El feminismo sigue tomando las calles. Con carteles manuscritos, piezas de artivismo y testimonios de mujeres de todas las edades marcharon ayer a Plaza de Mayo. Cinco adolescentes de Lomas del Mirador y La Tablada, entre ellas Melanie, de 19 años, se pintaban en la espalda con témpera verde la consigna “Vivas nos queremos” y cubrían sus pechos con el pañuelo, del mismo verde, de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto. Un grupo de mujeres de Villa Fiorito, llegadas desde el sur del conurbano bonaerense, desfilaban con remeras que ellas mismas habían estampado en un taller de arte y activismo. Una de ellas, Claudia Giménez, de 47 años y madre de 14 hijos, lucía orgullosa la suya con un inmenso corazón rojo en el centro que decía “El amor no te obliga a hacer cosas que no querés”. El artivismo, contó Claudia, le cambió la vida: “Yo siempre me sentía menos, y mi pareja me hacía hacer lo que él quería. Hoy sé que no tiene que ser así”, dijo, contenta. “Nos mueve el deseo. Ni Una Menos”, hablaban otras de las estampas. Estas fueron algunas de las postales que dejó ayer la marcha, convocada del Congreso a la Plaza de Mayo, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia hacia las Mujeres.
Por Mariana Carbajal (*) / “25N. Mujeres contra las violencias. Abajo el ajuste de Macri y los gobernadores”, decía la bandera de arrastre, donde se destacaba la presencia de referentes de partidos y agrupaciones de izquierda, de las campañas contra las Violencias y por el Derecho al Aborto, de madres contra la trata, y trabajadoras sexuales de AMMAR, entre otros espacios. “El reclamo de Ni Una Menos está más vigente que nunca”, señaló la diputada porteña, recién electa, Myriam Bregman (PTS/Frente de Izquierda). A pocos metros, Marta Tarque, mamá de Daiana Belén Colque, una adolescente de 19 años, asesinada por su pareja en la Villa 31, levantaba un cartel con la foto de su hija.
Menos numerosa que el año anterior, y sin la masividad de las últimas convocatorias del 3 de junio y del Paro Internacional del 8 de marzo, la manifestación avanzó por avenida de Mayo a partir de las 18, para confluir en la Plaza de Mayo, donde la comunicadora Liliana Daunes, voz y emblema de actos feministas, leyó el documento consensuado por las organizadoras.
La convocatoria fue articulada por organizaciones sociales, sindicales, de mujeres y agrupaciones de izquierda y cercanas al kichnerismo. “Nosotras no nos callamos más y nos apropiamos del espacio público con coraje, para denunciar las violencias que sufrimos”, leyó Daunes desde el palco montado de espaldas a la Casa Rosada. Y enumeró, dejando claro que las demandas que encarnan el amplio y diverso movimiento de mujeres abren su mirada más allá del maltrato y los golpes en el hogar y que lo personal es político: “Al menos un femicidio por día, los crímenes de odio, travesticidios y transfemicidios, las muertas y presas por abortos clandestinos, nuestras mujeres desaparecidas por las redes de trata con fines de explotación sexual y laboral, la violencia y el hostigamiento por parte de las fuerzas policiales, ante nuestra disidencia sexual, avalados por los códigos contravencionales vigentes y el protocolo represivo contra la comunidad LGTTTBIQ de Patricia Bullrich”.
“El disciplinamiento para la sumisión de nuestros cuerpos a base de violencia psicológica, verbal y física. El acoso, el abuso y la violación, de los cuales el Estado también es responsable. El recorte presupuestario por parte del Gobierno hacia las políticas públicas para la erradicación, prevención y sanción de la violencia contra las mujeres. La precarización laboral, la doble jornada laboral que se nos impone. La precarización de la vida, el ajuste económico, los tarifazos. La pobreza que nos golpea doblemente a nosotras de la mano de las políticas de recortes y ajuste, feminizando la pobreza”, resonó en la Plaza de Mayo.
La concentración comenzó poco antes de las 17 en las inmediaciones del Congreso. Una señora caminaba con su pancarta de cartulina violeta pintada con fibras de colores que decía: “Al Estado patriarcal le ganamos con organización feminista”. Jimena, de 25 años, sostenía uno de los palos que levantaban la bandera de la Campaña contra las Violencias. “Vine para marchar contra las violencias que vivimos cotidianamente, en la calle, en el trabajo”, contó. Otro cartel, también pintado con fibras, enunciaba: “El machismo mata y nos destruye”. De fucsia furioso, la bandera del Círculo de Amigas Feministas advertía “La Libertad de las mujeres es la libertad de todos”.
(*) Texto publicado por el diario Página 12.