Ya se dará vuelta la tortilla pero hoy las cifras indican que la canasta de pobreza subió 3, 5 por ciento en marzo y la de indigencia 2, 9 por ciento. En tanto, durante febrero, los supermercados y shoppings profundizaron su caída.
En la Argentina de Mauricio Macri, la canasta básica de bienes y servicios que define la línea de pobreza ascendió a 14.620 pesos en marzo, con un aumento de 3,5 por ciento, mientras que la marca la línea de indigencia se ubicó en 7260 pesos, al aumentar un 2,9 por ciento. Se trata de aumentos mensuales que duplican los registrados a finales del año pasado.
Asimismo, las ventas van de mal en peor. La facturación de los supermercados, por ejemplo, creció 16,3 por ciento interanual en febrero, contra una inflación del 35,6 en doce meses. Fue el peor desempeño desde que gobierna la Alianza Cambiemos. En los shoppings el resultado fue incluso más bajo.
En cuanto a las cifras de la canasta básica, fueron difundidas este jueves por el Centro de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires. Los datos implican que la inflación de los primeros meses de este año impactó en mayor medida sobre el costo de vida de los sectores vulnerables de la población. El Indec no hace públicos los datos de cuántos nuevos pobres hubo el último años pero las estimaciones de los privados registran que el año pasado se sumaron cerca de 1,5 millones de personas a la condición de pobreza y unas 600 mil personas a la indigencia.
El documento del centro estadístico porteño, publicado este viernes en Página12, afirma además de las cestas que definen la línea de pobreza e indigencia, el valor de la canasta de consumo total y de la canasta de consumo alimentario. La total para una familia de dos adultos de 35 años, ambos económicamente activos, propietarios de la vivienda y con dos hijos de unos 9 y 6 años se ubicó en 18.686 pesos, al aumentar un 3,7 por ciento respecto de febrero y un 32,6 por ciento en los últimos 12 meses. La canasta alimentaria alcanzó los 7845 pesos, al avanzar 2,9 por ciento mensual y 25,4 por ciento interanual.
La canasta de consumo total para un hogar tipo 2 (es decir, de adultos mayores, económicamente inactivos, propietarios de la vivienda y sin hijos a cargo) sumó unos 7194 pesos en marzo, al incrementarse en 3,6 por ciento respecto de febrero y en un 32,1 por ciento en relación con igual mes del año pasado. La canasta alimentaria para la misma pareja de jubilados ascendió a 3665 pesos, con un aumento de 2,8 por ciento mensual y de 24,1 por ciento interanual.
En marzo hubo una aceleración de los precios de los bienes de consumo masivo, los cuales a final del año pasado venían subiendo a ritmos del 1,5 por ciento pero ahora lo empezaron a hacer a tasas del 3,5. Las mayores remarcaciones sobre los bienes básicos afecta a los sectores asalariados y de menores ingresos de la población, puesto que son los que destinan una mayor parte de sus gastos mensuales a comprar estos productos. El aumento de los precios de la canasta básica muestra que el rebote de estos meses del proceso inflacionario no fue únicamente por efecto de tarifas o de precios estacionales como los servicios de turismo, sino que se aceleraron las remarcaciones en rubros claves como los alimentos y la indumentaria. La leche fue uno de los productos con mayor incremento de precios en los últimos meses. Subió 2,6 por ciento en febrero respecto del mes anterior y 40,4 por ciento interanual. El centro de estadísticas porteño no actualizó por ahora los rubros de la canasta de consumo a marzo. El aceite fue otro producto con importantes ajustes, al aumentar 2,6 y 66,4 por ciento.
Los asalariados y grupos vulnerables de la sociedad (jubilados con bajos haberes e individuos que acceden a programas de bienestar social como la Asignación Universal por Hijo) fueron los sectores de la sociedad que más perdieron el año pasado por la suba de precios de los productos de consumo masivo. No consiguieron ajustar sus ingresos al ritmo de los precios y perdieron capacidad de compra. La Ciudad de Buenos registró que en 2016 la inflación fue la más elevada en 25 años, al acumular un alza de 41 por ciento y superar incluso los aumentos de precios de 2002, cuando la crisis y la mega devaluación de ese año generaron una inflación de 40,6 por ciento. Este año la inflación volvió a mostrar un rebrote en los meses de febrero y marzo, lo cual terminó de convencer al mercado y a los organismos internacionales sobre que el Banco Central no cumplirá su meta de precios de 17 por ciento (la estiman por encima del 21 por ciento). Pero el Gobierno continúa insistiendo en que las paritarias no deben cerrarse por arriba del 20 por ciento y en la necesidad de limitar los gastos sociales para intentar reducir en forma gradual el déficit fiscal. Esto adelanta un año de estancamiento en el poder adquisitivo y nuevas dificultades para sectores postergados de la población para mejorar sus ingresos y acercarse a la línea de pobreza e indigencia.
Caída de ventas
Según consigna Página12, la facturación de los supermercados durante febrero creció 16,3 por ciento respecto de igual mes del año pasado. Sin embargo, si a esa cifra de ventas que informó ayer el Indec se le descuenta la inflación interanual para ese período –estimada en 35,6 por ciento por el IPC de la Ciudad de Buenos Aires, dado que no hay datos del Indec para ese cotejo–, el nivel de facturación de febrero representó una caída en términos reales del 19,3 por ciento interanual. Se trata entonces del peor desempeño desde que asumió el gobierno de Cambiemos. El mayor retroceso en las ventas se registró en electrónicos y artículos para el hogar, con un 2 por ciento menos de facturación, lo que sumado al aumento de precios arroja un desplome todavía más contundente. En los shopping, en tanto, el retroceso de las ventas fue más marcado. La facturación en esos establecimientos creció 13,5 por ciento interanual en febrero, lo que representó una baja de 22,1 descontando la inflación.
La continuidad del declive del consumo se había anticipado en los reportes de consultoras y fundaciones, lo cual se explica por la pérdida de poder adquisitivo de los salarios frente a la inflación y el fracaso del programa Precios Transparentes, que terminó de estrangular las ventas a crédito, el único canal que quedaba de estímulo a la demanda. La venta financiada se retrajo según esas entidades en un 30 por ciento con la eliminación de las cuotas sin interés. Para febrero todas las estimaciones daban algún tipo de caída en el consumo. La Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME) informó un retroceso de 4,1 por ciento en febrero respecto de igual mes del año pasado. La consultora Scentia calculó esa caída en el orden del 6,6 por ciento, mientras el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala calculó la baja del 0,9 por ciento.
Cuando se van acercando las discusiones paritarias, la pérdida de varios puntos de poder adquisitivo todavía sigue siendo el principal limitante para la reactivación del consumo. Esta situación explica que el aumento en las facturaciones de supermercados y shoppings no llegue a cubrir la inflación del período. El apagón estadístico que dispuso el Indec desde diciembre de 2015 hasta mayo impide tener un dato oficial de suba de la inflación interanual hasta el quinto mes del año. El IPC de la Ciudad de Buenos arrojó para febrero un alza de 35,6 por ciento.
De acuerdo con cifras del Indec, los supermercados facturaron en febrero 24.520,3 millones de pesos, lo que representó un 16,3 por ciento más que los ingresos obtenidos en igual mes de 2016. En enero previo el cotejo interanual había sido un alza (sin inflación) de 22 por ciento. Las ventas acumuladas en el bimestre sumaron los 50.815,5 millones de pesos, con un aumento del 18,8 por ciento.
Aunque todas por debajo en al menos diez puntos respecto del aumento del nivel de precios del período, las mayores alzas en la facturación tuvieron lugar en supermercados de Neuquén, con el 24,3 por ciento, seguido por Chubut (22,4), Córdoba (20,6) y Mendoza (17,2). En la Ciudad y el Gran Buenos Aires los ingresos crecieron 13,8 y 15,5 por ciento, respectivamente. En el norte es donde se exhibió el peor desempeño, con subas interanuales de 6 por ciento para Tucumán y de 10 para Salta. En estos casos el aumento fue de más de 20 puntos por debajo de la inflación.