Susana Giménez es una de las conductoras estrella de esa bazofia comunicacional y prostibularia que es la tele argentina, en general y con sus excepciones, claro. No es la única, por supuesto, pero con su aire de entre idiota e ingenua inverosímil – una suerte de caricatura de papel maché deformada por los efectos de ciertas aguas estancadas-, provocó que el tema sea noticia, a partir de las diversas condenas que surgieron a esa bestialidad de entretenimiento al aire que se llamó Su Gateo, una verdadera carrera de bebés –victimas también de sus padres, evidentemente no aptos para la tutela y crianza -, tal cual una competencia de animales, que es justo lo que la TV considera que somos los humanos, animales librados a la competencia y al azar del cazador de turno.
Por Víctor Ego Ducrot (*) / Execrable pero no excepcional ni primera fue la ocurrencia de la animadora rápida para ensalzar la pena de muerte, como supo hacerlo en más de una oportunidad: el trabajo infantil VIP es una práctica cotidiana en nuestra TV, ejecutada con la eterna complicidad de la entidades estatales de regulación, de las empresas, de la Justicia y de los padres y entornos familiares narcotizados por esa misma TV, de espejos deformantes de viejo parque de diversiones, que enarbolan como gritos de desgarro las ideas de éxito y las riqueza, tal cual sucede en el mundo de los fabulosos negocios del fútbol, de la publicidad, de la moda, todo al borde de la trata de personas.
Si se me permite la digresión, la que quizá no sea tal, añado, y en tantos y tantos otros espectáculos; casi como el de la política burguesa, que para el francés Christian Salmon atraviesa a toda ella, un poco entendida como fenómeno: las retóricas de la política actual “están prefabricadas, hablo de Trump, de Macron y del resto de políticos contemporáneos», dijo hace apenas unos días. “Christian Salmon nació en 1951 en Marsella. Es doctor en Historia de las ideologías y crítico literario. ‘Storytelling’ (2007) es su libro más difundido. En ‘La ceremonia caníbal’ continuó esa línea de trabajo. Es autor también de ‘La estrategia de Sherezade’ y ‘Kate Moss Machine’”, dice un artículo de la última edición del suplemento dominical Ideas del diario La Nación respecto del pensamiento del académico que colaboró con Pierre Bourdieu en el Parlamento Internacional de Escritores dedicado a defender a periodistas, intelectuales y autores perseguidos por razones ideológicas: “Da igual la ubicación ideológica que manifiesten. Sus narraciones responden a un storytelling pensado en términos mercantiles. Ellos son actores de un teatro de performance (…). En ‘Storytelling’, expresó las modificaciones que operan en el llamado mundo de la política. Su libro -una crítica de la política que acabó irónicamente transformándose en un manual de consulta para los propios candidatos- evidenció un modo de construcción de relatos desarrollados estrictamente para el consumo popular. Una evidencia de que la época de las marcas y los logotipos había dado paso a la época de las historias. Narrativas pensadas inicialmente para el consumo infantil se transformaron en la quintaesencia del mundo político (…). El espacio de lo político se pulveriza y se licúa. Sus espacios lógicos e históricos se deslizan al territorio móvil y poroso de Internet. Las redes sociales transforman al político en estrella mediática de un circo donde se ofrece pan real pero sólo se consigue el virtual. Todo pende del hilo de la tensión narrativa. Quién logre teatralizar mejor y movilizar ánimos, ya no colectivos sino individuales, resulta ganador en la contienda (…). En ‘La ceremonia caníbal’, plantea: «vivimos en una democracia hechizada que ha sustituido la acción por el relato, la deliberación por la distracción, el arte de gobernar por el arte de la puesta en escena. La política ha pasado del debate, de la discusión y del dissensus, a lo interactivo, lo performativo y lo espectral. Los políticos son los que presiden esta ceremonia caníbal, y su condición inconfortable de ser a la vez performers y víctimas: Kafka los llamaba artistas del hambre (…). Esta política, sin embargo, no es neutral. Es, dice Salmon, fundamentalmente de derecha. Nace, de hecho, con la destrucción de la competencias del Estado iniciada en Europa y Estados Unidos por el binomio Thatcher-Reagan. Y germina cuando éste se ha transformado en un elemento sin entidad, en un verdadero edificio con agujeros en el que el agua ingresa por todos los costados. Si lo único que hay es liberalismo mercantil, la política es negada en su esencia fundamental. Todo lo que queda es circunscribirla a las normas del primero”.
Y vuelvo a la TV energúmena que sufrimos los argentinos. Para ello cito parte de un informe del colega Juan Funes publicado este miércoles por el diario Página 12: “con el título de Su Gateo, la conductora organiza carreras de bebés durante su programa en Telefe. Los bebés gatean hasta una meta (…). Dos madres incitan a sus bebés a gatear ‘más rápido’ que ‘el rival’. La utilización de niños está prohibida. Los primeros ‘competidores’ fueron Agustín, de 15 meses, y Benjamín, de 13. Los separaban de sus madres unos cinco metros de “pista”, con los carriles divididos por un acrílico. Sonó el ‘gong’ y empezó la carrera: los acompañantes soltaron a los bebés, que gatearon hacia el otro lado de la pista en donde sus madres los incentivaban a avanzar más rápido con juguetes y celulares. Agustín fue el primer ganador del flamante concurso de carreras de bebes que presentó Susana Giménez el último sábado, en su segundo programa del año emitido por Telefe, con el título Su Gateo. Ayer el Comité Argentino de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (Casacidn) manifestó su repudio a través de un comunicado. En diálogo con PáginaI12, la directora ejecutiva de ese organismo, Nora Schulman, aseguró que “es un caso absolutamente violatorio de los derechos de los niños, que no tienen posibilidad de negarse a participar y por supuesto no entienden nada de lo que pasa”. Además indicó que mandaron el comunicado a la producción del programa pero todavía no obtuvieron respuesta. Consultados por este diario, voceros de Telefe indicaron que aún no tenían respuestas sobre el tema (…). Mientras tanto, las madres de los ocho ‘competidores’ esperaban su turno. ‘Ocho bebés compiten de a dos para ver quienes llegan a la semifinal’, leyó la conductora de una hoja A4. Después siguió con la lista de premios: ‘Para el ganador un cochecito de última generación; un andador; pañales por un año y una ‘gift card’ con 50 mil pesos’ de una marca de productos de bebés. ‘Para el resto –completó–, hay pañales, juguetes, ropa y un juego de cuna completo’. Previo al comienzo de las carreras explicó las pocas reglas para la competencia. ‘La carrera empieza cuando suena el gong’, y ‘en caso de que los bebés se atranquen ahí (en la pista), pueden entrar sus padres’ (..). ‘Es aberrante. Es poner a los niños en el mismo nivel, tratarlos como animales o como juguetes. Mucha gente reaccionó en contra de las carreras de galgos, y ahora hacen carreras de bebés y las pasan por la tele en horario central, en uno de los programas más famosos’, afirmó Schulman. Según explicó, desde Casacidn ‘mandamos un comunicado a la producción del programa y estamos esperando la respuesta. Vamos a seguir hasta que se cancele este formato’. La directora ejecutiva del Comité sostuvo que ‘el problema es de los padres y de la producción del programa que expone a los bebés que no tienen ninguna conciencia de lo que pasa. Es terrible porque el ejercicio de la violencia es de las mismas madres que les muestran a los chicos celulares para que ganen la carrera y los tironean de los brazos cuando llegan’. No es la primera vez que Casacidn debe intervenir en programas televisivos que violan los derechos de niños y niñas. El caso anterior fue por el Bailando Kids de Showmatch, conducido por Marcelo Tinelli. ‘En ese programa a las nenas se las pintaban todas y las hacían perrear, cuando tenían alrededor de cinco años. En ese momento llegamos a la Defensoría del Pueblo y también tuvimos el apoyo de la Sociedad Argentina de Actores que nos apoyaron con el repudio’, recordó Schulman. Al igual que en este caso, en las carreras de bebés, para ella, ‘hay una manipulación de los niños que son expuestos como objetos de consumo y diversión de los adultos en el marco de una competencia’”.
Como en el caso de los pibes y pibas explotados como actores y actrices, modelos para cortometrajes publicitarios, jugadores precoces de fútbol y otras muchas actividades VIP, por el número de millones que está en juego, las familias, el Estado y la Justicia miran para otro lado; y el conjunto de la sociedad también, tanto se ha naturalizado por el dispositivo cultural impuesto desde la misma maquinaria mediática que el trabajo infantil sólo se registra entre aquellos que lo sufren apenas si para comer. Y veo esta noche desde la ventana del cuarto donde escribo, cómo un manojo de pibitos intenta treparse a uno de los contenedores para basura que el gobierno de la ciudad de Buenos Aires instaló hace ya un par de años en nuestras calles, para que allí arrojemos los desperdicios; sí, entre los cuales un ejército de chiquilines y chiquilinas en la sombras son explotados. Todo será cada día más grave mientras esos niños y niñas queden atrapados para siempre como víctimas del inhumano (inmundo) sistema de poder neoliberal, el mismo que por cierto la TV energúmena propala sin descanso ni piedad.
Mientras tanto la OIT informa que Argentina será sede de IV Conferencia Mundial sobre la Erradicación Sostenida del Trabajo Infantil, a realizarse entre 14 y el 17 de noviembre. Mientras tanto, el ministro de Trabajo Jorge Triaca se prepara para explicar lo inexplicable, o mejor dicho lo execrable; que es la política económica, social y laboral de su jefe, el presidente del régimen de CEOs, Mauricio Macri. A ver que dicen sobre lo que sigue, tomado de la misma OIT: “el término ‘trabajo infantil’ suele definirse como todo trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico. Así pues, se alude al trabajo que: es peligroso y prejudicial para el bienestar físico, mental o moral del niño; interfiere con su escolarización puesto que: les priva de la posibilidad de asistir a clases; les obliga a abandonar la escuela de forma prematura, o les exige combinar el estudio con un trabajo pesado y que insume mucho tiempo. En las formas más extremas de trabajo infantil, los niños son sometidos a situaciones de esclavitud, separados de su familia, expuestos a graves peligros y enfermedades y/o abandonados a su suerte en la calle de grandes ciudades (con frecuencia a una edad muy temprana). Cuándo calificar o no de “trabajo infantil” a una actividad específica dependerá de la edad del niño o la niña, el tipo de trabajo en cuestión y la cantidad de horas que le dedica, las condiciones en que lo realiza, y los objetivos que persigue cada país. La respuesta varía de un país a otro y entre uno y otro sector (…)”.
Qué dirá el ministro; que dicen la TV energúmena, el Estado en su conjunto, la Justicia y los padres de los niños y niñas sometidas ante este recordatorio, otra vez una cita de la OIT: “la Ley 26.847, promulgada en 2013, incorporó al Código Penal el art.148 bis, que establece: ‘Será reprimido con prisión de 1 (uno) a 4 (cuatro) años el que aprovechare económicamente el trabajo de un niño o niña en violación de las normas nacionales que prohíben el trabajo infantil, siempre que el hecho no importare un delito más grave’ (…). O sobre la “ley 26.390/2008. Prohibición del trabajo infantil y protección del trabajo adolescente. Sancionada en 2008, esta ley prohíbe el trabajo infantil y establece modalidades de protección del trabajo adolescente. Fija la edad mínima de admisión al empleo en los 16 años prohibiendo el trabajo de las personas menores de esa edad en todas sus formas, exista o no relación de empleo contractual, y sea el empleo remunerado o no (art.2). La ley prescribe también un máximo de 3 horas para la jornada laboral y 15 horas semanales, en el caso de los mayores de 14 años y menores de 16 que realicen tareas en empresas de la familia y siempre que no se trate de tareas penosas, peligrosas y/o insalubres, y que cumplan con la asistencia a la escuela. (art.8). Y prohíbe el trabajo de menores de 18 años en jornadas nocturnas (art.9)”.
¿Qué pensará respecto de todo ello la piara de prostibularios caciques de nuestro sistema de poder? Lo sabemos.
(*) El autor es periodista, escritor y profesor universitario. Doctor en Comunicación por la UNLP; titular de la Cátedra (II) de Historia del Siglo XX de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. Director de AgePeBa.