La OTAN tiene planeado formar un nuevo mando regional para hacer frente a la amenaza que percibe de Rusia. El presidente del Comité Militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el general Petr Pavel, ha anunciado este lunes que la Alianza Atlántica tiene planeado crear un nuevo comando responsable de supervisar las labores de la entidad en el océano Atlántico —un comando similar que existía durante la era de la Guerra Fría—.
“Si tomamos en consideración las crecientes capacidades de países como Rusia y China, que tienen un alcance global, queda muy obvio que las líneas marítimas de comunicaciones tienen que estar protegidas”, ha dicho el general Pavel en una entrevista con la cadena británica Reuters.
Del mismo modo, ha confirmado que en la reunión de los representantes de los Estados de la OTAN que tendrá lugar esta semana se abordará el proyecto y uno de los países miembros se ofrecerá para hospedar la base de este nuevo comando de la Alianza Atlántica.
Según el general checo, el eventual comando tendrá como principal objetivo garantizar la seguridad de las rutas de navegación de la Alianza Atlántica y sus aliados frente a Rusia y China y vigilar los movimientos de los submarinos de estos dos países en la zona que supervisa.
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Además, en caso de conflicto de la OTAN con Rusia, las fuerzas bajo este nuevo comando tendrían una de las labores más importantes de garantizar la seguridad de las vías marítimas por las que Estados Unidos enviaría refuerzos a Europa.
Con anterioridad ha habido discusiones por parte de otros altos encargados de la OTAN para establecer nuevos comandos que hagan frente al aumento del poderío de Rusia mientras que reportes adelantaban la decisión de la Alianza Atlántica para establecer un comando en el Ártico.
En los últimos años, Moscú ha aumentado de manera significativa su presencia militar en el Ártico y ha dado el primer paso para hacerse con los recursos naturales de esa región. Rusia ha enviado a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) una carta en la que argumenta que unos 740.000 kilómetros cuadrados del suelo oceánico del Ártico pertenecen al Estado ruso.