Abelardo Castillo, uno de los escritores más relevantes de la literatura argentina del siglo XX, que abordó todos los géneros literarios murió este lunes por la noche a los 82 años de una infección postoperatoria en la Ciudad de Buenos Aires, donde había nacido en 1935.
Castillo nació en Buenos Aires el 27 de marzo de 1935, pero a los 11 años se trasladó con su familia a la ciudad bonaerense de San Pedro, que para él fue su «lugar afectivo» y donde vivió hasta los diecisiete años. En 1952 regresó a Buenos Aires.
La crueldad, el desafío, la competencia, la traición, la culpa típicas de la adolescencia son marcas recurrentes en sus cuentos, que comenzó a escribir en 1961 y reunió bajo los títulos «Las otras puertas», «Cuentos crueles», «Las panteras y el templo» y «El espejo que tiembla», entre otros. En sus historias, los personajes transitan por arrabales, casas, boliches, cuarteles, las calles de la ciudad o de pequeños pueblos de provincia, donde llegan, por lo general, a situaciones límite, y muchas veces parecen concurrir a una cita para dirimir un pleito con su propio destino.
Decisivas para Castillo resultaron también las producciones de Poe, Marcel Schwob, Fiodor Dostoievski, Malcom Lowry, Roberto Arlt, León Tolstoi, Henry Miller y Jean Paul-Sartre. Castillo sintió también una gran admiración por Leopoldo Marechal.
El escritor además esparció su talento por la dramaturgia, un género que le deparó múltiples reconocimientos: en 1964, a sus 29 años, la obra de teatro «Israfel» recibió el Primer Premio Internacional de Autores Dramáticos Latinoamericanos Contemporáneos del Institute International du Theatre, UNESCO, París. Ese mismo año, por la pieza «El otro Judas» obtuvo el Primer Premio en el Festival de Teatro de Nancy, Francia.
Su sólido compromiso con la realidad y la política, característico de la generación del 60, de la que fue uno de los nombres centrales, lo llevó a crear junto a otros escritores las revistas literarias El grillo de papel (1959-1960) que fue prohibida en 1960 por el gobierno de Arturo Frondizi; El Escarabajo de Oro (1961-1974), considerada por la crítica especializada como la más prestigiosa publicación literaria de la década; y El Ornitorrinco (1977-1986), consignó Télam.
Esta última revista, que publicó junto a Liliana Heker y Sylvia Iparraguirre -quien fue su esposa y lo acompañó hasta sus últimos días- fue considerada una de las publicaciones más importantes de la resistencia cultural contra la dictadura militar instaurada el 24 de marzo de 1976
A fines de 2016 Castillo publicó «Del mundo que conocimos», una selección personal de sus cuentos que funciona como una suerte de mapa íntimo que abre con el ya clásico «La madre de Ernesto»y contiene textos como «Las otras puertas», «Patrón», «Los ritos» y «Las panteras y el templo».
Entre muchísimos premios, Castillo recibió en 1986 el Premio Municipal de Literatura por «El que tiene sed», en 1993 el Premio Nacional de Literatura por el conjunto de su obra, y en 1994 el Premio Konex de Platino. En 2007 fue galardonado con el Premio Casa de las Américas de Narrativa José María Arguedas por «El espejo que tiembla». Su obra fue traducida a 14 idiomas, entre ellos el inglés, francés, italiano, alemán, ruso y polaco.