rol que parece crítico pero acrítico, desinformador, tergiversador y sobre todo cómplice objetivo de ese siniestro velo de operaciones por parte de servicios y contra servicios de inteligencia que parecen manejar tras bambalinas casi la totalidad del quehacer público. Lo que sigue es un resumen provisorio y abierto de algunos de los hechos que mantienen en vilo a circuito informativo de los argentinos desde el que ARA San Juan se perdió en su viaje de retorno a la Base Naval Mar del Plata.
Por Carlos López / La movilización de submarinos es una tarea sumamente estratégica y costosa que la Argentina no tiene forma de soportar a largo plazo con los presupuestos que se destinan y con la forma que los mismos se ejecutan anualmente para sector, y mucho menos en condiciones óptimas para asegurar la navegación. Medios como el portal La Política Online pusieron el peso de los más que probables errores en el ya trágico episodio del submarino ARA San Juan errores en algunas de las decisiones de la Armada, citando casos como el que ocurrió en 2008 con el submarino Ara Santa Cruz – gemelo del San Juan -, el cual registró una falla técnica cuando se dirigía a Chile y debió detenerse en Ushuaia, “donde la tripulación fue rescatada y la nave enviada a reparar a la empresa Tandanor, que nunca volvió a ponerlo a flote”. En la misma nota periodística se relata que en aquel momento “Nilda Garré, entonces ministra de Defensa, supo del desperfecto a tiempo, frenó la nave en la ciudad más austral del país y rescató a sus tripulantes” pero que igualmente “tampoco le fue tan fácil, porque las autoridades militares suelen retacear información. Al conocerse la avería que tenía el submarino “de inmediato la ministra le ordenó al jefe de la Armada, Jorge Godoy, detener el ARA Santa Cruz en Ushuaia, envió peritos propios y suspendió el viaje que emprendía a Valparaíso”. Comparar esta situación pasada con el ARA San Juan es algo descabellado porque en este caso ni siquiera se tiene algún dato de qué le ocurrió al submarino. Los periodistas que han sido portavoces del conflicto entre el gobierno y la Armada olvidan que no se pueden hacer conjeturas en base a hipótesis que con el paso de las horas no paran de desmentirse más que aclararse. Pero hay algo más grave aún, la invocación de aquél hecho trajo aparejado un firme indicio de aquello que motivó el título de este texto: la creciente sensación de que los argentinos vivimos atrapados en una red silenciosa, sigilosa y nocturna – casi las mismas categorías desde las que se elaboran las prácticas periodísticas según el modelo teórico Intencionalidad Editorial desarrollado por académicos de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP y otras universidades nacionales – de las operaciones y contra operaciones múltiples y para todos los gustos políticos de una pléyade interminable de servicios de inteligencia. En fín, algo no muy distinto a los que sucede en el mundo, siendo este el de los hechos llamados realidad o los que aparecen en los mejores thrillers de la literatura, del cine y de la series para la TV.
El citado “analista internacional” Centurión dijo además que cuando lo del ARA Santa Cruz, el entonces jefe de la Armada, Jorge Godoy, le ocultó información al gobierno nacional, ante lo cual Tettamanti no ocultó su asombro y comentó que Godoy esa su amigo. El 23 de diciembre de 201, el diario La Nación comentaba “Relevan al jefe de la Armada. Pocas horas después de haber sido procesado por la Justicia, acusado de haber permitido tareas de espionaje interno, el jefe de la Armada, almirante Jorge Godoy, fue pasado a retiro. Así lo dispuso la presidenta Cristina Kirchner, que nombró en su reemplazo al vicealmirante Carlos Alberto Paz, veterano de Guerra de Malvinas y, hasta ayer, subjefe de la fuerza. La Armada informó que el propio Godoy pidió su retiro anteayer y la Presidenta lo aceptó en menos de 24 horas, después de que el juez federal Daniel Rafecas dictó su procesamiento por sostener que controlaba el aparato de inteligencia de la Armada. Como informó La Nación, la causa se había iniciado por una denuncia del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) a raíz de presuntas prácticas de espionaje ilegal a políticos y dirgentes sociales en la Base Almirante Zar, de Trelew. Godoy, de 65 años, conducía la Armada desde fines de mayo de 2003, cuando fue promovido por Néstor Kirchner, en una de sus primeras designaciones después de asumir la Presidencia (…). En fuentes castrenses se estimaba ayer que Godoy sumaba una preocupación adicional por el avance de la causa que tramita el juez Lijo por presuntos pagos irregulares en la compra de material para el desarrollo de los Patrulleros Oceánicos Multipropósito (POM). Se trata de un emprendimiento acordado con el gobierno de Chile, durante la gestión ministerial de Garré, que se convirtió en escándalo cuando la revista alemana Der Spiegel denunció que la operación había incluido el pago de coimas, basado en declaraciones de un ex directivo de la empresa Ferrostaal en Munich. Godoy había encabezado las negociaciones, por lo que el juez pidió detalles de sus viajes y contactos telefónicos”. Recuérdese que los desperfectos en el ARA Santa Cruz, alertados por el “analista internacional” a Garré, se dieron en ocasión de un anunciado viaje de esa nave a Chile.
El 3 de abril de 2014, el sitio MDP Hoy, de Mar del Plata, comentaba que “la empresa Servicios Portuarios Integrados (SPI SA), propiedad del subsecretario de Puertos y Vías Navegables, Horacio Tettamanti, resultó adjudicataria de la licitación 65/13 convocada por la Armada para proveer de software de navegación a la Escuela Nacional de Náutica Manuel Belgrano. El área de Puertos y Vías Navegables depende de la Secretaría de Transporte, que funciona dentro del Ministerio del Interior y Transporte, a cargo de Florencio Randazzo. La Oficina Nacional de Contrataciones dio cuenta de que el 20 de febrero último, a través de su Servicio Administrativo Financiero, el Estado Mayor General de la Armada emitió la orden de compra 18, correspondiente al expediente 1-29 de la licitación pública 65/2013, en favor de SPI, para la instalación del software. Fuentes de la Armada indicaron que la empresa ‘cumplió con los requisitos administrativos’. Consultadas sobre si estaban al tanto de que el subsecretario de Puertos, Horacio Tettamanti, es dueño del astillero que ganó la licitación, respondieron que ‘lo único que se evalúa es lo administrativo’ y que obraron ‘de buena fe’ frente a la ‘declaración jurada que señalaba que (Tettamanti) había renunciado a la presidencia’ de la empresa. ‘Es una sociedad anónima. No podemos averiguar quiénes son. Podemos inducir, pero lo que vale es lo que podemos probar’, agregaron desde la Armada. Si bien Tettamanti renunció a la presidencia de la empresa, designó a su esposa, Adriana Lidia Grande, como directora suplente de la sociedad Servicios Portuarios Integrados. SPI mantiene una relación laboral histórica con la Armada. Es el astillero más importante del puerto de Mar del Plata, donde repara habitualmente buques del Estado por su proximidad con la Base Naval. La Armada contaba con un dique para el mantenimiento de su flota en la Base Naval, el Yerba I. Pero en la década del 90, SPI le inició un juicio por competencia desleal. La empresa ganó la contienda y la Armada debió desmantelar el dique estatal. Desde entonces, repara los barcos en los diques de SPI. Tettamanti fundó la empresa en 1976. Según consta en la información actualizada que brinda SPI como proveedor de la Oficina Nacional de Contrataciones, renunció a la presidencia el 31 mayo de 2012. En el Boletín Oficial, este dato se publicó recién el 2 de enero de este año. En tanto, al mes de su renuncia como presidente de SPI, asumió como subsecretario de Puertos y Vías Navegables, designación que figura en el registro oficial en la edición del 22 de junio de 2012. Según consta en la declaración jurada que presentó en 2012, cuando asumió como funcionario nacional, Tettamanti declaró poseer participación accionaria en tres sociedades: Servicios Portuarios Integrados (1%), Astilleros Patagónicos Integrados (0,5%) y Terminal de Reparaciones Navales (0,5%). SPI representa en la Argentina a la empresa rusa Transas, cuyo simulador ofreció en la licitación pública”.
Este mismo sábado, en el contexto del horror que se esta viviendo en torno a lo acaecido con el ARA San Juan, el diario La Nación, con la firma de Mariano De Vedia, consignó lo que sigue: “Llamó por teléfono y avisó: ‘En una hora estoy ahí. El presidente Mauricio Macri fue muy preparado ayer, poco antes del mediodía, al edificio Libertad, con preguntas técnicas y precisas sobre las hipótesis que giran en torno de la explosión del submarino ARA San Juan y los esfuerzos por rescatar a sus 44 tripulantes. Lo esperaban el jefe superior de la Armada, almirante Marcelo Eduardo Hipólito Srur, con la conducción superior naval y los jefes de las otras fuerzas. La firmeza con que Macri aseguró que el submarino ‘va a ser recuperado’ se interpretó como un mensaje sin ambigüedades a la cúpula de la Armada, especialmente a quienes empezaban a considerar que podrían existir dificultades técnicas y operativas en el rastrillaje del submarino, si se confirma que permanece a unos 600 metros o más de profundidad. Algún marino le deslizó ese obstáculo y la respuesta fue contundente: ‘Vamos a rescatarlo. Los posibles efectos de la onda expansiva, las funciones fijadas para cada unidad nacional y extranjera en la organización del operativo, los tiempos que se manejarían y la decisión de no ahorrar empeño en el rescate del submarino son algunas de las inquietudes con que Macri arribó a la sede naval, en helicóptero, acompañado por el ministro de Defensa, Oscar Aguad; el secretario general de la Presidencia, Fernando De Andreis, y el secretario de Asuntos Estratégicos de la Cancillería, Fulvio Pompeo. El jefe del Estado permaneció cuarenta minutos en la sala, con intensas preguntas y respuestas que lo dejaron conforme, frente a la mesa ovalada de la Sala de Situación, en el 12° piso del edificio Libertad, donde dos días antes había sido escenario de un tenso encuentro con los jefes navales. Una fuente del oficialismo estimó que el Presidente sorprendió a las autoridades de la Armada con el nivel detallado de las preguntas que transmitió, fiel a su condición de ingeniero y se fue muy satisfecho con las explicaciones. ‘Es evidente que primero se asesoró con expertos fuera de la Armada’, reveló a La Nación un colaborador de los funcionarios presentes. ‘Teniendo delegaciones extranjeras tan capacitadas para participar de la búsqueda y el rescate del ARA San Juan, no es una tarea imposible recabar información fuera de la cadena de mandos de la Armada, aventuró la fuente consultada”. Nótese que esas últimas informaciones dicen que, una vez más, son voces sigilosas la que orientan a la agenda de Estado de los argentinos.
A lo ya citado de LPO cabe añadir que fue la propia ex ministra Garré quien ante las cámaras de una canal (des) informativo de la TV reconoció que en aquella ocasión fue una persona conocida en el medio la que la puso en autos de la situación del ARA Santa Cruz, y lo nombro: “Centurión”. Este, a su vez y presentado muchas veces como “analista internacional” explicó el viernes por la noche en C5N, en el programa que conduce Gustavo Sylvestre y en entrevista compartida con el ingeniero naval Horacio Tettamanti, que por allegados suyos supo de los inconvenientes que ofrecía el ARA Santa Cruz, sobre los cuales informó a la entonces ministra. Independientemente de lo que haya sucedido con la unidad de la Armada en aquella oportunidad, de los relatos de Garre y de Centurión surge la existencia de una al menos extraña metodología para la toma de decisiones de Estado en temas de suma importancia estratégica como lo es la suerte de la flota de submarinos.
La incomunicación del submarino argentino en altas aguas del océano Atlántico evidenció las fisuras en la relación entre el ministerio de Defensa de la Nación y la rama marítima de las Fuerzas Armadas. Mientras el presidente Mauricio Macri prepara una “purga” de la Armada, una decena de países acuden al sur argentino para seguir con los rastrillajes que al menos den con alguna señal del navío desaparecido. Si bien se confirmó una explosión -técnicamente una implosión- el pasado 15 de noviembre en el mismo trayecto que realizaba el submarino, son por ahora prácticamente nulas las certezas que el Estado argentino le puede entregar a los familiares de los marinos, aunque la propia naturaleza de los hechos, los protocolos y los tratados internacionales sobre mares y navegación pueden explicar los tiempos que la propia Armada intenta explicar, sin saber hacerlo por cierto, ante un enjambre de reporteros sobre todo de la TV que exhiben una ignorancia y torpeza que alarma, especialmente por su insistencia.
En ese sentido, los medios de comunicación de toda naturaleza y color – salvo las excepciones que siempre se registran – no hacen más que nublar un escenario con una gran serie de hipótesis y un estado de desconcierto generalizado y agregándole a lo trágico de los acontecimientos u perfil perversamente dramatizados, para conseguir audiencia o para operar como auxiliares de inteligencia en eso del sigilo y la nocturnidad.
La desaparición del submarino ARA San Juan en las profundidades del mar desencadenó una serie de fenómenos que dan cuenta del momento político y social que atraviesa la Argentina. Desde el comienzo de la gestión macrista se ha emitido la intención casi como una política dirigida de mantener a la población entretenida con periodistas convertidos en mediáticos del momento que en diferentes temáticas van desde un narcisismo empedernido a una altísima falta de profundidad en las problemáticas. El episodio que atraviesan los 44 tripulantes del submarino desnudo eso y, además, dio muestras de que el ministerio de Defensa e incluso la propia Casa Rosada que conduce poco hacen para conducir a la Armada y otras ramas de las Fuerzas Armadas. A esa realidad es que sumó el aparato mediático, para embarrar aún más un escenario plagado de falsas especulaciones, hipótesis de todos los colores e incluso reflexiones futuristas de periodistas que esperaban que esta historia al menos saque un buen rating con el llanto de los familiares.
Respecto de las familias, a los cuales la TV recurre una y otra vez en forma perversa, dándole carácter de fuente analítica al dolor, con los mismos recursos de estilo que utiliza para cubrir la agenda del delito y la violencia desde una mirada más ocultadora que reveladora, resultó remarcable la intervención de la famosa actriz y militante social británica Vanessa Redgrave, quien desde Mar del Plata, como invitada al festival de cine que acaba de realizarse en esa ciudad, se solidarizó con las familias de los submarinistas. “La gran actriz británica llegó al festival marplatense para presentar su documental Sea Sorrow, sobre la crisis de los refugiados en Europa, pero terminó hablando casi de manera excluyente sobre el ARA San Juan: “No les dicen nada a los familiares. Eso no es respeto”, dice la nota que Diego Brodersen publicó este sábado en el diario Página 12: ‘Si no podemos hablar desde el fondo del corazón, para qué vivimos en este planeta’, afirmó Redgrave. Antes de las preguntas de rigor, la conferencia de prensa se abrió con una reflexión sobre el submarino ARA San Juan, cuya desaparición pesa y mucho en el corazón de los habitantes de la ciudad: la Base Naval Mar del Plata era el destino final del viaje de los 44 submarinistas. ‘Todos los hombres de mi familia fueron miembros de la Armada Real Británica durante la Segunda Guerra Mundial’, comenzó Redgrave con una voz baja y apesadumbrada. ‘Mi abuelo fue director del Colegio de la Armada Real, donde se formaba a los marineros. Mi padre fue un marinero común. Los dos hermanos de mi madre estaban en la Armada. Uno de ellos, cuyo nombre era Robin, luchó en el Pacífico y murió allí. Digo todo esto para que comprendan por qué me refiero a este hecho antes de hablar de cualquier otra cosa. En el año 2000 un submarino ruso, el Kursk, explotó y se hundió en el Mar de Bari. En ese momento viajé a Moscú y me reuní con siete u ocho familiares de los navegantes, dimos una conferencia de prensa y enviamos un mensaje conjunto al pueblo ruso. También juntamos algo de dinero, recaudando fondos a partir de las entradas del teatro donde estaba dando funciones en Londres. En tiempos de una terrible tragedia en la cual perdemos a los seres queridos existe una necesidad de juntarse y poder hablar desde el fondo de nuestro corazón. Ayer miré la televisión durante una hora y me sentí realmente avergonzada al darme cuenta de que a los familiares no se les comunicaba de manera clara qué estaba ocurriendo. Y eso es lo más importante. Nosotros, que somos miembros de los medios de comunicación o transmitimos ideas desde el cine, el teatro; ustedes, la prensa, si no podemos hablar desde el fondo del corazón, para qué vivimos en este planeta’”. Notable.
El pasado martes, en plena búsqueda del submarino y cuando varios países ya se habían instalado con equipos, barcos y aviación de primer nivel para comenzar nuevas expediciones, el portal Infobae confirmaba que la Armada había retenido información sobre las condiciones del ARA San Juan y afirmaron que el ministro de Defensa, Oscar Aguad, se enteró de esto nada menos que leyendo al propio medio. “Ya circulaba un memo interno de la Marina informando sobre la interrupción de las comunicaciones con el submarino reconstruido en épocas de Cristina Kirchner, y Aguad no había sido agregado en la distribución del parte secreto remitido al jefe de la Armada, almirante Marcelo Srur”, redacta una nota periodística de Infobae de ese día, que continúa: “Con la nota titilando en su computadora, el ministro de Defensa exigió precisiones al almirante Srur, que reconoció la ausencia de contacto con el ARA San Juan. Sucedió el jueves 16 de noviembre, muchas horas después de la emisión de la comunicación interna de la Armada que solicitaba oficialmente la búsqueda del submarino desaparecido. Pero Srur no contó todo lo que sabía a Aguad. Obvió precisiones respecto a las razones que habrían causado el silencio de radio del ARA San Juan. El almirante omitió reportar que el capitán del submarino, Pedro Fernández, había adelantado una falla en las baterías y por eso regresaba a Mar del Plata antes de tiempo. Cuando ese dato ya estaba circulando entre los familiares de la tripulación, Srur ratificó a Aguad que el submarino tenía problemas técnicos”.
En ese momento la información sobre el paradero del submarino comenzó a ser un show vergonzoso. Aguad y Srur se distanciaron cada vez cuando entre autoridades de la Armada circuló la versión de que supuestamente habían existido siete llamadas entre el submarino y distintos teléfonos vinculados con ese sector de las Fuerzas Armadas, lo que finalmente fue desmentido por Iridium, la empresa propietaria de los aparatos satelitales utilizados para la navegación en alta mar. Estas diferentes versiones sólo comenzaron a confirmar lo que la gran mayoría de familiares de los tripulantes le reclama al gobierno de Macri, que no hay absolutamente un oficial ni comandante de alto rango que sepa al menos con cierta precisión qué era lo que había o estaba sucediendo a 200 metros de profundidad. El nivel de desinformación era tan grande a principio de esta semana que algunos medios no sabían con precisión ni siquiera la cantidad de tripulantes que iban a bordo del submarino, ya que la tripulación base está conformada por 38 personas pero unas 6 más se suman como buzos tácticos. Un día después de estos episodios de desencuentro entre la Armada y el gobierno, el diario Clarín y consecuentemente el portal La Política Online informaron que Aguad abrió un sumario interno contra la Armada por las contradicciones al informar sobre la falta de comunicación que sufría el navío, ya que el último contacto fue cuando se encontraba a la altura del Golfo San Jorge, a 432 kilómetros del continente americano. Aguad volvió rápidamente de su gira por Canadá para encabezar el comité de crisis en principio, pero al llegar a Argentina envió a la secretaria de Servicios Logísticos para la Defensa y Coordinación Militar en Emergencias, Graciela Villata, a supervisar las tareas en la Base Naval Puerto Belgrano, ya que fue la Armada quien encabezó la relación con los familiares de los tripulantes, además de ser la primera fuerza en comenzar un rastrillaje por agua y aire en busca del ARA San Juan. Como era de esperarse en la Armada estallaron cuando vieron que Villata los iba a supervisar sin tener experiencia en el tema. La funcionaria fue concejal de la ciudad de Córdoba, cuando integraba el Frente Cívico del destituido embajador en Ecuador, Luis Juez.
El rol de Aguad hasta el momento deja más dudas que certezas, mucho más luego de que Macri suspendiera su descanso en Chapadmalal el lunes pasado para acercarse a la base de Mar del Plata a hablar con los familiares de los marinos, reunión de la que sorpresivamente no participó el ministro Aguad. Además, después Macri estuvo con el subjefe de la Armada, vicealmirante Miguel Angel Máscolo, y con el jefe del Comando del Area Naval Atlántica, contraalmirante Gabriel González. Luego de estos encuentros la Armada confirmó una falla eléctrica en el submarino y ya el jueves pasado se conoció que había existido el 15 de noviembre una explosión en las inmediaciones a donde se realizó la última comunicación con el San Juan. Es por ello que como remarca Infobae este viernes pasado, Macri espera que durante el fin de semana se avance en la búsqueda del submarino pero una vez terminada “ordenará una purga de la Armada”. El mismo medio confirmó que “el Presidente quiere remover al jefe de la fuerza, Marcelo Srur. El ministro de Defensa, Oscar Aguad, ya pidió un exhaustivo informe sobre las circunstancias que llevaron a la desaparición de la nave”. La misma nota periodística profundiza que “frente a la inoperancia de la conducción de la Armada, el gobierno logró que Estados Unidos y un organismo multilateral vinculado al control del desarrollo nuclear aportaran información fidedigna para probar que el ARA San Juan estaba en dificultades. Macri ya sabía que la marina desconfiaba de la colaboración ofrecida por Chile, Brasil e Inglaterra, y enfrentaba una solapada rebelión que atrasó la búsqueda y rescate en 48 horas. No obstante, el Presidente avanzó por afuera de la corporación castrense y accedió a esos dos informes que ratifican la información clasificada que corría por canales alternativos”.
En su visita a la base naval de Mar del Plata, Macri también fue increpado por familiares de los marinos. El presidente comenzó su encuentro afirmando que “quería venir a saludarlos y decirles que estamos haciendo todo lo posible. El tiempo no ayuda, por las condiciones climáticas. Contamos con la colaboración de nuestra gente y de los países que nos han venido a ayudar. Estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance. Les pido fuerza, fuerza en nombre de todos los argentinos”, dijo, pero las quejas sobre la falta de presupuesto para mantener en estado al navío y arriesgar a los tripulantes a salir al mar en condiciones desfavorables no se hizo esperar. La esposa de un integrante de la tripulación, pidió la palabra luego del presidente para sentenciar: “¿Por qué en vez de gastar en otras cuestiones no gastan en algo verdaderamente importante como es la vida de todos nuestros familiares y reparan el submarino? Es prácticamente un suicidio viajar en algo que es viejísimo”, remarcó la mujer, que continuó con su reclamo. “¿No pueden invertir presupuesto estatal en hacer algo por comprar un submarino nuevo y evitar esto? ¿Tiene que morir alguien para cambiar? Por más que el desenlace sea el mejor, es jugar con la vida de la gente, de nuestros familiares. No son ustedes lo que pierden a su familia. Por qué no van los jefes de la Armada dentro de un submarino así. Es muy fácil hablar pero son ellos los que están adentro”, reclamó la mujer según publicó el 22 de noviembre Página/12.
Un día después el mismo medio daba a conocer detalles de los conflictos entre el ministerio que conduce Aguad y los altos mandos de la Armada. El diario remarca en la columna de Werner Pertot que “hasta ahora Macri viene dando señales de que busca cuidar a Aguad ante la opinión pública: lo corrió de la comunicación cotidiana de la falta de novedades y dejó que se ocupe el vocero de la Armada. Una señal, suponen en el oficialismo, de que el jefe de la Armada será el fusible si se confirman los peores pronósticos. Y, si no, probablemente también”. Según las fuentes consultadas por el diario, “Aguad está ahí por un favor político que le hace Macri. No entiende nada de Defensa. Y su equipo tampoco’, indicó un dirigente que conoce bien el ministerio. “La que verdaderamente maneja ese ministerio es Graciela Villata. El secretario de Asuntos Militares, Horacio Chighizola, tampoco tiene la más mínima idea. No son gente que se haya formado para esto”, indica el protegido dirigente de Cambiemos en comunicación con Página/12. La misma nota periodística confirma que “con la Armada, en particular, la relación con el ministerio viene siendo ríspida: les vienen parando la compra a Francia de patrulleros de altamar y hubo una polémica con la Fuerza Aérea por quién se quedaba los cinco cazabombarderos Super Étendard modernizados que sí le compraron a Francia. De todas formas, la crisis del submarino no estaba en las previsiones de nadie. ‘Quieren hacer un ajuste feroz en las fuerzas. (El vicejefe de Gabinete, Gustavo) Lopetegui ya lo anunció en el ministerio en junio. Estos creen que arreglan todo con una planilla de Excel’, indicó un hombre que conoce de adentro la situación del ministerio. La alusión al Excel –de hecho, a Lopetegui lo apodan “Mr. Excel”– tiene un correlato en los números presupuestarios: la partida destinada al mantenimiento de la infraestructura naval tiene una caída nominal en 2018: será de 968 millones contra 1180 millones este año. Esto, claro está, salvo que, tras esta crisis, se cambie el proyecto de Presupuesto 2018, que prevé un escaso 4,5 por ciento del total destinado a Defensa para la reparación de naves. La ejecución de esas partidas, este año, no supera el 80 por ciento. Más allá de esto todos coinciden en que Aguad no dejará el cargo por esta crisis. “No es un ministro radical: es un amigo de Macri”, señalan en la UCR. Todas las fuentes consultadas llegan al mismo puerto: Aguad ya tenía previsto un cambio de las cúpulas de las Fuerzas Armadas a fin de año, con el objetivo de reemplazarlas por otras que estén más consustanciadas con la idea de involucrarse en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico que tanto muestra el gobierno de Cambiemos.
Lo cierto es que ni la Armada ni el ministerio de Defensa pudo llegar a una verdad aproximada hasta la intervención de Rafael Grossi. El embajador argentino en Austria, que a su vez es experto nuclear, fue el encargado de avisar a la Armada que el sonido detectado como anomalía hidráulica correspondía a una explosión en el fondo del mar. Para ese entonces la Armada le comunicaba a los familiares de los tripulantes que el submarino estaba a 200 metros de profundidad como se había indicado en un primer momento pero que a su vez se encontraba al límite de un precipicio de 3000 metros, lo que imposibilitada saber realmente la profundidad a la que estaba varado el ARA San Juan. Grossi se presentó ante la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBTO, por sus siglas en inglés), que tiene su sede en Viena, y solicitó que se investigue los sonidos que se escucharon momentos después de la última comunicación con el submarino en las cercanías al precipicio. Fue así como los técnicos de la CTBTO elaboraron un informe en el que se detectó un «evento anómalo, singular, corto, violento y no nuclear, consistente con una explosión». En diálogo con Infobae, el embajador argentino precisó que la explosión no está completamente confirmada “pero es de altísima verosimilitud. Hay que tener en cuenta que son tres las estaciones que detectaron el evento: dos en la isla Ascensión y una en las islas Crozet”. Como la mayoría de los medios de comunicación que cubrieron durante toda la semana el caso, se recae en las falencias de la Armada para dar a conocer los detalles y en la condición en la que se encontraba el submarino al salir al mar. Lo que nadie por el momento ha cuestionado es que detrás de la Armada también hay un Estado argentino que no supo dar respuestas concretas a los familiares de los tripulantes y que tuvo que esperar una semana a tener resultados analizados por un organismo internacional para dar al menos una respuesta certera.
Para continuar con la catarata de versiones y posibles hipótesis que tanto el gobierno como los medios de comunicación oficialistas han formado desde la desaparición del submarino, este viernes en la radio La Red la jueza federal que trabaja en la causa del ARA San Juan, Marta Yáñez, planteó una nueva posibilidad de tener en cuenta un eventual ataque extranjero contra el submarino, lo que no hace más que traer más oscuridad a la causa. La letrada explicó que “al tratarse de la Armada Nacional, que tiene el deber de resguardar la seguridad del mar territorial, puede haber alguna misión de carácter confidencial. No estamos hablando de un particular que estaba pescando en la milla 2015 o de un chino que estaba en el mar argentino», precisó, con lo cual aseguró que en la investigación no se descarta la posibilidad de un ataque enemigo contra la flota argentina. Los dichos de la jueza suena al menos a irresponsabilidad: ¿acaso los argentinos nos estamos acostumbrando a que los funcionarios de Estado, la corporación política y sus socia la corporación mediática diga cualquier cosa sobre cualquier cosa? Quizá pase por ahí el peligro mayor que acecha al sistema democrático rengo que rige en el país.
Pero a pesar de las tantas hipótesis, la única realidad con la que cuentan los argentinos es que no hay rastros del submarino y ni siquiera el propio ministro de Defensa puede dar detalles de lo que pudo haber ocurrido en las cercanías al trayecto desde donde la Armada se comunicó por última vez con el ARA San Juan. Sumado a esto, otra de las incógnitas que se develó en estos últimos días es la razón de por qué el submarino no fue escoltado por las corbetas que tradicionalmente lo acompañan cuando realiza tareas de control de pesca ilegal. Fue así como el vocero de la Armada, Enrique Balbi, oficial submarinista, comentó el jueves pasado que el submarino «al no ser una emergencia, no tenía por qué estar acompañado por dos unidades de superficie. El submarino -continuó- es un arma estratégica que trabaja en forma independiente, excepto que esté haciendo un adiestramiento integrado con unidades de la flota de mar o aeronaves de la aviación naval». De la misma manera, este viernes último la hipótesis de la jueza no duró más que un par de horas hasta que el vocero de la propia Armada saliera a cruzar estas declaraciones luego de reunirse con Macri. Según informó este viernes a última hora Telefe, Balbi aseguró que «no hay ningún indicio de ataques» al submarino ARA San Juan, al mismo tiempo que confirmó que el navío «no estaba en una misión secreta» Además, dijo que no son «infalibles» y que pueden «cometer errores», y aseguró que en caso de que se confirme la explosión del submarino, la Fuerza «no va a dudar en pedir disculpas a los familiares».
Cabe recordar también como el ya citado ingeniero naval Horacio Tettamanti salió al cruce de algunos comentarios aparecido en el diario Clarín en su intento por responsabilizar por todo al anterior gobierno. En una entrevista por América TV, Tettamanti aseveró que el periodista del multimedio de Héctor Magnetto forma “parte del grupo de comunicadores que tiene como objetivo demostrar que la industria argentina no tiene futuro. No es cierto que el submarino sea vetusto, no es cierto que la tripulación está mal entrenada, y no es cierto que el submarino no estaba en condiciones de navegar. Mi obligación es dejar claro estas condiciones”, afirmó el especialista, que además cargó contra el periodista de Clarín, Daniel Santoro: “Usted está aseverando cosas falsas, no está en condiciones de acreditar las evidencias que justifican su razonamiento”, subrayó.
Los hechos seguramente seguirán golpeando sobre todos los argentinos. ¿Y hasta cuándo seguiremos sometidos al sigilo y a la nocturnidad del poder?