En una jugada de enroque, la DEA, el FBI y la CIA reemplazaron al jefe de la Bonaerense. Se fue Pablo Bressi pero llega Fabián Perroni. La policía de la Provincia se renueva al estilo Cambiemos, aumentando la lucha interna de poder entre los que gestionan las fuerzas de seguridad, cada vez más autónomas y corruptas. La salida de Pablo Brissi como Jefe y la asunción de Fabián Perroni confirman que la gobernadora María Eugenial Vidal no dará un paso sin antes consultar los intereses de la DEA, el FBI y la CIA, que atienden en la embajada de Estados Unidos. Denuncias por corrupción, relaciones narcos y con el crimen organizado en general, torturas y violencia de género entre el historial de los hombres que el gobierno utiliza para dirigir la unidad policial más pesada del país. La lógica del neo fascismo líquido que encabeza Mauricio Macri y tiene a Vida como carta de recambio privilegiada, se zambulle desde las fuerzas policiales hasta la Justicia, con beneficios para los represores protegidos por el fallo del 2 por 1. Vale recordar que esta Bonaerense continúa el paradigma de Ramón Camps y Miguel Osvaldo Etchecolatz
Por Carlos López / La cúpula de la Policía Bonaerense se encuentra convulsionada desde la caída de Pablo Bressi, quien envuelto en varias denuncias por corrupción, vínculos con el narcotráfico y violencia de género, le presentó a la gobernadora María Eugenia Vidal su pedido «de pase a retiro activo», un eufemismo para encubrir que lo eyectaron. El reemplazante en el máximo cargo en la fuerza será Fabián Perroni, una decisión que confirma la salida de un gestor de la corrupción con la entrada de otro similar.
Bressi en su carta a Vidal destaca su carrera con más 38 años “teniendo la tranquilidad de haber desempeñado con compromiso y honradez la función política». Sin embargo, en los últimos meses fueron apareciendo duras denuncias contra el ex Jefe -ignoradas por la gobernadora, quien lo eligió al frente de los uniformados-, reforzadas con testimonios de otros policías que lo vincularon con la recaudación ilegal de fondos en las comisarías, o la denuncia de su ex pareja, Viviana Figueroa, por violencia de género, confirmadas también por su ex esposa, Alejandra Monastysky, quien recibió reiteradas golpizas a manos del ex titular policial.
En una verdad silenciada a gritos que Bressi hombre de la DEA estaba cada vez más desgastado y que por eso desde la Embajada instruyeron a una de las empleadas más boconas, la operadora mediática seria enquistada en la Cámara de Diputados, Elisa Carrió, una dizque dirigente que trabaja para los servicios de inteligencia estadounidenses hace décadas, la misma que salió a defender a los jueces PROgenocidas de la Corte, bombardeados por la inmensa mayoría de la sociedad en una forma tan contundente que el propio gobierno dispuso que sus legisladores y funcionarios, expertos mentirosos, juegue a como si estuviese en en contra del 2×1.
La lógica de la violencia generada en la intimidad del ex Jefe es del mismo calibre con que la policía de la provincia de Buenos Aires reprime y ataca a los bonaerenses. Precisamente el lunes pasado un grupo de policías no identificados detuvieron a un docente, por intervenir en una requisa que los efectivos estaban realizando a estudiantes en la puerta de la Escuela Secundaria 12 de San Martín. El profesor intervino a los policías e intentó registrar con su celular el abuso contra los estudiantes pero fue detenido y trasladado a una comisaría.
El docente detenido, Juan Pablo Manente, denunció luego que no se trató de un caso aislado, sino que “la criminalización y la estigmatización contra la juventud simplemente por ser jóvenes es cosa de todos los días. Y todo se da en un contexto donde la policía está envalentonada, más después de la represión a los docentes”.
Ante la resistencia de los bonaerenses a los abusos cotidianos de la policía, y la debilitada imagen del ex Jefe, Vidal optó por escuchar a la embajada estadounidense al mejor estilo Cambiemos y pedir otro hombre de los servicios como reemplazante al alto cargo de la fuerza. Es que la imagen de Macri en la provincia empieza a caer cada día un poquito más. Las promesas electorales de terminar con la pobreza sólo se convirtieron en un aumento exponencial de pobres; y el supuesto combate a la inseguridad y el narcotráfico terminó siendo no más que una profundización de los lazos de poder dentro de las fuerzas policiales que permiten el ingreso y egreso de drogas a los barrios marginales, la multiplicidad de la corrupción con causas armadas y recaudación ilegal de fondos, y las brutales represiones a trabajadores encomendadas por el propio Estado.
Entonces, ¿qué logra Vidal con la salida de Bressi y la llegada de Fabián Perroni? Sólo seguir respondiendo a lo dictado por las agencias de Estados Unidos, que durante años cubrieron a Bressi y ven en la gobernadora la pieza de recambio ante el eventual y posible deterioro de Macri, pues en esos ámbitos no descartan un estallido social.
Para Cambiemos el apartamiento del ex Superintendente bonaerense era inminente, principalmente desde que propuso ascender a Alberto “El Máquina” Miranda, actual comisario de Automotores detenido esta semana pasada por corrupción.
Perroni tampoco tiene un prontuario que ayudaría a cambiar algo, sino que fue denunciado por torturas, una práctica tan habitual en las cárceles bonaerenses como la detención de menores en situación de vulnerabilidad o las causas armadas. Ni siquiera cambian los nombres, porque el ahora flamante Jefe policial hasta la partida de Brassi era el segundo hombre en importancia. Poco tiene que ver todo esto con la “renovación” de la Policía Bonaerense que tanto se jactaron de explicar Vidal y su ministro de seguridad, Cristian Ritondo, verdadero ariete entre el submundo del crimen, el Estado y los servicios de inteligencia de Estados Unidos. ante los medios amigos después de ganar la elección de 2015.
Es que Perroni no es un hombre más dentro de la fuerza. Comenzó trabajando en Mar del Plata, luego pasó por Lanús y este año fue el principal responsable del Operativo Sol en la costa atlántica.
Antes de seguir con Perroni, vale recordar lo que publicó Cosecha Roja en noviembre de 2015. En el artículo “Los ocho que saben dónde está Miguel Bru y no lo dicen” consigna que: Rosa Bru siguió la pista número 37 desde que desapareció su hijo Miguel: una casa platense en 10 y diagonal 77 que estaba por ser demolida para hacer un edificio. Un hombre denunció que allí tenían “algo que ver” con el caso. Esta semana el análisis de ADN con los restos óseos que encontraron los antropólogos forenses dio negativo. ¿Quiénes son las personas que saben dónde está Miguel Bru y no lo dicen? “La etapa judicial está cerrada, únicamente queremos encontrar a Miguel y cerrar la historia”, dijo Rosa Bru. En el juicio oral y público de 1999 condenaron a perpetua a los ex policías Walter Abrigo y Justo López, por la muerte y desaparición de Miguel Bru. Al ex comisario Domingo Ojeda y al ex oficial Ramón Ceressetto los condenaron por encubrimiento. Abrigo murió en prisión, en 2012 López obtuvo salidas transitorias de 48 horas mensuales y en 2014 recibió la libertad condicional. “Hay policías que saben, son los que estaban de guardia. Declararon durante el proceso que no habían visto nada, que se habían enterado de la historia por los diarios”, dijo a Cosecha Roja Pablo Morosi, periodista y autor de ¿Dónde está Miguel? El caso Bru, un desaparecido en democracia. Rosa Bru, la mamá de Miguel, contó: “Los testigos decían que entre 5 y 6 personas las que torturaban a un hombre esposado en la silla. Ese hombre era Miguel”. Tres de los torturadores, nunca fueron reconocidos. Walter Abrigo. Murió sin decir todo lo que sabía. El platense, que nació en 1955, fue condenado a prisión perpetua por ser autor penalmente responsable de “tortura seguida de muerte y apremios ilegales”.
En la década del ’90 Perroni fue procesado junto al oficial Walter Abrigo por el armado de causas falsas. Cinco años antes de su procesamiento, Perroni había irrumpido en el domicilio de un sospechoso de haber cometido robos, Ramón Silva, donde al no encontrarlo junto a Abrigo detuvieron al amigo del sospechoso, Julio César Medina, quien luego fue torturado en una comisaría. Perroni y Abrigo quisieron armar una causa contra Medina por una presunta portación de armas, pero el juez Ernesto Domenech los procesó a ambos oficiales. Paradójicamente (o no), Dada sus relaciones sabrá algo Perroni sobre Miguel Bru; estará acaso vinculado a su desaparición.
En temas de seguridad, Vidal no hace más que escuchar a los servicios estadounidenses, tal cual lo hace Patricia Bullrich en Nación – ella además muy pero muy amiga de la MOSSAD israelí – y el alcalde de la Capital Federal con su policía de jefe preso, como es el caso de José Potocar . Desde la Gobernación justificaron la salida de Bressi con la necesidad de una gestión de mayor control en las villas, apuntando a un narcotráfico que hoy lejos de combatir, se protege desde las propias fuerzas de seguridad. Es decir, la gobernadora quiere más vigilancia y más represión, en un contexto en el que la Bonaerense y la Policía Federal logran cada vez más autonomía para castigar a los sectores más desprotegidos de la sociedad, y disputarse entre las propias fuerzas los lugares de poder para delinquir, o mejor aún, para utilizar a los menores en situación de calle para delinquir.
Además de la situación en la provincia, el gobierno de Mauricio Macri enfrenta el procesamiento del suspendido jefe de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, José Pedro Potocar, después de que dos subcomisarios detenidos por el fiscal José María Campagnoli apuntaran contra el comisario por aprietes y jugadas sucias, brindando pruebas concretas de la corrupción político-policial. Lejos de reconocerlo, el ministro porteño de Justicia y Seguridad, Martín Ocampo, defendió a Potocar, apuntado por casos de corrupción cuando era titular de la Dirección General de Comisarías porteñas.
Pero sin embargo, Campagnoli en el expediente asegura que «en abuso de su posición de poder», Potocar «brindó una colaboración fundamental sin la cual el desarrollo del esquema no hubiera sido posible. En concreto, no sólo fue connivente frente al funcionamiento de la estructura (de corrupción), sino que promovió su instauración, brindó la protección que un sistema permanente de corrupción como éste ineludiblemente requiere y lo blindó ante posibles detractores internos a través del uso arbitrario de los mecanismos administrativos policiales». A estas conclusiones el fiscal llegó después de escuchar a los subcomisarios Marcelo Stefanetti y Hernán Antonio Kovacevich, ex oficiales de la Comisaría 35 de Núñez, lugar donde se develó la trama de corrupción por la que se encuentra prófugo hace siete meses el comisario Norberto Villareal. En el país de Macri los policías son delincuentes prófugos que recaudaban dinero en la comisaría para repartirlo entre la extensa cadena de mandos policiales, y los efectivos que quedan al servicio reprimen y persiguen a quienes luchan contra el neoliberalismo que reina en la Argentina, encubierto por las medidas de la Corte Suprema de Justicia. Decir que es el país de Macri no es un eufemismo. Ante el masivo rechazo popular y la votación unánime en el Congreso de la Nación para que los criminales de lesa humanidad sigan tras las rejas, el gobierno protege a los genocidas.
Por ello esta semana más de 500 mil argentinos se enfrentaron en las calles ante el fascismo PROgenocida que intenta instalar el gobierno, con una multitudinaria marcha en repudio al beneficio del 2 por 1 para los represores de la dictadura. Es por ello que el macrismo mueve piezas ante la caída de la imagen presidencial -a pesar de que Clarín y los medios amigos busquen levantarla de cualquier manera en este año electoral-. A todo esto, ¿a dónde está Macri? No le hablen de las fuerzas policiales ni de regalos para los genocidas del terror, hoy sus preocupaciones pasan por el Superclásico del domingo, y que a su perro Balcarce no le falte el plato de comida por la noche. De darle los gustos a la derecha internacional ya se encarga la Corte Suprema, y personajes fascistas como la legisladora Elisa Carrió y el ministro de Justicia de la Nación, Germán Garavano.