Triste, pero parecería que Argentina se está disolviendo en una carcajada, en la mueca triste y dolorosa de un payaso al que lo dejaron sin circo, sin nada. Se imaginan el susto y el mal entendido que pudieron haber constipado a los servicios de inteligencia de Corea del Norte, cuando se supo que Trump y Macri intercambiaban estrategias limoneras ante los ruidos de la famosa crisis nuclear. Y se imaginan la cara del jefe de la CEOcracia argentina y de su primera dama esclavista cuando los mozos de la Casa Blanca gritaron sale uno de chori para la mesa de los argentinos. Mauricio decía ¡Uy no, que no me vengan ahora con los colectivos llenos de pobres!
El presidente Mauricio Macri visitó hoy la Casa Blanca por primera vez junto a Juliana Awada, la de la mano de obra esclava para su empresa textil, y fue recibido por Donald Trump y la tal Melania. “Comieron agnolotis de limón y ricota y col rizado con morillas y un jamón con sabor a enebro. El plato principal consistía de un lenguado a la molinera con una salsa preparada con manteca marrón, perejil picado y limón. Además, recurrieron a los gustos argentinos y prepararon chorizos con papas. Para terminar el almuerzo, hubo parfait de mocha y trufas, acompañado por un pastel crocante de chocolate”. Así cuenta orgulloso el diario La Nación, pues no hay que olvidarse que en el corazón del ser oligárquico argentino se encuentra firme, inamovible, aquella vieja tara que se llama cholulismo, rastacuerismo; en una palabra, imbecilidad.
«Si Macri me ayuda con Corea del Norte yo lo ayudo con los limones», fue la frase del día, durante el diálogo que mantuvo Trump con Macri. «Es un amigo de hace años», insistió. Lo que dio el pie para que le pregunten si ya que son tan amigos, porque no habilitaba el ingreso de limones argentinos a Estados Unidos. «Es un tema que vamos a estudiar, créanme, los limones pueden ser un gran negocio», dijo pícaro el presidente norteamericano, para agregar: «Si Macri me ayuda con Corea del Norte yo lo ayudo con los limones».