Pero la disposición de las Fuerzas Armadas para reprimir a decenas de miles de ciudadanos y ciudadanas en Brasilia puede hacer que los tiempos se le achiquen el presidente post democracia del país que representa a la sexta economía del mundo. Algunos dirigentes de la derecha, como Fernando Henrique Cardoso salieron en la últimas horas a tranquilizar las aguas, en nombre de la gobernabilidad, pero otros, por izquierda, como el intelectual Emir Sader escribió : “se dice que los animales venenosos, cuando están por morir, tiran sus peores venenos. Ese parece ser el comportamiento de Michel Temer, a quien sus mismos aliados ya habían comunicado que su gobierno había terminado. Ayer llamó, precipitadamente, a las fuerzas armadas, para protegerse de la manifestación más grande de la historia de Brasilia, con 150 mil personas llegadas de todas las provincias de Brasil”.
“Cuando se enteró de la orden de Temer, el presidente del Supremo Tribunal Federal afirmó que esperaba que no fuera cierto. El presidente de la Cámara de Diputados aclaró que le había solicitado fuerzas policiales para proteger el Congreso, pero no soldados. El gobernador de Brasilia dijo que no sabía nada. La oposición trata de revertir la decisión del presidente, que es ilegal, ya que no puede apelar a las fuerzas armadas en las actuales circunstancias. Se preveía la caída de Temer para el 6 de junio, y que su salida se dé por decisión del Superior Tribunal Electoral. Ahora ese conteo regresivo ya parece demasiado largo. Temer se mudó del palacio presidencial porque decía que oía voces extrañas. Ahora esas voces parecen bastante mas claras para él. Termina su gobierno y se abre la disputa sobre la vía de su sucesión: elección indirecta por un Congreso absolutamente desprestigiado o elecciones directas, con el fantasma de Lula acechando peligrosamente”, consignó Sader en un texto publicado en Buenos Aires por el diario Página 12.
Interesante un texto del economista español de la Universidad Autónoma de Barcelona y director del Centro de Estudios Estratégicos Latinoamericano de Geopolítica, Alfredo Serrano Mancilla, publicado hace dos días por el sitio Cuba Debate.
“En los golpes del siglo XXI en América Latina han cambiando mucho las cosas. El nuevo formato ya no tiene una cara visible militar. Estos nuevos golpes son parlamentarios, con el poder judicial-comunicacional-económico haciendo su trabajo. Sin embargo, esto no es lo único que es novedoso. El otro aspecto crucial, que quizás haya pasado más desapercibido, es que estos nuevos golpes siempre cuentan con un ejecutor que se queda en el cargo mientras la derecha gana tiempo para buscar al verdadero candidato que debe gobernar el periodo posterior. En el 2009, en Honduras fue Roberto Micheletti quién se quedó como Presidente transitorio luego de sacar a Manuel Zelaya de su legítimo cargo. Pero duró poco. Se logró la interrupción democrática, se sacó al Presidente electo, y luego vino Porfirio Lobo por la vía electoral, y más tarde Juan Orlando Hernández. Algo similar ocurrió en Paraguay en 2012. Se dio el golpe contra Fernando Lugo, y Federico Franco se quedó en su puesto sin necesidad de acudir a elecciones. Pero éste no se iba a quedar por mucho tiempo porque la idea era abrir la cancha para que llegara rápidamente el verdadero candidato de la derecha, Horacio Cartes, para darle estabilidad al proceso de restauración conservadora”, subraya ese texto.
Y continúa: “Lo mismo es lo que sucede hoy en Brasil. Michel Temer fue el ejecutor del golpe contra Dilma Rousseff. Asumió el 31 de agosto del 2016 sin necesidad tampoco de acudir a las urnas para implementar un conjunto de medidas económicas neoliberales en tiempo récord. Privatizaciones y recortes que fueron ejecutados a gran velocidad para asentar las bases del nuevo modelo económico y social. Todo esto, unido a ser el verdugo más visible contra la democracia, le llevó a tener una popularidad por debajo del 10%. La ofensiva de la derecha es salvaje pero no estúpida. Por ello, ahora le toca sacrificar a Temer porque ya no sirve. Fue de usar y tirar. Es por ello que el emporio O Globo, verdadero actor ordenador del Brasil, le hace la jugada para sacarlo rápidamente del tablero. La derecha necesita orden y estabilidad en Brasil, y por ello, se necesita un nuevo Presidente, resplandeciente e impoluto, con mayor respaldo popular. Temer hizo el trabajo sucio y ahora toca limpiarle la cara al golpe.Y entonces ya se atisba a los nuevos candidatos para gestionar la ofensiva neoliberal con una cara más amigable. Uno, Joan Doria, y dos, Cármen Lúcia Antunes. El primero ganó elecciones el pasado octubre para ser Prefecto de Sao Pablo con un alto caudal de votos. Se presenta como representante de la pos política aunque tuvo algunos cargos públicos menores. Este supuesto outsider de la política, publicista, empresario televisivo y presentador de programas, parece que es el elegido por los mercados para dirigir a Brasil hacia el abismo. Seguramente no aceptará ser interino y querrá acudir a la batalla electoral. La otra persona elegida por el establishment es Cármen Lúcia Antunes, representante del aparato judicial, presidenta de la Corte Suprema, a quién le tocaría asumir mientras que se convoquen elecciones. Quizás, sea también la próxima candidata para cuando se abran las urnas. De esta maquiavélica forma, se lustra la fachada democrática tras un golpe. Temer desaparecerá como por arte de magia como así lo hicieron Micheletti en Honduras y Franco en Paraguay. Este es el rol que tienen los operadores transitorios para poner fin al régimen democrático y abrir otro que debe aparentarlo. La nueva época golpista tiene sus propios manuales con su modus operandi. Temer ya cumplió su trabajo. Que pase el siguiente”.
En tanto, la carga violenta, y hasta donde se pudo observar unilateral, de la policía, que dejó un saldo de 49 heridos, fue seguida por el despliegue de las fuerzas armadas determinado a través de un decreto presidencial.
“Brasilia está en llamas. El gobierno post-democrático encabezado por Michel Temer parece degradarse hacia un régimen autoritario. La carga violenta, y hasta donde se pudo observar unilateral, de la policía, fue seguida por el despliegue de las Fuerzas Armadas determinado a través de un decreto presidencial. Dentro del Congreso se replica la indignación de los millares de indignados reunidos en su entorno. Legisladores del Partido de los Trabajadores (PT) y el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) se insubordinan contra el presidente de la Cámara baja, el conservador Rodrigo Maia de Demócratas (DEM), que justifica el decreto, pero luego se contradice. El régimen tambalea. ‘No reconocemos la legitimidad de esta sesión mientras dure el estado de excepción’, lanza el jefe del bloque diputados del PT, Carlos Zarattini. Afuera del Palacio el secretario general de la CUT, Marcos Nobre, se espanta: ‘esto me recuerda los peores momentos de la dictadura…ni bien comenzó a llegar la gente comenzó a ser reprimida’”, consigna por su parte el colega Darío Pignotti en Página 12.
Y recuerda: “El miércoles de la semana pasada explotó el escándalo que posiblemente le costará el gobierno: el dueño del frigorífico JBS, Joesley Batista, lo grabó mientras avalaba el pago de un soborno a su aliado Eduardo Cunha, que purga una condena de 15 años por corrupción. Dos días después de esa revelación Temer convocó al ministro de Defensa, Raúl Jungmann, y a los jefes militares cuyo protagonismo político fue incrementándose junto con la desintegración del gobierno surgido tras la deposición de Rousseff. Desde que tomó estado público su pacto con JBS Temer se tornó un mandatario nominal, sin autoridad sobre sus aliados a los que sólo les preocupa montar una sucesión que garantice el ajuste neoliberal e impida elecciones directas, porque de haberlas probablemente vencería Lula, que es la demanda de los que ayer fueron reprimidos en Brasilia. La pequeñez política de Temer se hizo patente ayer cuando algunos de sus socios cuestionaron el llamado a los militares para actuar contra los manifestantes que exigen su renuncia y el llamado a elecciones “directas ya”. Convocar a 1.500 hombres del Ejército y la Marina es “una insensatez” protestó el senador Renán Calheiros, jefe del bloque del partido de Temer, el PMDB. Si una parte del PMDB ya no le responde, que decir de los otros dos partidos que forman la alianza oficialista, el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) y Demócratas (DEM), que ya dejaron de acatar las instrucciones del Palacio del Planalto aunque no hayan roto formalmente. ‘No voy a renunciar’, habría repetido ayer por la noche Temer durante una reunión de urgencia con sus correligionarios después de la multitudinaria movilización en la que participaron el PT, la Central Unica de los Trabajadores, el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo y la Unión Nacional de Estudiantes”.