La llamada primera dama, Juliana Awada, cuenta casi con la bendición profana de una reina trucha, que no por pintarse de “orange” puede esconder sus orígenes de familia macabra, pues es la muy orgullosa hija de Jorge Zorreguieta, ex integrante de la Sociedad Rural Argentina y ex secretario de Agricultura y Ganadería en la última dictadura eclesiástico cívico militar. La gobernadora María Eugenia Vidal está en el candelero: si Mauricio Macri se desgasta hoy por hoy ella aparece como posibilidad emergente y hay quienes dicen que por eso es que también se hace “la Thatcher” con los docentes, aunque arriesgando mucho más que la británica cuando acometió contra los mineros. Y Gabriela Michetti, devaluada, sigue ocupando su lugar patético y, es necesario decirlo, casi como víctima complaciente de un acto discriminador: porque ¡hay que ser de mala entraña, por no decir perversos, para hacer que – y aceptar – una discapacidad esté al servicio de la especulación política, desde la generación de lástimas vergonzantes! También existen otras menores como la “ex, ex , ex, ex”, que desemboco como ministrilla de Seguridad a pedido de los del título y de la Mossad.
Por Carlos López / En tiempos de contraofensiva neoliberal en toda la región – cumpliéndose ahora la etapa del camuflaje efectivo de las derechas golpistas bajo ropajes “constitucionales ” – que Mauricio Macri haya llegado en forma legítima al gobierno con el voto ciudadano es la mejor constatación del éxito que vienen teniendo los diseños teóricos estadounidenses sobre “democracias controladas-, los estrategas de Cambiemos, siempre actualizados por sesiones doctrinarias en las oficinas de la Embajada de Washington en Buenos Aires, con Durán Barba de maestro de ceremonias, y tantos viajes, generan ensayos de prueba y error, discurso y otras maniobras simbólicas con figuras macho patriarcales de mujeres como María Eugenia Vidal, Gabriela Michetti, Patricia Bullrich, Juliana Awada y hasta la reina Máxima Zorreguieta.
La semana pasada, en una breve nota, el diario La Nación, lanzó un mini globo de prueba al esbozar la idea, aunque dicen que negada en el gobierno de Cambiemos – esa negación es parte de la misma operación- en torno a las posibilidades electorales de Awada, a la vista de los supuestos buenos desempeños como algo más que primera dama protocolar, asesorada por la reina trucha durante el reciente viaje de Macri a Holanda.
Según La Nación, detrás de ese experimento podrían estar funcionarios de la Cancillería y “el estratega internacional” del presidente, el egresado de la privada y paupérrima Universidad Belgrano; un asiduo interlocutor y algo más de la Embajada, por supuesto. Desde el diario vocero de cuanta derecha ande por ahí, suelta o con bozal, Awada le daría algo así como frescura a las próximas listas oficialistas.
Dos especialistas en género y comunicación de la Facultad de Periodismo de la UNLP, como Florencia Cremona y Flavia Delmas, proponen repensar el porqué del machismo que esconden las funcionarias macristas y las mujeres de las clases dominantes con las que se identifica Macri; y una periodista, Alcira Martínez, directora del diario digital Contexto, desde la perspicacia aplicada a la casuística obligada de su oficio desmenuza cómo el dispositivo mediático hegemónico trabajaba para demonizar a mujeres que se ubican en el campo democrático, tal el caso de Cristina Fernández de Kirchner, y proteger, casi santiguar, a las que se ubican bien pero bien a la derecha, es decir a las nietas de “la Fusiladora del ’55 y a las hijas de la dictadura del ’76.
Todas las mujeres que desde sus diferentes lugares forman parte o acompañan las políticas de Mauricio Macri, reafirman con un uniforme discurso de derecha y desde ámbitos del poder una postura machista que con el gobierno de Cambiemos vuelve a resaltar en el entorno político. El caso más pronunciado es el de la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, una de las funcionarias más aprobadas por Macri para ejecutar el castigo contra la clase trabajadora. Su gestión se define con políticas de ajuste y despidos en la provincia de Buenos Aires, como así también con los recientes aprietes que inició contra los gremios y descuentos de salarios a los docentes; casi un/a barra brava de cualquier equipo del fútbol corrompido de nuestro país.
La secretaria de Género de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, Flavia Delmas, analizó en comunicación con AgePeBA la postura política de Vidal como una mujer que “cuando habla parecería que ni siquiera impone una idea, y que reproduce algo que es igual para todas las mujeres de Cambiemos: cuando se sacan fotos con otras mujeres lo hacen en lugares como la verdulería o en la cocina de una casa. Esto es las mujeres en la política pero sin salir del espacio privado, lugar al que se confinan en tanto mujeres”.
Es por ello que Delmas comparó que “con ese tono sumiso que utiliza políticamente, Vidal está intentando conceptualmente ser la Margaret Thatcher de este momento”, y agregó que esto es posible porque “estamos ante un gobierno neoliberal, gobierno de retrocesos muy fuertes en la justicia de género. Las mujeres en los últimos años nos hemos transformado en sujetas políticas y sociales, cuestionadoras de un orden establecido y tratamos de poner en crisis las desigualdades de género que nos oprimen, pero para consolidar eso hace falta una traducción política que lamentablemente ahora no se está dando, sino todo lo contrario”, completó.
Por más paradójico que sea, Vidal llegó al poder para reproducir la mirada machista. La ex ministra de Desarrollo Social de la Ciudad de Buenos Aires durante la jefatura de Macri, que estudió Ciencias Políticas en la Universidad Católica Argentina (UCA), se muestra como una “luchadora” de la vida que consiguió su candidatura y posterior gobernación a base de esfuerzo y sacrificio. Simplemente se muestra como una joven barrial de Flores que en sus inicios hizo su pasantía en ANSES pero que curiosamente también formaba parte de la Fundación Grupo Sophia, espacio dirigido por Horacio Rodríguez Larreta para formar a varios funcionarios del PRO, cuna de la derecha contemporánea del país.
Por su parte, la doctora en Comunicación Social, Florencia Cremona, le dijo a esta agencia que desde el discurso político el gobierno macrista piensa “cómo definir a una mujer que no sea molesta o amenazante para el neoliberalismo, y aplicarlo como lo hace con Vidal. Ella se muestra como una mujer que logró ser gobernadora con mucho esfuerzo, que logró las conquistas modernas que las personas prefieren, que sea una mujer que no grita, que parezca tranquila”.
Tomando esta propuesta de mujer que hace Cambiemos, Cremona remarcó que “el neoliberalismo usa figuras políticas como catalizadores de una gran mayoría que ve como una amenaza las reivindicaciones de género, porque el capitalismo se apoya en un modelo aspiracional de familia, con la mujer con un rol determinado, estático. Cuando la mujer puede ocupar otro rol en la sociedad, desde esa mirada lo que peligra es la distribución del poder, entonces cada vez que hay una reinstalación de los discursos neoliberales; a las mujeres se las vuelve a describir como decorativas”, precisó.
Cremona cuestionó la política de Cambiemos porque las retóricas y los discursos que utiliza “son una nueva forma de violencia ambigua: el gobierno apoya lo políticamente correcto como “Ni Una Menos”, pero se toman decisiones políticas económicas que son absolutamente machistas. Pensar en la baja en la edad de imputabilidad de un pibe es una medida machista, porque está puesta en lo punitivo, en separar lo bueno y lo malo, en la amenaza de un ellos constituido por todo lo no blanco, donde también están las mujeres”, refirió.
En este mismo sentido, Delmas definió que hoy “no tenemos gobiernos que se parecen a nuestros pueblos, tenemos un gobierno que quiere parecerse a la realeza, que gobierna por DNU (Decreto de Necesidad de Urgencia) como si fuese una monarquía. En ese punto es donde hay que ver el trasfondo de las relaciones internacionales de Macri, porque ellos se juntan con quienes se sienten identificados, que no es el pueblo”, sentenció.
Macri fue precisamente recibido esta semana en Holanda por la reina Máxima Zorreguieta, ocasión en la que los medios hegemónicos intentaron desviar la atención y esconder la verdadera crisis política y social que vive el país para orientarse a comparar los vestidos de la reina trucha, hija de Jorge Zorreguieta, ex integrante de la Sociedad Rural Argentina y ex secretario de Agricultura y Ganadería en la última dictadura eclesiástico cívico militar -razón por la que hasta los holandeses le prohibieron presenciar el casamiento de su hija-, con la esposa del presidente, Juliana Awada. En esta línea, Delmas se refirió al perfil de Máxima como “volver al cuento de la Cenicienta”, en su rol como sostén del rey holandés Guillermo Alejandro.
Máxima contribuye a la imagen de mujer que acompaña al hombre, estatus que formó desde que comenzó sus estudios de Economía en la UCA, para luego mudarse a Nueva York y trabajar en diferentes firmas financieras, hasta su coronamiento como princesa de Holanda. Perfil similar de mujer blanca y pura que acompaña a su marido es la que busca consolidar hoy Juliana Awada, denunciada penalmente en mayo pasado por darse a conocer un video que confirmó la existencia de un taller clandestino en Mataderos de la marca de ropa infantil que ella dirige, Cheeky.
La organización La Alameda informó la explotación de «13 costureros de origen boliviano, varios de ellos en situación migratoria irregular, en extenuantes jornadas de 7 a 22 horas, por la miserable suma de 1.800 pesos». Casos similares de talleres bajo órdenes de Awada ya habían sido denunciados en septiembre de 2006 y en marzo de 2010.
Es con respecto a esto que Cremona analizó que “en realidad la descripción de una mujer sin influencia aparente es mentirosa, porque hoy se da una estrategia mediática que se utiliza respecto de la primera dama como mujer que acompaña, cuando en realidad es una mujer empresaria, que tiene su historia vinculada a personas de clase media alta. Hay una trampa en el discurso neoliberal que es una estrategia de prensa para reivindicar el pensamiento capitalista“.
Y en este sentido, Delmas completó: “con Juliana Awada mostrándose en los jardines, siempre impecable, lejana, secundando al varón, perdemos a esa mujer con voz pública y ejercicio del poder real, concreto desde lo político estatal”.
Pero este regreso de la imagen de la mujer privada sobre lo público no es casual, sino que corresponde a una nueva instalación de un neoliberalismo que replica “un discurso de orden que se vuelve a organizar con las instituciones que definen la vida social y nos dicen cómo debe ser la vida: la familia y la mujer con una única salida”.
Michetti, por el contrario, conforma otro perfil dentro de Cambiemos. La vicepresidente no se cansa de comparar a la gestión con lamentables metáforas como “En el segundo semestre aparece la luz allá lejos, pero seguís en el túnel». Desde las elecciones presidenciales se ha empeñado por confirmar su rol discursivo vacío de contenido y gestión alguna. Más aún luego de que el año pasado diputados del Frente para la Victoria le iniciaran una denuncia penal para investigar el origen de 50 mil dólares y 245 mil pesos que supuestamente le robó un custodio de su domicilio en Balvanera.
Pero aún hay más: Michetti también es apuntada por dirigir la Fundación Suma, involucrada con graves irregularidades de donaciones que se conocieron tras el robo. Es que la vicepresidenta no tuvo mejor idea que declarar que parte del dinero robado era de la Fundación, cuando en realidad la Unidad de Información Financiera establece al respecto que toda donación destinada a fundaciones debe estar bancarizada o en declaración jurada que no exceda los 30 días.
Asimismo, y aunque parezca imposible, más a la derecha que la propia alianza de Cambiemos se ubica la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien fomenta la expulsión de extranjeros, particularmente de peruanos y bolivianos a los que apunta como “traficantes de drogas”. Llamativa postura para una ex ministra de Trabajo durante el gobierno de Fernando De la Rúa que se cansó de castigar a los trabajadores estatales y jubilados con uno de los recortes salariales más duros de la historia nacional. Una mujer con postura masculina de derecha que cuando debía se encargó de saquear y ahora de exterminar “lo negro, sucio y feo”.
Macri construye estas imágenes femeninas para penetrar culturalmente de la mano de Cambiemos y del poder internacional que llegó a la Argentina para quedarse con todo. Un gran combo que incluye el regreso a la teoría de los dos demonios, el desconocimiento al pasado oscuro de la dictadura y el nuevo rol de los funcionarios políticos, principalmente con énfasis en las mujeres “machos” que reproducen el discurso neoliberal que ya supo saquear al país en décadas pasadas. El poder en la Argentina vuelve a estar bajo la mirada machista, misógina y patriarcal del hombre blanco, sin olvidar por detrás a las mujeres de vestidos esbeltos y con una sonrisa muy dulce para contentar a la “gente de bien”.
En tanto, y por último, la directora del diario digital Contexto, de La Plata, la colega Alcira Martínez remata con esta especie de síntesis que habla por sí misma: “A Crstina, una mujer que es la más clara referencia del campo opositor a la derecha que encarna Macri, los medios hegemónicos primero la frivolizaron, luego dijeron que sólo hacía lo que su marido Néstor le ordenaba, más tarde que él, ya fallecido, era el bueno y que ella, la mala mujer; ahora la hostigan sin descanso. La gobernadora aparece como angelical, una máscara falaz y perversa que el aparato comunicacional dominante intenta blindar, cueste lo que cueste. Y ese mismo entramado de sentido intenta construir a Awada como una suerte de ‘hechicera’ que protege a su marido, el importante; es decir una vuelta de tuerca a aquél brebaje semántico de machismo tan bestial como imbécil que dice que detrás de un gran hombre siempre hay una mujer, o algo parecido o más idiota aún”.
En fin, esas son la mujeres que la derecha, asesorada por la CIA, quiere para todos los argentinos y argentinas: blancas, perfumadas, mentirosas pero sobre todo macho patriarcales.