Quizá sea ese el contexto en el que convenga leer mucho de lo expresado desde denominado “Encuentro en Defensa de la Democracia”, reunido el miércoles en el Congreso y en el cual se afirmó: “Se está llegando a un punto en que asoma la figura siniestra del Estado de Policía”.
Cada vez es más frecuente que efectivos policiales detengan colectivos para abordarlos y exigirles a los pasajeros – no a todos sino a algunos – que exhiban sus respectivos documentos personales. Este viernes la TV dio cuenta de un operativo de esa naturaleza en un vehículo de la línea 166. Interminables horas para el allanamiento del domicilio de Diego Lagomarsino después que el fiscal Eduardo Taiano dictaminara que a Alberto Nisman lo asesinaron y que su informático privado y oscuro socio o testaferro – el tal Lagomarsino – fue “parte de una banda de sicarios que no se sabe quienes integraron”, como señala este jueves el diario Página 12. Despliegue inusitado de efectivos de la Federal y la Bonaerense para la detención de un personaje delictivo con ribetes de patético pintoresquismo, como la dizque no se sabe bien cual fue o es su oficio llamado, Giselle Rímolo, quien fue trasladada al Sanatorio Otamendi y deberá completar la condena a nueve años de prisión efectiva por ejercicio ilegal de la medicina y estafa; estaba bajo internación domiciliaria por problemas psiquiátricos.
Por supuesto que para cada una de esas intervenciones de las fuerzas de Seguridad y funcionarios fiscales y judiciales, y otras similares, los primeros en llegar como enjambre son los camarógrafos de todos los canales de TV, permaneciendo horas y dándole letra a sus conductores en los estudios, al pie de “la realidad” como dice un presentador de noticias de C5N en el horario nocturno de su propio programa diario, “realidades” esas que se parecen más a locaciones o escenografías preparadas para el espectáculo que a territorios noticioso, sean escenas de crímenes u otros.
Todo parece una exageración pero no. Se trata de un diseño estratégico de acción psicológica desplegada con la indispensable participación mediática tendiente a darle a todo el aparato represivo del Estado – con sus uniformes, tecnología y logísticas relucientes – el rol de centralidad, de omnipresencia y ubicuidad absolutas. Es parte del podríamos definir como “ABC” de la instauración de un modelo policíaco de control social y político, y está basado en la técnicas perfeccionadas por las agencias de inteligencia y de seguridad de Israel, para actuar en los territorios palestino ocupados; y para nada es casual que sea Israel el socio preferido del gobierno de Mauricio Macri – su representante en esos acuerdos es la ministra de Seguridad Patria Bullrich, a su vez preferida en Tel Aviv por su estrechos vínculos allí y en la comunidad de servicios de Estados Unidos (también con uno y otro centro de operaciones trabajan periodistas, académicos y dirigentes políticos supuestamente enfrentados aquí con la derecha) – para la parte del león en todo negocio sobre entrenamiento y provisión de tecnología y armas.
Quizá sea ese el contexto en el que convenga leer una crónica del colega Fernando López, editor de esta agencia, publicada hoy por el diario digital Contexto, de La Plata, y que pasamos a sintetizar y citar en sus principales párrafos.
“Se está llegando a un punto en que asoma la figura siniestra del Estado de Policía”. El denominado “Encuentro en Defensa de la Democracia” convocó desde el Congreso a “ir amasando una confluencia” de fuerzas para resistir y luchar contra los embates de un gobierno que, en alianza con monopolios mediáticos y jueces cómplices, amenaza la supervivencia del Estado de Derecho.
Eugenio Zaffaroni, Estela de Carlotto, Horacio González y otros convocados llamaron a la unidad de los más amplios sectores para enfrentar los atropellos que ponen en jaque la propia Democracia, el Estado de Derecho y “la convivencia plural” de todos los argentinos.
El “Encuentro en Defensa de la Democracia” advirtió desde el Congreso que “se está llegando a un punto crucial, un punto en que asoma por el horizonte la figura siniestra del Estado de Policía, en el que todos estemos asustados y sometidos a la voluntad omnímoda y arbitraria de los que mandan”.
Tras poner como ejemplos el avasallamiento de los derechos y garantías de Amado Boudou durante su detención, el ex juez de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni, dijo que “ninguno de nosotros quiere ver a Mauricio Macri descalzo, disfrazado y esposado en la televisión”, como ocurrió con el ex vicepresidente.
“No debemos tolerar eso, porque sería el triunfo de ellos, sería el triunfo del no derecho”, sostuvo y cuestionó con dureza al juez Ariel Lijo, quien “se disculpa diciendo que estuvo coaccionado, que se vio obligado a hacerlo, que no tenía alternativa”.
“Los jueces son los que tienen que cuidar nuestras libertades. Cuando un juez dice estar coaccionado es porque se nos terminaron las garantías”, consideró Zaffaroni y advirtió que “se acabó la imparcialidad judicial, hoy sólo se quiere obediencia a los mandatos de la publicidad del Poder Ejecutivo”.
Durante la conferencia en el Congreso también se alertó sobre “la inminencia de una nueva violación frontal a la Constitución Nacional” al querer “reducir el Ministerio Público a una oficina del Poder Ejecutivo” para decidir no sólo “a quién se persigue sino mucho más a quién no se persigue”.
“Los corruptores activos quieren manejar a los fiscales para garantizar su impunidad y seguir adelante con su campaña de antipolítica y sus negocios poco claros en refugios fiscales”, completó el ex juez del máximo tribunal y actual integrante de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Al tomar la palabra, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, se mostró sumamente preocupada por “el regreso de actos similares a tiempos que todavía la historia no ha resuelto” y “el estigma de una injusticia permanente delineada desde todos los espacios del poder.
“No gustó nada cuando dije ‘si pudimos con Videla, vamos a poder con Macri’, pero es cierto. No es que hablemos de dictadura hoy. Se votó y respetamos la Constitución, pero cuántas cosas nos hacen acordar a esos tiempos donde exhibíamos carteles de ‘Aparición con vida’ y ahora lo hemos tenido que hacer con Santiago Maldonado”, lamentó la titular de Abuelas de Plaza de Mayo.
El sociólogo Horacio González coincidió en la necesidad de convocar a todas “las fuerzas políticas democráticas”, pero además hizo “un llamado de atención a la dirigencia gremial argentina que ocupa las históricas siglas de la CGT” cuando se intenta imponer una reforma laboral que amenaza “la existencia misma de las paritarias, del trabajo digno y de la clase obrera”.
“No puede ser que estén en cabildeos permanentes. Lo resolvió más fácil el Cabildo del 25 de mayo de 1810”, ironizó para luego apuntar: “¿No se dan cuenta qué significan estas leyes laborales, cómo se enlaza esta reforma laboral con todas las demás reformas que están en curso?”.