Mientras un ex embajador de Gran Bretaña en Siria, Peter Ford, revelaba ante agencias de noticias que los ataques químicos atribuido al presidente Al-Assad es “un remake de las armas de destrucción masiva inventadas por la administración de George W. Bush cuando quiso intervenir en Irak». El diario “The Independent” revelaba que el ataque de EE.UU. sirvió para presionar a Putin y revelan un plan de futuras acciones coordinadas por Londres y Washington. Además, en las semanas previas al ataque del jueves pasado, Trump recibió sucesivamente en la Casa Blanca al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y a los dirigentes de Arabia Saudita, Egipto y Jordania, todos hostiles al eje Rusia-Siria-Irán y extremadamente reservados con la estrategia del Kremlin en Medio Oriente.
El canciller británico, Boris Johnson, canceló este sábado su visita a Moscú, prevista para este lunes, 10 de abril, según reza un comunicado difundido a través del sitio del ministerio británico de Exteriores. El propio Johnson explica que tomó la decisión porque «el desarrollo de los acontecimientos en Siria ha cambiado la situación de manera fundamental», si bien varias fuentes del periódico “The Independent” aseguran que su decisión forma parte de un plan coordinado con EE.UU.
El periódico subraya que Johnson canceló su visita tras conversar con su homólogo estadounidense, Rex Tillerson, después del ataque contra la base aérea siria de Shayrat, que ha abierto una oportunidad para que los países occidentales obliguen a Rusia a adoptar una posición más beneficiosa para ellos en las negociaciones de paz sobre Siria.
Mientras tanto, el viaje de Tillerson a Rusia, previsto para los días 11 y 12 de abril, sí que sigue en la agenda de Washington. En este sentido, según expertos del diario, Johnson se sintió «relajado» al no ser él quien «entregue el mensaje» al Kremlin. Asimismo, fuentes de “The Independent” sostienen que ambos cancilleres decidieron que una sola visita en lugar de dos les permitiría presentar una posición común.
¿En qué consiste el plan? Johnson asegura en su comunicado que, actualmente, su «prioridad» pasa por «seguir contactando con EE.UU. y los demás [países participantes] en vísperas de la cumbre del G7» planeada para los días 10 y 11 de abril, o sea, antes de la llegada de Tillerson a Moscú. “The Independent” asegura que ello permitirá al canciller británico recabar más apoyos entre los países miembro del grupo.
El medio apunta que Johnson instará a otros participantes a dar pasos como la denuncia del presidente sirio, Bashar al Assad, exigir la desmilitarización de las fuerzas rusas en aquel país árabe y la elaboración de planes para «reconstruir la infraestructura» relacionada con un acuerdo de paz.
Richard Dannatt, ex jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas del Reino Unido, ha señalado que el bombardeo en Homs atestigua que EE.UU. «quiere mostrar un poco de liderazgo». «La diplomacia siempre es mejor si va respaldada por la fuerza», concluye el militar, si bien confiesa que no cree que el ataque desemboque «inevitablemente» en actividades militares futuras.
«Nuestros colegas occidentales parecen vivir en su propia realidad, en la que primero inventan planes colectivos de forma unilateral y después —también de forma unilateral— los cambian», dijo la portavoz de la cancillería rusa, María Zajárova, al conocer que Johnson había cancelado su viaje a Moscú, informa la agencia RIA Novosti.
«Hace mucho que la coherencia y la estabilidad ya no son la tarjeta de visita de la política exterior occidental», se lamentó la vocera rusa, que también destacó que su país «siempre» ha apoyado la creación de relaciones estables basadas en las normas jurídicas internacionales.
EE.UU. lanzó este viernes 59 misiles de crucero Tomahawk contra la base aérea Shayrat del Ejército sirio. El ataque dejó muertos y heridos, incluidos civiles y niños.
Washington justificó esa maniobra por el supuesto ataque con armas químicas ocurrido el 4 de abril en Jan Sheijun, en la localidad de Idlib (Siria), en el que habrían muerto entre 58 y 100 personas.
Varios altos funcionarios de Rusia alegan que Washington adoptó esa medida antes de que se investigaran los hechos. El presidente Vladímir Putin y el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, declararon que el ataque se lanzó sobre la base de «una excusa ficticia».
En tanto, un ex agente de la CIA dijo : «La Inteligencia de EE.UU. confirma la visión rusa del ataque químico en Siria»
Pese a lo que publican distintos medios, la Inteligencia estadounidense comparte el punto de vista de Moscú sobre el ataque en la provincia Siria de Idlib, afirma Philip Giraldi.
Desde Oriente Medio, varias fuentes militares y relacionadas con los servicios secretos «íntimamente familiarizadas» con los datos disponibles de Inteligencia confirman la validez de que la versión de Moscú y de Damasco sobre lo que pasó en la provincia siria de Idlib, ha asegurado este jueves Philip Giraldi, exagente que trabajó más de 20 años en la oficina de lucha antiterrorista de la CIA, en una entrevista con el programa de radio ‘The Scott Horton Show’.
Según Giraldi, sus fuentes confirman que un ataque aéreo convencional realizado por el Ejército sirio contra un depósito de terroristas —desde donde los milicianos transportaban los proyectiles de armas químicas al territorio de Irak— provocó la irrupción de gases de forma no intencionada, explicación que ya fue presentada por el Ministerio de Defensa de Rusia.
Los datos de Inteligencia sobre lo ocurrido son «muy claros», sostiene el exagente, que matiza que se trataba de un depósito de los milicianos de Al Quaeda.
Giraldi también asegura que en EE.UU. se produjo una gran distorsión de los datos, lo que provocó una grave «indignación» entre varios miembros de los servicios de Inteligencia, hasta el punto de que algunos agentes incluso consideran admitirlo ante los medios.
«El ataque va contra los intereses de Al Assad»: Mientras varios medios estadounidenses y europeos acusan del ataque al presidente sirio, Bashar al Assad, el exagente de la CIA recuerda que el mandatario no tenía «ningún motivo» para lanzar un ataque semejante y apunta que «lo completamente acorde con los intereses de Assad habría sido no causar ningún incidente». En este sentido, asegura que ha habido «muchas alegaciones lanzadas por razones políticas y no apoyadas en los hechos».
Además, el ex agente no descarta la posibilidad de que el ataque contra Idlib fuera ordenado por «un coronel estúpido» del Ejército sirio, si bien apunta que si fuera este el caso, es muy probable que la Inteligencia de EE.UU. ya tenga esta información y debería presentarla ante los medios.
Lo que sigue son algunas claves para entender las causas y los factores que mantienen activo un desgarrador conflicto que ha dejado miles de muertos y ha dañado enormemente la infraestructura del país árabe.
Lo que empezó en enero de 2011 con manifestaciones pacíficas a favor de las reformas políticas en Siria, sobre el telón de fondo de la así llamada Primavera Árabe, desembocó en protestas masivas y luego en un conflicto armado a gran escala.
La organización que agrupaba en un principio a la oposición siria fue el Consejo Nacional Sirio (SNC), con base en Estambul, que en 2011 incluía a todas las facciones antigubernamentales. Sin embargo, las divergencias políticas, militares y religiosas dividieron al SNC en 2012-2013 en grupos (en grupos armados, la oposición moderada y la oposición radical). Por su parte, los kurdos crearon su propia agrupación, de la que forma parte el brazo armado denominado la Unidad de Protección Popular (YPG por sus siglas en inglés).
Debido a la división (política y religiosa) de las fuerzas opositorias, diferentes tipos de grupos islamistas, entre ellos las organizaciones terroristas del Frente Al Nusra (la rama local de Al Qaeda) y del Estado Islámico (que llegaron desde Irak), comenzaron a adquirir un mayor protagonismo en su confrontación contra las fuerzas gubernamentales.
Después de que Damasco no pudiera apaciguar el conflicto nacional, varios protagonistas internacionales, como EE.UU., Europa, Turquía y monarquías de Oriente Medio, aprovecharon la guerra civil siria para intervenir de maneras directa o indirecta en el país árabe, lo que ha contribuido a agravar el conflicto.
Desde el comienzo de la guerra civil en Siria, las autoridades estadounidenses, bajo la presidencia de Barack Obama, y la CIA, proporcionaron un fuerte apoyo a la llamada ‘oposición moderada’, en particular al grupo armado del Ejército Libre Sirio, que lucha contra Damasco.
En un primer momento, los rebeldes solo contaban con asistencia no letal, pero más tarde EE.UU. empezó a procurar financiación, armas y entrenamiento a la ‘oposición moderada’ en su lucha «contra los terroristas». Después, EE.UU. acabó admitiendo que parte de la ayuda letal terminó en manos de terroristas que lo usan tanto contra el Gobierno y los civiles, como contra la ‘oposición’.
Además de Washington, simpatizantes naturales de Arabia Saudita, Catar, Kuwait, así como Turquía habrían proporcionado «millones de dólares» a los «grupos terroristas, incluido el Frente Al Nusra y el EI», según declaró en marzo de 2014 David Cohen, secretario adjunto del Departamento de Tesoro para Terrorismo e Inteligencia Financiera de EE.UU.
La coalición internacional lideraba por EE.UU. comenzó a lanzar ataques aéreos contra el Estado Islámico en Siria el 10 septiembre de 2014 sin la aprobación del Gobierno legítimo de Al Assad. Si bien el objetivo principal de la coalición era «luchar contra el EI», sus ataques no siempre son precisos, habiéndose cobrado ya centenares de vidas inocentes. EE.UU. no presenta datos exactos sobre el número de los terroristas abatidos en territorio sirio durante su operación, que dura ya dos años y medio.
Además, EE.UU. así como Reino Unido, Francia, Alemania y los principales países del Golfo Pérsico han instado al presidente sirio, Bashar al Assad a dimitir porque «se interpone en el camino» de los ciudadanos sirios, según dijo Obama en su día.
Rusia, Irán, así como agrupaciones chiítas, entre ellas Hezbolá, apoyan al Gobierno legítimo sirio que combate a los terroristas del EI, del Frente Al Nusra y de la ‘oposición moderada’, apoyada por EE.UU.
Desde el 30 de septiembre de 2015 Moscú llevó a cabo una operación antiterrorista en Siria después de que el presidente sirio solicitara a Rusia ayuda militar para combatir a los yihadistas. En los cinco meses y medio que duró aquel operativo, las Fuerzas Aéreas rusas han destruido más de 12.000 blancos de infraestructura terrorista. Según el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, unos 35.000 radicales fueron abatidos durante el primer año de la presencia de militares rusos en Siria.
Una de las razones por las que Rusia apoya al Gobierno de Al Assad es el temor a que un cambio de poder haga que Siria siga los pasos de Libia, un país hoy desmembrado tras la invasión de la OTAN. «Nadie puede garantizar que con la salida de Al Assad no se repita el escenario libio», afirmó en su día el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. Asimismo, Rusia ha reiterado en muchas ocasiones que son los sirios que deben decidir su futuro.
En agosto de 2013 se informó de uso masivo de armas químicas en las afueras de Damasco, donde al menos 600 personas perdieron la vida. Tanto el Gobierno de al Al Assad como la Coalición Nacional Siria (SNC por sus siglas en inglés) de las fuerzas de la oposición se desvincularon de aquellos hechos y se acusaron mutuamente.
El uso de sustancias químicas desencadenó entonces una discusión global sobre la necesidad de lanzar una operación militar contra Siria. El entonces presidente de EE.UU., Barack Obama, estuvo a punto de ordenar un ataque aéreo contra Damasco, pero, finalmente, el presidente ruso, Vladímir Putin, consiguió que los líderes mundiales apostaran por un proceso de control y de eliminación internacional del potencial químico-militar de Siria bajo el amparo de la ONU.
El 23 de septiembre de 2013 el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó por unanimidad una resolución sobre Siria que respaldaba el plan de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) para la destrucción de los arsenales químicos sirios, que acabarían siendo neutralizados a bordo de un barco norteamericano Cape Ray. A principios de 2016 la OPAQ anunció la destrucción completa de las armas químicas sacadas del territorio sirio a finales de julio de 2014.