En una entrevista recientemente publicada por el diario La Nación, el embajador argentino en China, Diego Guelar, afirmó que ese país “es peronista en el sentido telúrico, original de la palabra, industrialista y nacionalista”. Según el diplomático, “el modelo tiene como objetivo central la construcción de una sociedad socialista con características chinas, que hay un proceso de inclusión real y superior al que tienen los países «capitalistas marginales» como el nuestro, y que «frente a Chile, Brasil o la Argentina» aquí, cada año «millones de personas entran a la sociedad de consumo».
Por Cecilia Valdez / Según los datos aportados por Guelar, en China, el 60 por ciento de las empresas son privadas y cada día se registran 15.000 sociedades comerciales. Sin embargo, cabe aclarar que la República enfrente un grave problema de corrupción: hay un millón de procesados y 63.000 funcionarios de todos los niveles, incluidos militares y jueces, con condenas gravísimas por delitos como fuga de capitales. De todas formas, no se puede negar la influencia del gigante asiático en el tablero mundial.
Consultado sobre la relación entre la Argentina de Macri y la China de Jinping, el Embajador explicó que “estamos en su agenda estratégica” por tres motivos: la agroindustria, la infraestructura y la minería. Son 1300 millones de habitantes que llegarán a 1600 millones en 2040, que no son autosuficientes en términos alimenticios ni de minerales, y que tienen las empresas, los créditos y la tecnología para hacer obras, centralmente en energía y transporte”.
El pasado mayo, en el marco de su visita a China, Macri cerró acuerdos comerciales con Jinping por varios millones de dólares, que incluyen inversiones energéticas, financiamiento para la recuperación del tren San Martín, la construcción de dos nuevas centrales nucleares, un plan de acción en materia de cooperación agrícola y un plan quinquenal integrado para la cooperación en infraestructura (2017-2021).
“En los últimos años se logró avanzar en la apertura de numerosos productos en el mercado chino, pero hay que tener en cuenta que eso es solo el comienzo, tener el mercado abierto no significa venta, simplemente significa la posibilidad de vender”, le había dicho a AgePeBA semanas atrás el economista argentino y especialista en el gigante asiático Guillermo Santa Cruz.
Chinaestá en el ojo de la política internacional: siendo la segunda economía más grande y el principal socio comercial de la mayoría de los países del mundo a lo que se le agrega el boom en inversiones y financiamiento chino en el exterior. Tal y como explicó Santa Cruz, es esa posición económica, financiera y comercial la que “le da a China la plataforma para conseguir mayores espacios de liderazgo político a nivel global”.
En ese sentido, agregó que “si China continua en esta senda, es muy probable que se consolide como un nuevo líder mundial”, aunque aclaró que no será el único, “porque el mundo tiende a la multipolaridad”. “Estados Unidos y la Unión Europea continuarán teniendo un rol decisivo en el orden mundial, ya que cuentan con activos estratégicos como tecnología y recursos humanos”, explicó.
“Frente a estos proyectos tan grandes y sensibles a la opinión pública, lo correcto, y lo más inteligente, es avanzar con el mayor nivel de consenso posible. Seguramente se avance lento, pero con las represas quedó demostrado que, si los principales grupos de interés no participan del proceso de evaluación, a la corta o a la larga los proyectos se frenan y quedamos muy mal parados frente a otros países”, afirmó Santa Cruz a AgePeBA; y señaló que las cuestiones internas (como la oposición del gobernador de Chubut, Mario Das Neves, a la construcción de una planta nuclear en la Patagonia) “no es buena señal”. “Hay que avanzar con el mayor nivel de consenso posible, y por supuesto siempre centrar la discusión en datos concretos. Si se dice que las centrales presentan un peligro para el medio ambiente, que las partes interesadas pongan sobre la mesa datos concretos y los discutan comités de científicos especialistas en el tema”, remarcó el economista.
Por su parte, para el Embajador Guelar, según la entrevista ya citada que diera a La Nación, “las demoras (de realización de proyectos) tienen más que ver con nuestros problemas de procesamiento de las inversiones y los procedimientos del Estado. Si nos animamos a la deuda pública que hay que tomar contra esas inversiones que requieren garantía soberana… Son más preguntas internas de la Argentina que respuestas chinas”.
Cabe recordar que el gobierno de Cambiemos viene prometiendo desde el momento de su llegada al poder una “lluvia de inversiones” que al menos hasta el día de hoy no logra efectivizarse. En esa desesperada búsqueda de los tesoros para hacer negocios (en beneficio propio y de los grandes grupos empresarios y en detrimento del pueblo, claro está), Mauricio Macri parece haber perdido la brújula de orientación en cuanto a las relaciones diplomáticas con el resto del mundo. Un claro ejemplo es el tratado comercial entre el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de ANSES y Qatar, que tuvo de mediador al tenista Gastón Gaudio.
Qatar, acusado de financiar al “terrorismo”, cuando en realidad es territorio de uno de los asentamientos de Washington más poderosos en la región, viene de romper relaciones diplomáticas con Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Bahrain y Egipto.
Éstos últimos países, son avalados por Estados Unidos, presidido por Donald Trump, con quien Macri se había reunido en abril. Por esa razón, Argentina tuvo que llamarse al silencio cuando estalló el conflicto en el Golfo. Incluso, luego de su paso por China, el Mandatario visitó Arabia para participar del Foro Internacional OBOR- La desesperación por los negocios pone en jaque el rol de la Argentina como actor internacional, supeditada a la cuestión económica.
“Tenemos que tener en cuenta una cosa, que no tiene nada que ver con China, sino con nuestras propias instituciones. Las compras del Estado deben ser transparentes, no importa el color político ni las ideologías. De otra manera, algo que en esencia es una buena noticia, puede terminar siendo un dolor de cabeza”, remarcó Santa Cruz y agregó: “en los últimos años se logró avanzar en la apertura de numerosos productos en el mercado chino, pero hay que tener en cuenta que eso es solo el comienzo, tener el mercado abierto no significa venta, simplemente significa la posibilidad de vender. Para poder concretar las exportaciones se necesita que el importador te elija, y para eso hay que tener un producto competitivo. Este es el segundo aspecto, y no tiene nada que ver con China ni con ningún otro país, sino con nosotros mismos: me refiero al elevado nivel de impuestos, la mala infraestructura, la terrible burocracia, la conflictividad laboral, la competencia desleal, la distorsión de precios relativos, la falta de acuerdos comerciales que permitan acceder a otros mercados con aranceles más bajos, etc. Estos problemas se arrastran desde hace muchos años, y son lo que hacen que el producto argentino no sea competitivo cuando se quiere exportar”.