Un poema “barroso” sobre peronismo, elecciones y después; o antes. O siempre. ¿Qué importa? Acerca de cómo también escribir sobre el aquello, el otros y el nosotros que conforman la a veces desflecada localidad de lo político; siempre redenta mas que in, porque por ahí termina yéndose la vida, sí la de todos los días. Sí. Un texto de Roberto Álvarez Mur, periodista, peronista y libertino dice, como aquellos del XVIII, los de la filosofía pero también los del tocador. Deambulador anarcotextual de los mejores pasillos de Periodismo de la UNLP. Con ustedes nostros:
LA TERCERA
El peronismo, hoy,
solamente es la Tercera Sección,
te escuché decir por allí. Aunque no
con exactitud qué, cuándo y dónde,
acontece, lo que se
dice, La Tercera.
Como si terciara oblicua,
en dos mundos, opuestos,
estancada, atascada, tosca
o troska.
Tergiversa se,
aquello que, dicen de
ésta, La Tercera:
sección, posición.
Por cada tres
caerán cinco. Y así caen,
uno por uno, ojo por ojo,
del enojo donde solo sobrevive
La Tercera, y sus mitos
sus vómitos, sobre el óxido de
las rejas, los pernos, los ladrillos,
la inquietud de los guachos,
lo preciso de este féretro,
ferreteros y lágrimas.
Una y otra vez. ¿Y, qué es?
El peronismo, hoy,
solamente es
la Tercera Sección,
te escuché decir
por allí, en otro lenguaje
de opio, del oprobio, malevaje, mal-viaje.
En lo pesado del cemento,
de los cimientos
barrocos -o barrosos-,
en escombros enterrados
como collares de perlas, en la arena,
perlongherianas, pasolinescas
bajo los barros, de a kilos, miles
Kilmes, esclavizados, anclados,
en las riberas, que se ven
desde las buhardillas,
y las villas, avellanedas,
donde se relamen
en los montes, chingolos,
diamantes y jardines.
En las fumatas, los fioritos,
y emanan un lamento, sedoso
parafinado, paraguayo, portuario
re-pesado, re-pasado, prensado
en la hierba, la hebra rasposa,
madre hebrea, padre indio,
nacido en los cardos
y rumores grasientos, allá
en La Tercera, politiquera
sindicalizada, sacralizada, que no empieza
ni acaba jamás, sin espacios,
esta especie. Se cree.
astuta, absuelta,
esbelta, ezpeleta,
no aprende nunca, no caduca
ni a golpes. Los galpones,
fabriles, ferroviarios,
de las vías, férreas, ferraresis,
musicales, mussistas,
bajo las matas,
Matanceras,
donde matan
y mueren, las
chicas, las chinas,
las negritudes,
cristianas, umbandas,
evangélicas, poseídas,
travas-trans-mutadas,
enmudecidas y enmohecidas,
paraditas en la esquina, grisácea
por las ramas en humo, llameantes
inmutables, sacayanes,
en los yotivencos, los yo-te-banco
a todas ellas,
los laureles y las lohanas.
Todas ellas -llamémosle-
cautivas, amadas, armadas
por los gritos y las promesas
que nunca perdonan, pero insisten,
pero nunca niegan, peronistas,
las mariposas, esas
las que sólo sobreviven
un día, solamente
en la Tercera.