El terrorismo yihadista fue un invento del gobierno norteamericano, reconoció el ex asesor de seguridad de la Casa Blanca , Zbigniew Brzezinski: «¡Yo creé el terrorismo yihadista y no me arrepiento!», declaró a una revista francesa. “¿Qué es lo más importante para la historia del mundo? ¿El Talibán o el colapso del imperio soviético?” Es la respuesta de quién fue el asesor de seguridad del presidente Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski, a la pregunta de la revista francesa Le Nouvel Observateur (del 21 de enero de 1998) sobre las atrocidades que cometen los yihadistas de Al Qaeda. Una escalofriante falta de ética de individuos como él que destruyen la vida de millones de personas para alcanzar sus objetivos.
Por Nazanín Armanian (*) / En esta entrevista, Brzezinski confiesa otra realidad: que los yihadistas no entraron desde Pakistán para liberar su patria de los ocupantes “infieles soviéticos”, sino que seis meses antes de la entrada del Ejército Rojo a Afganistán, Estados Unidos puso en marcha la Operación Ciclón el 3 de julio de 1979, enviando a 30 mil mercenarios armados incluso con misiles Stinger a Afganistán para arrasar el país, difundir el terror, derrocar el gobierno marxista del Doctor Nayibolá y tender una trampa a la URSS: convertirlo en su Vietnam. Y lo consiguieron. A su paso, violaron a miles de mujeres, decapitaron a miles de hombres y provocaron la huida de cerca de 18 millones de personas de sus hogares, casi nada. Caos que continúa hasta hoy.
Esta ha sido la piedra angular sobre la que se levanta el terrorismo “yihadista” y al que Samuel Huntington dio cobertura teórica con su Choque de Civilizaciones. Así, consiguieron dividir a los pobres y desheredados de Occidente y de Oriente, haciendo que se mataran en Afganistán, Iraq, Yugoslavia, Yemen, Libia y Siria, confirmado la sentencia de Paul Valéry: “La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen, para el provecho de gentes que si se conocen pero que no se masacran”
Consiguieron neutralizar la oposición de millones de personas a las guerras y convertir en odio la empatía. Con el método nazi de “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”:
El atentado del 11de septiembre no lo cometieron los talibanes afganos. La CIA en 2001 había implicado al gobierno de Arabia Saudí en la masacre ¿Por qué, entonces, EEUU invadió y ocupó Afganistán?
Las armas de destrucción masiva no las tenía Iraq. El único país en Oriente Próximo que las posee, y de forma ilegal, es Israel y gracias a EEUU y Francia.
Tampoco EEUU necesitaba invadir a Iraq para hacerse con su petróleo. Demoler el estado iraquí tenía varios motivos, como eliminar un potencial enemigo de Israel y ocupar militarmente el corazón de Oriente Próximo, convirtiéndose en el vecino de Irán, Arabia Saudí y Turquía.
Las cartas con ántrax que en EEUU mataron a cinco personas en 2001, no las enviaba Saddam Husein como juraba Kolin Powell, sino Bruce Ivins, biólogo de los laboratorios militares de Fort Derrick, Maryland, quien “se suicidó” en 2008.
Ocultaron la (posible) muerte de Bin Laden agente de la CIA, hasta la pantomima organizada el 1 de mayo del 2011 por Obama, en el asalto hollywoodiense de los SEAL a un domicilio en Abottabad, a pesar de que la ex primera ministra de Pakistán, Benazir Bhutto, ya había afirmado el 2 de noviembre del 2007 que el saudí había sido asesinado, por un posible agente de MI6 (quizás en 2002). Benazir fue asesinada casi un mes después de esta revelación. Mantener “vivo” a Bin Laden durante 8-9 años le sirvió a EEUU aumentar el presupuesto del Pentágono (de 301 mil millones de dólares en 2001 a 720 mil millones en 2011), incrementar los contratos de armas de Boeing, Lockheed Martin, Raytheon, etc. y vender millones aparatos de seguridad y cámaras de vídeo-vigilancia, montar cárceles ilegales por el mundo, legitimar y legalizar el uso de la tortura, practicar asesinatos selectivos y colectivos (llamados “daños colaterales”) y concederse el derecho exclusivo de invadir y bombardear al país que desee.
Una vez testados en Afganistán, la OTAN envió a éstos “yihadistas” a Yugoslavia con el nombre del Ejercito de Liberación de Kosovo; luego a Libia y les puso el nombre de “Ansar al Sharia”, y a Siria, donde primero les denominó “rebeldes” y luego les dio otros 5-6 nombres diferentes. En esta corporación terrorista internacional, la CIA se encarga del entrenamiento, Arabia Saudí y Qatar de “cajero automático” como dijo el ministro alemán de Desarrollo, Gerd Mueller, y Turquía, miembro de la OTAN, acoge, entrena y cura a los hombres del Estado Islámico. ¡Son los mismos países que forman la “coalición antiterrorista!
¿Cómo decenas de servicios de inteligencia y los ejércitos de cerca de 50 países, medio millones de efectivos de la OTAN instalados en Iraq y Afganistán, que han gastado miles de millones de dólares y euros en la “guerra mundial contra el terrorismo” durante 15 largos años, no han podido acabar con unos miles de hombres armados con espada y daga de Al Qaeda?
El Estado Islámico, llamado comúnmente como ISIS, DAESH o EI, es una organización radical extremista yihadista fundada con el objetivo de crear un estado islámico en Iraq y su vecina Siria. Es un producto engendrado por las políticas de las potencias capitalistas lideradas por Estados Unidos. Foto tomada de elperiodico.com
El Estado Islámico, llamado comúnmente como ISIS, DAESH o EI, es una organización radical extremista yihadista fundada con el objetivo de crear un estado islámico en Iraq y su vecina Siria. Es un producto engendrado por las políticas de las potencias capitalistas lideradas por Estados Unidos. Foto tomada de elperiodico.com
Siria, finales del 2013. Los neocon aumentan la presión sobre el presidente Obama para enviar tropas a Siria, y necesitan una casus belli. El veto de Rusia y China a una intervención militar en el Consejo de Seguridad, la ausencia de una alternativa capaz de gobernar el país una vez derrocado o asesinado el presidente Asad, el temor a una situación caótica en la frontera de Israel, eran parte de a los motivos de Obama a negarse. Sin embargo, el presidente y sus generales pierden la batalla y los sectores más belicistas del Pentágono y la CIA, Qatar, Arabia Saudí, Turquía y los medios de comunicación afines asaltan la opinión pública con las imágenes de las decapitaciones y violaciones cometidas por un tal Estado Islámico. Una vez que el mundo acepta que “hay que hacer algo”, y al no tener el permiso de la ONU para atacar Siria, el Pentágono, el bombero pirómano, diseña una especial ingeniería militar:
Traslada en junio de 2014 a un sector del Estado Islámico de Siria a Iraq, país bajo su control, dejando que ocupe tranquilamente el 40% del país, aterrorizando a cerca de ocho millones de personas, matando a miles de iraquíes, violando a las mujeres y niñas.
Organizó una potente campaña de propaganda sobre la crueldad del Estado Islámico, semejante a la que hicieron con las lapidaciones de los talibanes a las mujeres afganas, y así poder “liberar” a aquel país. ¡Hasta la eurodiputada Emma Bonino cayó en la trampa, encabezando la lucha contra el burka, mirando al dedo en vez de la luna!
Afirmó que al ubicarse el cuartel general de los terroristas en Siria, debían atacar Siria.
Obama cesó de forma fulminante al primer ministro iraquí Nuri al Maliki, por oponerse al uso del territorio iraquí para atacar a Siria.
Objetivo conseguido: EEUU por fin pudo bombardear, ilegalmente, Siria el 23 de septiembre del 2014, sin tocar a los “yihadistas” de Iraq. Gracias al Estado Islámico, hoy EEUU (y Francia, Gran Bretaña y Alemania) cuentan con bases militares en Siria, por primera vez en su historia desde donde podrán controlar toda Eurasia. Siria deja de ser (tras la caída de Libia en 2011 por la OTAN) el único país del Mediterráneo libre de bases militares de EEUU.
Y lo sorprendente: desde esta fecha hasta el julio del 2017, el Estado Islámico mantiene ocupado el norte de Iraq sin que decenas de miles de soldados de EEUU hayan hecho absolutamente nada. Al final, el ejército iraquí y las milicias extranjeras chiítas liberan Mosul, eso sí, cometiendo terribles crímenes de guerra contra los civiles.
El terrorismo en la estrategia del “Imperio del Caos”. El terrorismo “yihadista” cumple cuatro principales funciones para EEUU: militarizar la atmósfera en las relaciones internacionales, en perjuicio de la diplomacia; arrebatar las conquistas sociales, instalando estados policiales (los atentados de Boston, de París e incluso el de Orlando) y una vigilancia a nivel mundial; ocultar las decisiones vitales a los ciudadanos; hacer de bulldozer, allanando el camino de la invasión de sus tropas en determinados países, y provocar caos, y no como medio sino como un objetivo en sí.
Si durante la Guerra Fría Washington cambiaba los regímenes en Asia, África y América Latina mediante golpes de Estado, hoy para arrodillar a los pueblos indomables recurre a bombardeos, enviar escuadrones de muerte, y sanciones económicas, para matarles, debilitarles dejarles sin hospitales, agua potable y alimentos, con el fin de que no levanten cabeza durante generaciones. Así, convierte a poderosos estados en fallidos para moverse sin trabas por sus territorios sin gobierno.
EEUU que desde 1991 es la única superpotencia mundial, ha sido incapaz de hacerse con el control de los países invadidos, debido al surgimiento de otros actores y alianzas regionales que reivindican su lugar en el nuevo mundo. Y como el perro del hortelano, ha decidido sabotear la creación de un orden multipolar que intenta gestarse, provocando el caos: debilita BRICS conspirando contra Dilma Russeff y Lula da Silva en Brasil; impide una integración Económica en Eurasia, propuesta por Rusia a Alemania archivada con la guerra en Ucrania, y mina el proyecto chino de la Nueva Ruta de la Seda y una integración geoeconómica de Asia-Pacífico que cubriría dos tercios de la población mundial, y en cambio crea alianzas militares como la “OTAN sunnita” y organizaciones terroristas con el fin de hundir Oriente Próximo en largas guerras religiosas.
Anunciar que ha diseñado un plan para el “cambio de régimen” en Irán –un inmenso y poblado país-, ante la dificultad de una agresión militar, significa que pondrá en marcha una política de desestabilización del país mediante atentados y tensiones étnico-religiosas. La misma política que puede aplicar Corea del Norte, Venezuela, o Bolivia, y otros de su lista del “Eje del Mal”, y todo el servicio de perpetuar su absolutista hegemonía global: que intentase derrocar a su aliado Tayyeb Erdogan es el colmo de la intolerancia.
Antes de los trágicos atentados en Cataluña, el Estado Islámico atacó a la aldea afgana de Mirza Olang. Llenó varias fosas comunes con al menos 54 cadáveres de mujeres y hombres y tres niños decapitados, y se llevó a unas 40 mujeres y niñas para violarlas.
Conclusión: que el “yihadismo” no es fruto de la exclusión de los musulmanes, ni siquiera se trata de la lógica de los vasos comunicantes y el regreso de los “terroristas que hemos criado en Oriente”. “Vuestra causa es noble y Dios está con vosotros”, dijo Zbigniew Brzezinski a sus criaturas, los yihadistas.
(*) Tomado de Cuba Debate. La autora es escritora y politóloga iraní residente en España. Ha sido profesora de la Universidad Nacional de Educación a Distancia y la Universidad de Barcelona. Ha escrito cerca de una decena de libros sobre política, religión, feminismo y cultura en Medio Oriente.