¡Andate Macri!, se levantó el grito en la marcha a Plaza de Mayo por el Día de la Memoria. Un gobierno de CEOs dirige la Casa Rosada en representación de los poderes financieros internacionales. Como lo hizo Martínez de Hoz cuado la última dictadura cívico eclesiástica militar, hoy los ministros de Mauricio Macri profundizan la pobreza y destruyen los salarios de los trabajadores. La coincidencia casi exacta del plan económico de la junta militar con el de Cambiemos pone en alerta a las miles de almas que ayer marcharon en todo el país por más Memoria, Verdad y Justicia, y por más luchas contra los saqueadores de hoy, hijos del golpe más oscuro en la historia argentina.
Por Carlos López / La careta marketinera de Cambiemos duró lo mismo que la campaña política que ubicó a Mauricio Macri como el jefe de la derecha para comenzar un plan neoliberal que arrasa con los puestos de trabajo y criminaliza la protesta. Al cumplirse 41 años del último golpe cívico militar, el gobierno no pudo callar las miles de voces que colmaron Plaza de Mayo y otros puntos del país, para recordarle a los CEOs del Estado los 30 mil desaparecidos que niegan y dejar en claro que no habrá olvido ni perdón.
En las distintas marchas de ayer se percibía un ambiente de memoria como cada 24 de marzo, pero con el agregado del descontento generalizado y el rechazo a las políticas neoliberales de Macri. Es que quienes resistieron a la época más oscura en la historia del país, inevitablemente relacionan el mismo plan económico que se ejecutó en aquel momento con las políticas aplicadas desde diciembre del 2015 por Cambiemos.
El economista Aldo Ferrer, fallecido hace poco, planteó en su libro “El capitalismo argentino” que hacia 1976 “con la caída del gobierno de Isabel Perón se puso en marcha una estrategia de inserción en el sistema financiero internacional y de desmantelamiento de la industria. La dictadura aplicó una política de liberación de las importaciones y desregulación financiera con una fuerte revaluación del tipo de cambio”.
El mismo autor completa que en los meses siguientes al inicio del golpe, se produjo un “crecimiento de la inflación y subas de los precios al consumidor de más del 400%. Se llevó a cabo un proceso de ajuste y la crisis fiscal generalizada provocó la contracción económica y el aumento del desempleo, la pobreza y la inflación”.
Poca más de 40 años más tarde exactamente las mismas medidas económicas provocan la misma destrucción sobre los sectores trabajadores. Pero la similitud no sólo perjudica a las mayorías, sino que además beneficia a los ricos. El gobierno de Mauricio Macri es hoy un guiño para todas las grandes multinacionales y los grandes exportadores, tal y como ocurrió entre 1976 y 1983, cuando los grupos económicos y las empresas transnacionales potenciaron la concentración del mercado iniciada en la Argentina luego de la década del ’30, como apéndice de la crisis mundial.
A su vez, algunas políticas del proceso militar provocaron la redefinición del Estado con la eliminación de la redistribución de los ingresos a sectores populares; la reducción del gasto público en salud y educación; el incremento del presupuesto en seguridad y militarización; la vinculación entre empresas públicas y las oligopólicas; el endeudamiento externo; la eliminación de impuestos a la exportación; el aumento de los subsidios sin control al sector financiero; la liberación total de los mercados, y la pérdida salarial del 30%.
Todas políticas que de una u otra manera en la actualidad pone en práctica Cambiemos, pero que no son meras similitudes. Insistir en que el que gobierna es el mercado financiero no es ningún capricho, sino que sigue una lógica a lo largo de la historia argentina. Sea con los militares o sea con un presidente del “cambio”, el poder financiero se las ha ingeniado para decidir el rumbo del país. Desocupación, pérdida del poder adquisitivo, salarios bajos, inflación, importación sin control y destrucción de la producción nacional. Pasado y presente, el mismo poder operando sobre el futuro de los argentinos.
Sin llegar aún a la mitad de su mandato, el caprichoso empresario que juega a ser presidente -con la ayuda de su prefería Maria Eugenia Vidal- logró 1,4 millones de desocupados, de los cuales 500.000 viven en los partidos del Gran Buenos Aires. El Centro de Estudios de la Ciudad de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA (CEC) confirmó que durante la gestión de Cambiemos “se ha incrementado nuevamente la indigencia y la pobreza en personas”, ya que ambos índices se elevaron al 32,2 y 6,3% respectivamente.
Políticas macristas que ayudaron a esta consolidación de la pobreza comenzaron con la autodenominada “salida del cepo”, la eliminación de las retenciones a las exportaciones, el fin de la Declaración Jurada Anticipada de Importación y la liberalización del mercado de capitales. El objetivo se centra en que los ricos cada vez paguen menos y las clases medias y bajas luchan día a día contra los aumentos indiscriminados de los servicios públicos, tan ineficientes como antes.
Por ello las marchas de este viernes no fueron sólo por la memoria del terror, también lo fueron por la memoria política y económica que durante la dictadura sentó las bases para el mayor desembarco del liberalismo en la Argentina, profundizado en la década del ’90 y que llevó a la mayor crisis en 2001. “El mismo plan económico, la misma lucha. Paremos la miseria planificada”, fue una de las consignas de la movilización a Plaza de Mayo. Es que el equipo de ministros de Macri es el mismo que saqueó el país en la presidencia de Carlos Menem, y el Grupo Macri y sus amigos fueron uno de los principales sectores económicos beneficiados durante el golpe militar. Son los mismos de antes, ahora con una estrategia discursiva que se repite día y noche en los medios de comunicación amigos.
Los hijos de la última dictadura y los nietos de “la Fusiladora” del ’55 volvieron para ubicar a la derecha argentina en la Casa Rosada para empobrecer al pueblo argentino. Algunos métodos cambian pero en su esencia siguen siendo los mismos: Del terror, los secuestros y las desapariciones en nombre del Estado a las represiones policiales que comanda la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich; y el ajuste que inició el ministro de Economía, Alfonso Prat-Gay y que hoy siguen los ministros Nicolás Dujovne y Luis Caputo.
Como parte de su engaño discursivo, Macri pide un “esfuerzo” y convoca a los argentinos a “hacer un país juntos”, pero los sectores más politizados y que históricamente han luchado por Memoria, Verdad y Justicia, no sólo le dan la espalda al presidente, sino que además condenan el endeudamiento externo, el acuerdo con los círculos financieros, los despidos masivos, el avasallo contra la educación pública, los aumentos en los bienes y servicios y la corrupción de los negociados que los empresarios del Estado firman ocultos.
Hace 41 años las fuerzas armadas iniciaron un golpe militar para arrebatar los sueños de 30 mil militantes desaparecidos detenidos. Hoy Macri reproduce el mismo mensaje: Que quien luche contra sus medidas será castigado, que quien no cumpla los requisitos de ser blanco y puro será excluido a la desidia, que los salarios valdrán lo que diga el jefe. De la misma manera que los genocidas que torturaron y mataron no tendrán perdón, Macri tampoco lo tendrá.