El cubano Antonio Veciana fue un espía de la CIA que dedicó su vida a intentar matar a Fidel Castro y desestabilizar al gobierno cubano. A sus 88 años, dice que la suya “es la historia de un fracaso”. Y la cuenta con rabia y sin arrepentimientos. Conocerá aquello de: Estás desorientado y no sabés qué trole hay que tomar para seguir. Y en este desencuentro con la fe querés cruzar el mar y no podés. La araña que salvaste te picó -¡qué vas a hacer!- y el hombre que ayudaste te hizo mal -¡dale nomás!- Y todo el carnaval gritando pisoteó la mano fraternal que Dios te dio. ¡Qué desencuentro! ¡Si hasta Dios está lejano! Llorás por dentro, todo es cuento, todo es vil. En el corso a contramano un grupí trampeó a Jesús. No te fíes ni de tu hermano, se te cuelgan de la cruz. Quisiste con ternura, y el amor te devoró de atrás hasta el riñón. Se rieron de tu abrazo y ahí nomás te hundieron con rencor todo el arpón. Amargo desencuentro, porque ves que es al revés. Creiste en la honradez y en la moral. ¡Qué estupidez! Por eso en tu total fracaso de vivir, ni el tiro del final te va a salir”. El tango de dos maestro entre maestros: Aníbal Troilo Cátulo Castillo.
“Yo era un terrorista improbable. Era delgado, asmático y estaba lleno de inseguridades”, dice Veciana en su libro, “Trained To Kill” (entrenado para matar), coescrito por el periodista Carlos Harrison y publicado por Skyhorse Publishing.
Luego, en persona, aclara: “El trabajo que yo hacía es lo que hacen los terroristas. Lo que pasa es que no lo llamaban así”.
Está sentado en la sala de estar de la casa en Miami de su hija, Ana, con quien vive. Tiene la andadera a un lado.
Y, en sus manos, el libro en el que relata cómo el agente de la CIA David Atlee Phillips (a quien él conocía como “Bishop”) lo reclutó en 1959 y lo entrenó en La Habana para matar a Castro, quien murió por causas naturales el año pasado.
“Bishop me invitó a almorzar. Era fácil, no tenía que convencerme mucho del peligro que había sobre Cuba con el comunismo”, cuenta. “Y me entrené para hacer todo el trabajo que tuve que hacer”.
Era contador del Banco Nacional de Cuba, pero le enseñaron a ser invisible, a planificar, a ser inescrupuloso y a desconfiar.
“Al principio, la idea era desestabilizar”, cuenta. “En los países donde hay desestabilización, la gente cree los rumores. Ese era mi trabajo, crear esos rumores”.
“Y además el cubano estaba muy propenso a creer cualquier cosa. Uno sacaba una circular y la gente la creía”.
La circular más sonada fue un supuesto proyecto de ley según el cual el gobierno quitaría a los padres la patria potestad de sus hijos.
“Entonces los padres mandaron a cerca de 14.000 personas aquí”, a Miami. “Muchos se reunieron después con sus hijos, pero otros no pudieron volver a verlos, porque murieron o no pudieron salir del país”.
Este éxodo pasó a la historia como la “Operación Pedro Pan”. Entre 1960 y 1962, los padres sacaron a sus hijos de Cuba a través de los oficios de la Iglesia Católica. Los niños sin acompañantes adultos eran recibidos en campamentos en Florida.
¿Se arrepiente Antonio Veciana de estar detrás de la separación de miles de familias?
“Yo no me arrepiento realmente. Quizás sea un irresponsable, pero lo que hice lo hice por convicción. Estaba convencido en aquel momento de que estaba haciendo la cosa correcta, así que lo volvería a hacer”.
Veciana se exilió en Estados Unidos en 1961, debido a un fallido atentado contra Castro que fácilmente dirigiría las autoridades hacia él.
Luego, cuando fue contactado por Bishop en Miami, fundó el grupo paramilitar anticastrista “Alpha 66”, que en los años ’60 y ’70 “hacía acciones comando y mantenía la lucha contra el comunismo”.
“Esos ataques fomentaban una esperanza. Cuando se publicaban en la prensa, había euforia. La gente mantenía todavía la esperanza de que podría ganar la batalla”.
“Pero siempre se exageraba. Cuando uno ataca un barco, a lo mejor tiró 20 tiros a cierta distancia, pero dice que se tiraron más tiros desde más cerca y que hubo heridos del bando contrario…”
Como muchos cubanos de su edad, Veciana mantiene fresco el rencor hacia el entonces presidente John F. Kennedy, porque “traicionó” a los exiliados cuando retiró el apoyo militar a la fallida invasión de la Bahía de Cochinos en 1961.
Esa “traición”, según él, fue cobrada por la CIA. Veciana asegura haber visto a su “operador”, Bishop, reunido con Lee Harvey Oswald tres meses antes del asesinato de Kennedy en Texas en 1963. Pero Oswald fue luego identificado como un atacante solitario.
Un siguiente intento de matar a Castro en Santiago de Chile falló. Años después, Vaciana tuvo que abandonar otro atentado. Su esfuerzo por desprestigiar a Ernesto “Che” Guevara después de su muerte en Bolivia, tampoco resultó. La leyenda del revolucionario argentino se le escapó a la CIA de las manos.
“Realmente trato de no pensar mucho en eso, porque la mía es la historia de un fracaso. Cuando uno fracasa por diferentes circunstancias siente que no hizo lo correcto, o que la suerte no le ayudó, pero se siente fracasado”.
Y en 1979 tiró la toalla.
(Tomado de Cuba Debate. La cita tanguera es de AgePeBA)