Necesita tratamiento de rehabilitación urgente y IOMA se lo niega. Una joven de treinta años con parálisis casi total del cuerpo espera desde hace un mes el traslado a un centro especializado para continuar su recuperación. Se encuentra a la deriva en el hospital San Roque de La Plata.
Por Roberto Álvarez Mur (*) / Las trabas burocráticas y la desatención constante por parte de IOMA tienen en vilo la vida de Ludmila Torres, una joven de treinta años que a causa de un accidente ocurrido hace tres años sufre una parálisis casi total del cuerpo, fue intervenida con traqueotomía y ahora se ve impedida de entrar en rehabilitación.
Torres es contribuyente de la obra social desde hace diez años y había sido dada de alta del hospital San Roque de La Plata hace veinticinco días, aún con respirador, para ingresar a un centro de rehabilitación donde continuase el tratamiento de recuperación y seguimiento asistido con acompañantes habilitados. Desde hace meses, IOMA no reconoce la cobertura a la que la joven tiene derecho, interpone retrasos administrativos y, a casi un mes, Torres se encuentra en el área de Terapia Intensiva de la institución platense donde profesionales la asisten de manera provisoria en su tiempo libre.
“Ludmila tiene obra social y no se está haciendo cargo. Ella no puede estar acá, no sólo porque no la favorece, sino porque además la puede perjudicar. Su situación es delicada y corre riesgo de contraer más infecciones”, informaron a Contexto las médicas que han seguido día a día la recuperación de Torres desde su accidente en 2014.
“Ludmila tiene obra social y no se está haciendo cargo. Ella no puede estar acá, no sólo porque no la favorece sino porque, además, la puede perjudicar. Su situación es delicada y corre riesgo de contraer más infecciones.”
Ante la falta de respuestas, Ludmila tuvo que encargarse de ir a las oficinas de IOMA por sus propios medios durante los últimos cuatro meses. Sólo con movilidad limitada en sus manos, Torres era llevada en silla de ruedas por un acompañante, en remises pagados de su bolsillo o en colectivos, muchas veces sin las condiciones necesarias para pasajeros con discapacidades. Entre medio, sufrió una nueva afección pulmonar, por lo que debe recibir atención permanente.
“Yo necesito que en IOMA sean conscientes de la lesión que tengo y las consecuencias que me pueden generar las condiciones en la que estoy”, dijo a Contexto, mientras espera respuesta de IOMA para cubrir el pase al Centro Parque de Capital Federal, donde contaría con el acompañamiento de tres terapeutas especializados.
A principios de 2014, Ludmila viajaba en moto con un acompañante en la zona céntrica de La Plata cuando fue embestida por otra moto, que escapaba de una persecución policial. En el impacto, sufrió traumatismo severo de cráneo y fractura cervical. Durante dos años, su estado se mantuvo en máxima cautela por la gravedad. Debió pasar por traqueotomía en dos ocasiones desde entonces.
Tras un avance positivo durante este año, el San Roque se disponía a desvincularla del tratamiento intensivo para iniciar una lenta recuperación. Hasta ahora, IOMA no se lo permite.
Las trabas burocráticas de la obra social del Estado no son aisladas. Otro caso similar al de Ludmila se dio esta semana en Mar del Plata, donde Gabriela Vaca, madre de un chico de ocho años con Síndrome de Tourette, no puede acceder a la cobertura. El motivo: tiene trabajo en blanco.
“El nene tiene su certificado de discapacidad. Producto del Síndrome de Tourette, tiene problemas de motricidad. Yo tengo IOMA, pero cubre una parte del tratamiento que mi hijo necesita, y no sólo lo hace con demora, sino que con valores de provincia”, había informado Vaca a medios locales.
Desde hace meses, la madre reclama a IOMA de Mar del Plata que le brinde la cobertura necesaria para los tratamientos que necesita el niño, pero le plantean que, como la provincia no adhiere a la ley nacional de discapacidad, presenta inconvenientes. “Es increíble, pero si yo no tuviera trabajo en blanco esto sería más fácil”.
(*) Periodista del diario Contexto.