Las economías regionales sufren los efectos de las políticas regresivas de Cambiemos y las inundaciones pero el presidente se comprometió a importar carne porcina desde Estados Unidos. Los productores argentinos advierten sobre los graves riesgos sanitarios y la pérdida de unos 35 mil puestos de trabajo. Desde General Villegas aseguran que sería “un desastre”.
Por Fernando M. López (*)/ Argentina abrirá la importación de carne de cerdo estadounidense por primera vez en 25 años. Lo acordó el presidente Mauricio Macri durante la reciente visita de Mike Pence, el vice de Donald Trump, a cambio de los famosos limones que al final no lograron entrar al mercado norteamericano, pese a todo el festejo y la propaganda del Gobierno de Cambiemos cuando daba por hecho la exportación –hasta hubo un spot de la Casa Rosada con dos limones parlantes que decían hacer las valijas para irse a Estados Unidos.
En Washington lo celebraron como “una gran victoria para los productores estadounidenses”. Pence señaló en un comunicado que el acuerdo con Macri “demuestra que el presidente Trump está obteniendo resultados reales para los agricultores y rancheros de Estados Unidos”.
Sin embargo, para los productores argentinos es una medida ruinosa que se suma a los distintos factores que llevaron a la crisis de las economías regionales, como la devaluación, el alto costo de los insumos, la destrucción del mercado interno y las inundaciones.
Entre los sectores más golpeados por las políticas regresivas de los últimos diecinueve meses, se encuentran los de la leche, yerba mate, algodón, arroz, cítricos, manzanas, uvas y bananas, algunos de los cuales también se ven afectados por la apertura indiscriminada de importaciones.
Ricardo Luraschi, un pequeño productor porcino de General Villegas, dijo a Contexto que “si se concreta esto de los americanos, va a ser un desastre”.
“Las economías regionales ya estamos por el suelo. En Bolívar y Pehuajó se han fundido grandes criaderos de pollos porque los números de los cereales están muy altos. Yo tengo un pequeño feedlot, chanchos, huevos… una cosa muy intensiva en 15 hectáreas. Antes trabajábamos muy bien, vivíamos bien, dábamos trabajo en blanco, pero ahora tuvimos que desarmar y malvender todo por la inundación”, lamentó.
También cuestionó a Macri y a la gobernadora María Eugenia Vidal por no brindar ayuda a los afectados por el agua: “Mandamos los certificados de inundación y la mar en coche. Nunca llegó nada”.
“Yo lo voté a Macri, pero el cambio es más arriba que abajo. Los pequeños productores no hemos tenido ningún crédito. Una cosa es lo que dicen en la televisión y otra cosa es lo que dicen los bancos, entones es complicado”, sostuvo y aseguró estar “cansado de las promesas” del intendente Eduardo Campana y sus concejales de Cambiemos.
Luraschi no es el único que se queja por la apertura a los cerdos estadounidenses. El acuerdo macrista fue rechazado por todos los productores porcinos del país, que advierten sobre los riesgos sanitarios y la pérdida de puestos de trabajo.
El titular de la Asociación de Productores Porcinos (AAPP), Juan Uccelli, estimó que unos 35 mil trabajadores podrían quedar en la calle y destacó que lo problemas serían aún más graves en materia sanitaria.
“Estados Unidos tiene una enfermedad muy complicada en la producción porcina, algo que no tenemos nosotros y que se puede propagar enseguida”, enfatizó al referirse al síndrome disgenésico y respiratorio porcino (PRRS), conocido vulgarmente como “pie azul”.
El virus del PRRS se detectó por primera vez en América del Norte en 1987 y tres años después en Europa, propagándose más recientemente a países como Sudáfrica, Rusia, Vietnam y China, según reportes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
“La enfermedad producida por este virus se caracteriza por una elevada morbilidad y una mortalidad significativa que ha tenido efectos devastadores en las industrias porcinas de los países afectados”, indica la División de Producción y Sanidad Animal de la FAO, que la considera “la enfermedad vírica más importante desde el punto de vista económico”.
Ante los signos de alarma, el Gobierno nacional salió a aclarar que “todavía tiene que haber una aprobación del SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria)”.
No obstante, hasta las patronales del campo pusieron el grito en el cielo. Desde Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), la Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada (Coninagro) y la Federación Agraria Argentina (FAA) se expresaron en duros términos contra la Casa Rosada, particularmente por “las condiciones desfavorables” en las que deberán competir con Estados Unidos.
“El Gobierno dice querer fomentar la producción nacional y el agregado de valor, pero atacar de esta manera a la producción porcina nacional implica desconocer el rol que ésta cumple en las economías del interior del país, el empleo directo e indirecto que genera a través de muchísimas actividades anexas”, sostuvo la FAA, mientras que el presidente de Coninagro, Carlos Lannizzotto, afirmó que “el fantasma de la importación nos va a dar todos los días un dolor de cabeza”.
Sólo el titular de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Luis Miguel Etchevehere, se mantuvo incondicional a Macri y defendió “la vocación de tener un comercio abierto”. Al parecer, mientras la soja sea rentable, lo demás no importa nada.
(*) Publicada por el diario Contexto. Su autor es editor de AgePeBA y docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.