Continúan las presiones internacionales contra Venezuela y la Revolución Bolivariana. El Secretario de la OEA, Almagro, es el encargado de impulsar esta línea de acción exigiendo a los países miembros que se adopte la Carta Democrática que justificaría una intervención en Venezuela. ¿De qué tipo? Según lo requieran las circunstancias.
Por Alejandro Forni (*) / Si fuera de tipo militar la acción cuenta con la extensión del decreto del ex presiden Obama contra Venezuela, en la que declara a la Patria de Bolívar como “una amenaza inusual y extraordinaria” para la nación norteamericana. Esta acción concita gran adhesión en la actual administración norteamericana que impulsa la guerra en todas partes, como un mecanismo de reactivación económica con la vía desarrollo del keynesianismo militar.
Simultáneamente a los planes de injerencia directa continúan las políticas que buscan bloquear económicamente a la Revolución Bolivariana. Como las que se impulsan desde la Asamblea Nacional, en manos de la oposición, para impedir la creación de empresas mixtas del Estado venezolano con empresas vinculadas a la producción de petróleo y la minería. Y todas acciones publicitadas al mundo a través de las grandes cadenas de medios que muestran al presidente de la Asamblea, Allup, como el salvador de la república.
Tanto la presión externa, como los intentos por trabar esas medidas asociativas, necesarias para el ingreso de divisas al país, dejaron como saldo un creciente nivel de empobrecimiento de la población venezolana que enfrento, durante, todo el año 2016 el desabastecimiento inducido por las empresas que monopolizan la producción y distribución de alimentos.
El combo es explosivo. Se pide desde el exterior un cambio de gobierno para que lleguen inversiones. Al interior se promueve una fractura institucional entre los poderes del Estado que justifique la injerencia. Se especula con el precio de los alimentos básicos acaparando y dejando a la población sin herramientas para sostener un mínimo de vida digna. Pero si esto no alcanzare, se financia a grupos extremistas que desarrollan sabotajes a las comunicaciones y a la energía para promover enfrentamientos sociales que justifiquen una intervención con mecanismos más sofisticados a los que apelo el golpe de Estado del 2002 contra Chávez, pues la derecha aprende de su errores y la población está más alertada que en aquel entonces.
Por eso es que necesitan una gran campaña de desprestigio del chavismo para que se justifique que, en palabras de Almagro, “por lo menos se permita el llamado a elecciones generales” si fuera posible con proscripción y persecución al chavismo como mecanismo de desmontar la obra de la revolución. Todo un manual de operaciones que se ha venido aplicando puntillosamente en toda la región más allá de que los procesos no sean los mismos y menos aún sus gobiernos y fuerzas políticas actuantes.
El enemigo común es todo aquel que impulse algún grado de soberanía en las decisiones económicas y sociales. Para cada correlación de fuerzas a la que se enfrenten hay un tipo de tratamiento o intensidad en la aplicación del plan. Por ejemplo en Brasil y Argentina, donde las derechas tienen el monopolio de las decisiones, el plan fue terrorismo económico, ajuste y persecución política, campaña de demonización de las fuerzas populares junto con la judicialización y proscripción. En Bolivia y Ecuador donde las capacidades de decidir están repartidas, guerra económica, sabotaje y construcción de factores de desestabilización es la estrategia. En el caso Venezuela avanzaron más aun, como el monopolio de las decisiones ha estado en manos del chavismo, necesitan eliminar esa resistencia política. Lo anterior sirve para ver lo que nos espera si dejamos sola a la revolución Bolivariana.
La Revolución resiste la embestida:
Para este 19 de abril los planes golpistas se fueron concatenando para intentar consolidar un hecho político con el ingreso de la oposición a las inmediaciones de Caracas, territorio por excelencia del chavismo desde hace casi 20 años. ¿Por qué este 19 de abril y no otro 19 en mayo, junio, agosto etc.? La respuesta está en que después de un año de grandes dificultades económicas y en el marco de la conmemoración de aquel abril de triunfos populares, el pueblo percibe que la escalada de acciones desestabilizadoras choca con indicios de recuperación económica y soluciones a los problemas más sensibles del desabastecimiento.
Posible repunte económico:
En el curso de este año el gobierno venezolano ha llevado adelante una serie de medidas tendientes a enfrentar con éxito toda la campaña contra Venezuela. Es así que se ha logrado romper con las redes de desabastecimiento con la implementación de los programas de los CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción) que son los encargados de organizar a la población para acceder a los productos de primera necesidad a un precio justo, rompiendo con la especulación y el acaparamiento. Si bien este programa mitiga en parte los problemas de acceso que todavía persisten, han logrado que en la población se perciba un camino de solución a este problema. En lo que va del 2017 los CLAP han llevado insumos mínimos a 6 millones de venezolanos y venezolanas.
Un programa que se enlaza con un plan más ambicioso aun, como el de llevar las hectáreas sembradas en Venezuela a 3 millones para este año 2017, la mayor parte de ellas destinadas a cubrir la demanda agroalimentaria del país. Sin que esto signifique la solución definitiva al abastecimiento, puesto que el mayor problema siguen siendo las empresas que monopolizan la producción y comercialización, este conjunto de medidas y otras relacionadas con la modificación del tipo de cambio y la creación de empresas mixtas entre el Estado y privados para la sustitución de productos derivado del petróleo, ayudan a vislumbrar un posible desahogo de la economía venezolana.
Otro elemento que no se puede obviar está relacionado con el repunte en el precio del petróleo, todavía en niveles muy inferiores a los que se conocieron durante la etapa en que el timonel de la revolución era Chávez en persona, aun así hay que mensurar que el precio del crudo venezolano creció casi un 40 por ciento respecto del precio del año pasado y que el acuerdo para elevar la cuota de producción de crudo que se espera en la cumbre de la OPEP de mayo ayuda a vislumbrar una demanda creciente del petróleo venezolano.
Corriendo detrás de estas novedades están las acciones de la Asamblea Nacional del pasado mes de marzo, cuando intentaron bloquear una ley que avala la asociación en empresas mixtas del Estado venezolano con empresas rusas y chinas para la sustitución de importaciones.
Valorando estas nuevas situaciones se puede ver con claridad porque se han acelerado los planes de asfixia externa e interna contra la revolución Bolivariana. La derecha sabe que un repunte económico podría generar las condiciones para que el chavismo se disponga a batallar electoralmente con posibilidades de éxito, así quedó demostrado este 19 de abril, en donde la fuerza social de la revolución colmó las calles de Caracas. Se habla de que se movilizaron tres millones de personas que todavía apuestan por la revolución, algunos menos optimistas relativizaran el número ¿Serán dos millones? ¿Será un millón?
Esa respuesta puede tener poca importancia cuándo lo más relevante es que el chavismo se fortaleció en las calles y que puede derrotar estas acciones desestabilizadoras con movilización y fuerza electoral, algo de lo que la derecha carece.
(*) El autor es miembro del Comité Central del Partido Comunista de Argentina.