Una vez más, la lógica de los Estados fallidos de la que refirió Noam Chomsky permite comprender que el intervencionismo tiene más que ver con los beneficios económicos que con el bienestar de los pueblos; y que en Medio Oriente ya acumula millones de muertos y refugiados.
Por Cecilia Valdez / En el marco del último encuentro del G20, desarrollado en Hamburgo, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, señaló que “el problema del terrorismo es el cambio climático”. Allí también los presidentes de Rusia y Estados Unidos, Vladimir Putin y Donald Trump, sellaron un acuerdo de alto en el fuego en Siria. Además, por esos días se anunció la liberación de la ciudad iraquí de Mosul, que estaba en manos del Estado Islámico. Las tres situaciones -vinculaciones a un escenario político y económico internacional complejo- permiten visibilizar el juego de las potencias occidentales para hacerse de los recursos.
El cambio climático y el terrorismo se presentan en las cumbres de países y encuentros bilaterales de jefes de Estado como las dos grandes preocupaciones de la actualidad. ¿Cuánto hay de cierto en ello? Una vez más, la lógica de los Estados fallidos de la que refirió Noam Chomsky permite comprender que el intervencionismo tiene más que ver con los beneficios económicos que con el bienestar de los pueblos; y que en Medio Oriente ya acumula millones de muertos y refugiados.
Liberación de Mosul
Primero lo importante: Mosul es rica en petróleo, por eso, cobró relevancia la toma de esta ciudad por parte del Estado Islámico, se convirtió en una preocupación internacional y se anunció su liberación con bombos y platillos. Cuando Chomsky escribió en 2007 sobre la guerra de Estados Unidos contra Irak, estaba haciendo referencia a cómo, bajo la bandera de la defensa del mundo frente a la amenaza del terrorismo (instaurado siempre en locaciones geográficas estratégicas), las grandes potencias y en especial Estados Unidos, justifican su intervención y se hacen de los recursos abundantes.
“Son conocidas las ´verdaderas intenciones´ de la guerra contra Irak, país considerado como las segundas mayores reservas petrolíferas del mundo. El control del terrorismo pasa a segundo plano con relación a los objetivos geopolíticos y estratégicos de EUA, es decir, «la supervivencia humana no es de particular importancia comparada con el poder y la riqueza a corto plazo», decía el académico en su libro “Estados fallidos. El abuso del poder y el ataque a la democracia”.
“Subirse al «carro de la democratización», «intervenir sin contemplaciones» o el «disfraz humanitario» son parte de las actitudes mesiánicas que Estados Unidos aplica para «asegurar la autodeterminación» de las masas. La memoria histórica señala otra perspectiva. La democracia estrechamente identificada con empresas privadas y capitalistas, definida en tanto identidad política estadounidense, que con tal de fomentarla –incomprensiblemente, sacrifican sangre y vida de sus connacionales”, agregaba.
Alto el fuego en Siria
Durante la última cumbre del G20 en Hamburgo, Vladimir Putin y Donald Trump, presidentes de Rusia y Estados Unidos respectivamente, acordaron el alto en el fuego en Siria. A estas alturas, es de público conocimiento que al igual que en la guerra con Irak, Estados Unidos utiliza la misma estrategia para intervenir Siria: la avanzada del terrorismo en un país rico en petróleo. Incluso, una de las principales hipótesis es que financia económicamente a los fundamentalistas para derrocar al gobierno de Bashar al-Ásad, tal como sostiene la periodista especializada Stella Calloni.
De hecho, en una columna publicada en de 2015, bajo el título “Al descubierto juego perverso de la OTAN en Siria”, Calloni realiza un repaso interesante sobre la mal llamada guerra civil en ese país desde la intervención de Rusia en septiembre de ese año, que vale la pena traer a colación para poner en contexto el alto en el fuego.
“En sólo días Rusia ha dejado en evidencia que los bombardeos de los países de la OTAN supuestamente para combatir al Estado Islámico en Iraq y el Levante -algo muy difícil porque ellos mismos lo crearon- sólo causaron daños temibles al pueblo sirio y a la infraestructura de ese país. Los bombardeos de Estados Unidos, Israel Francia y Reino Unido supuestamente contra los terroristas del Estado Islámico (EI), ¿cómo no pudieron lograr lo que en una semana logró Rusia trabajando junto al ejército sirio? Si Estados Unidos quería -como le informan a su pueblo- castigar a los terroristas en Siria, ¿por qué no disparó contra éstos, y sí lo hizo destruyendo refinerías, escuelas, hospitales, carreteras, ciudades en Siria? Lo mismo sucedió en Iraq, tratando de acabar con la mínima posibilidad de resistencia contra la ocupación colonial en ese país”, se preguntaba la periodista.
Para la especialista, “la imposibilidad de derrotar al heroico ejército sirio llevó al perverso invento del Estado Islámico de Iraq y el Levante, el supuesto califato” y fue en 2014 que comenzó este avance sobre Siria, “ante lo cual la coalición de países encabezada por Estados Unidos anunció que comenzaría a actuar contra estos terroristas, Mientras, oleadas de mercenarios entraban por la frontera controlada por la OTAN, cada bombardeo sirvió para continuar la destrucción de Siria”.
“Ha quedado al descubierto el juego perverso de la OTAN, que tiene una historia criminal y que prácticamente desde su creación al final de la Segunda Guerra Mundial (…) La Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Servicio Secreto de Inteligencia británico (SIS o MI16) fueron responsables de su creación. Este organismo no tuvo escrúpulo alguno para buscar entre los «nazis» desocupados y cuanto fascista y ex colaborador del nazismo encontraron para conformar esos ejércitos secretos, que además de hacer sus trabajos criminales eran y siguen siendo «expertos» en atentados de bandera falsa. De manera que, con la actual actividad de reclutar mercenarios en el mundo, con fuertes remesas de las monarquías árabes del Golfo -asesinos de sus propios hermanos del Medio Oriente- no están haciendo nada nuevo. En estas guerras coloniales que protagonizan los países que conforman la OTAN, y su mandante real Estados Unidos, no existen «ejércitos privados», son ejércitos de mercenarios, que por supuesto están programados para asesinar y aterrorizar al mundo”.
Los ataques se prolongaron durante años en territorio sirio y si bien el alto en el fuego puede verse como un pequeño alivio temporal, el nudo de la cuestión sigue presente y la última palabra no está dicha. Lo que está en disputa es un territorio y lo que está en jaque es un gobierno, más allá de las miserias que deben atravesar los habitantes de ese suelo.
Cambio climático y terrorismo, ¿las preocupaciones de Macrón?
«No podemos pretender estar luchando contra el terrorismo de una manera efectiva sin una acción resuelta contra el cambio climático”, dijo el francés Emmanuel Macrón en el encuentro de presidentes en la cumbre del G20.
Su afirmación posiblemente esté basada en el reciente informe Insurgency, Terrorism and Organised Crime in a Warming Climate, realizado por el ‘think tank’ Adelphi (encargado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania). El mismo, disponible en inglés, refiere a la relación entre el cambio climático y el accionar de grupos armados no estatales en países en vías de desarrollo. “Si bien el cambio climático no es directamente responsable de los conflictos analizados, sí facilita la operación de los grupos armados al exacerbar la competencia por recursos escasos, dificultar las condiciones de vida de la población, e incrementar la presión sobre las ya frágiles instituciones públicas”, afirma Adelphi en su página web latinoamericana.
Las declaraciones del recientemente electo presidente parecerían honestas si no fuera porque días después, anunció el fin de la venta de vehículos de nafta y diésel para 2040 “altamente contaminantes” para ceder su lugar a los vehículos libres de dióxido de carbono. El justificativo del cuidado del clima para los grandes negocios radica ahí: actualmente sólo un 0,2 por ciento de la población mundial utiliza estos autos, por sus elevados costos. Por ejemplo, según una nota del diario argentino La Nación, en 2016, los vehículos ecológicos representaron el 3,6% de los autos nuevos en Europa.
Francia construye en la actualidad el auto eléctrico más vendido en Europa, el Renault Zoe, que supera en ventas al Mitsubishi Outlander PHEV y al Nissan Leaf, dos modelos japoneses que como el Zoe seducen con sus motores ecológicos a los conductores más conscientes del calentamiento global. La empresa PSA Group, fabricante de los Peugeot y Citroën, dijo que la meta del gobierno sobre la fabricación de autos ecológicos se ajusta a sus objetivos de que el 80% de su línea de vehículos sea totalmente eléctrico o híbrido para 2023. En tanto, compañía sueca Volvo la que tomó la delantera en esta naciente carrera ecológica, al prometer el «final histórico» de los vehículos que funcionan sólo con motores a combustión en los próximos dos años. Según La Nación, a partir de 2019 sus fábricas lanzarán a las calles de Suecia y del resto del mundo sólo modelos eléctricos o híbridos.
El gobierno francés aspira a cerrar las centrales térmicas de carbón en los próximos cinco años a y a impulsar la energía limpia y las nuevas tecnologías, principalmente con el cobro de impuestos sobre las otras fuentes de energía. También pretenden prohibir la exploración petrolera y de gas en territorio francés. Pero es tan relativa la preocupación francesa por el cambio climático que hasta Greenpeace se mostró preocupada y advirtió que faltan medidas “más concretas” para la reconversión.
El todo es más que la suma de sus partes
Entendidos por separado, los tres hechos enumerados al principio parecen buenas noticias para el mundo moderno. Pero cuando se ponen en contexto y se analizan como parte de un entramado de un grupo de poderosos para hacerse con aun más poder y desarrollar sus negocios, parecen ir perdiendo sentido. La liberación de Mosul se da en manos de aquellos que financiaron su ocupación, al igual que Estados Unidos viene haciendo con Siria. El alto en el fuego no significa el fin de, como sostiene Calloni, la “mal llamada guerra civil”, porque acabar con el terrorismo implica el fin del justificativo de la intervención, que con claridad plantea Chomsky.
Asimismo, hay que sumar otro argumento al servicio de la avanza occidental en Medio Oriente que es el que plantea Macrón: la lucha por el cambio climático. Esta teoría permite entrever la relevancia de los recursos y la lucha por hacerse de ellos, considerando las locaciones estratégicas de los países de Medio Oriente, ricos en fuentes de energía.
La puesta al servicio del clima en pos de los intereses económicos no sólo la manifiesta Macrón con su anuncio de venta de vehículos costosísimos, sino que también ya lo había hecho Donald Trump cuando, el año pasado, retiró a Estados Unidos de los Acuerdos de París.
Para el magnate, el acuerdo sellado por casi 200 países que establece un calendario de reducción de las emisiones para paliar los efectos del cambio climático no es más que “un mero acuerdo comercial”. El Presidente lo considera una barrera burocrática que, a su juicio, impide la libre expansión industrial y que sólo ofrece ventajas competitivas a China e India, según se consignó en su momento. “Este acuerdo tiene poco que ver con el clima y más con otros países sacando ventaja de Estados Unidos. Es un castigo para EEUU. China puede subir sus emisiones, frente a las restricciones que nos hemos impuesto. E India puede doblar su producción de carbón. Este pacto debilita la economía estadounidense, redistribuye nuestra riqueza fuera y no nos permite utilizar todos nuestros recursos energéticos”, fue su argumento.
Quizás, haya que buscar en el capitalismo a ultranza de la actualidad las razones por la cual el terrorismo y el cambio climático se volvieron dos de los males mayores de la humanidad.