La historia de una de las grandes escritoras norteamericanas del siglo XX, atravesada por penurias y dolores pero siempre gobernada por el placer de escribir.
Por Paulo Roddel (*) / La vida de Lula Carson Smith no fue nada fácil. La que se consagraría muy joven como una de las escritoras norteamericanas más importantes del siglo XX tuvo que lidiar con el dolor y la felicidad, como quien convive con dios y el diablo en un mismo cuerpo. Carson, adoptó posteriormente el apellido de su marido James Reeves McCullers, un soldado aspirante a escritor, con quien tendría una bella y a la vez tormentosa historia de amor, que marcaría decisivamente la vida de ambos. Incurables dolores que jamás pudieron ser sanados se instalaron ya en la adolescencia de la escritora.
Estimulada artísticamente desde muy temprana edad, en el seno de una típica familia clase media del sur de Estados Unidos, estudió piano y tuvo su primera máquina de escribir a los 15 años. En 1940, con apenas veintitrés años, la fama y el éxito le sonríen al publicar su primera novela The Heart is a Lonely Hunter, logrando un precoz reconocimiento desde todos los sectores: público, crítica, colegas; la joven despuntaba como la gran revelación de las letras sureñas estadounidenses. A partir de ahí, su vida le depararía un camino colmado de flores en lo literario, pero espinoso en lo personal.
Durante la década del ’40 siguió con problemas de salud que volvían periódicamente, aunque esos años verían a una joven escritora que disfrutaba de la bohemia, el alcohol, la vida social, la literatura, con todo el espíritu a pleno, entusiasmo devenido de otro éxito contundente un año más tarde como fue Reflections on a Golden Eye. Era una veinteañera con aspecto de niña, que vestía vaqueros, camisas y calzado deportivo, dándole un aspecto marcadamente andrógino. Ese período de imparable éxito, se vería coronado con la edición de The Member of the Wedding, en 1946, y también con premios, subsidios y becas (entre las cuales estaba la Guggenheim, nada menos) que laurearon el camino de Carson, además de generarle reconocimiento en ciertos círculos intelectuales europeos. Ya poseía un público propio que disfrutaba con fruición y aguardaba con expectativas cada publicación de la joven.
Incurables dolores que jamás pudieron ser sanados se instalaron ya en la adolescencia de la escritora. Pero a partir de aquí, las cosas se empiezan a complicar seriamente. En lo vinculado a su salud, comienza un progresivo deterioro: sufre terribles ataques cerebrales, que le provocan ceguera momentánea y pérdida transitoria del habla, y muy poco después de cumplir los treinta años quedará completamente imposibilitada para siempre de su costado izquierdo. El castillo de cristal de felicidad se resquebraja, crujen el alma y el cuerpo de una mujer que aún es muy joven. Pero además hay que agregarle la relación con Reeves. El punto era que Reeves deseaba ser también un escritor reconocido. En el hogar en el que ambos convivían,existía una guerra fría para determinar quién era el escritor de verdad. Al ser Carson la que por lejos tenía el talento, la disciplina y la calidad creativa, acordaron en que ella escribiría y él sería el sustento económico de la casa. Tan tumultuosa fue esa relación conyugal, no exenta de violencia física, que llegaron a casarse y divorciarse varias veces. Además ocurrió que Carson ya no lo deseaba sexualmente,y ambos comenzaron experiencias homosexuales, incluso un triángulo amoroso con un músico; y en medio, el alcoholismo de ambos, en el caso de Reeves tal vez mas exacerbado por su fracaso en las letras, viendo como su mujer -y al mismo tiempo rival – triunfaba en ese ámbito. Carson para entonces dependía de otras personas para poder realizar gran parte de las actividades básicas como bañarse, vestirse, o simplemente movilizarse. Pero su fortaleza espiritual era imbatible, y sigue escribiendo, a pesar de que tanto su estado físico como su relación con Reeves son verdaderamente un infierno. Logra publicar en 1951 la estupenda colección de cuentos The Ballad of the Sad Cafe.
Desde el punto de vista literario, la obra de Carson reviste gran importancia en cuanto a que es pionera en tratar temas como el racismo, la homosexualidad, la hipocresía de una sociedad conservadora como la del sur norteamericano. También experimentó con éxito en la dramaturgia, con su obra The Square Roots of Wonderful (1957), y más adelante publica la también aclamada novela Clock Without Hands (1961).
La carrera literaria de Carson ascendía sin pausa, mientras los tremendos dolores físicos le recordaban que no todo eran mieles. A todo esto, y luego de muchos años amándose y odiándose, Reeves se suicida en 1953, luego de un nuevo abandono por parte de Carson, cuando ambos vivían en París, y ella había decidido regresar sola a New York.
Su fortaleza espiritual era imbatible y sigue escribiendo a pesar de que tanto su estado físico como su relación con Reeves son verdaderamente un infierno.
Pese a todo, y aún escribiendo, las obras de Carson fueron adaptadas tanto al cine como al teatro en diversas ocasiones, con gran recibimiento por parte del público y la crítica, llegando a ser comparada con grandes como Flannery O´Connor, John Updike e incluso William Faulkner.
Carson McCullers dejó también ensayos, artículos y unos cuantos poemas, además de un poemario para niños. Cansada de sus problemas de salud, físicamente muy demacrada, y con los dolores que jamás la abandonan, en 1967, un ataque cerebral le paraliza por completo su cuerpo, dejándola seis semanas en coma. El 29 de septiembre de ese año, Carson pierde finalmente la partida con la muerte, tenía apenas 50 años.
Había nacido en la ciudad de Columbus, estado de Georgia, el 19 de febrero de 1917.
(*) Tomado de Lamás Médula: revista de cultura.