“Los busco mientras organizo las tareas del día, pero la ausencia se acentúa aún más en la rutina cotidiana. Trato de hacerlos presentes en el espejo en el que me miro cuando me levanto, y esa imagen, obstinada, sólo me devuelve desolación. Los busco en la mesa donde tomo el primer café de la mañana para intentar una charla que no será. Miro sin mirar”. Un texto de Ernesto Espeche, periodista y doctor en Comunicación por la UNLP, ex director de Radio Nacional Mendoza, ex director de la Cerrera de Comunicación Social de la Universidad Nacional de Cuyo; docente y académico pero sobre todo un militante popular por mandato de su propia historia, pues es hijo de padre y madre desaparecidos por la dictadura genocida. A ellos y a los 30.000 desaparecidos, compañeros y compañeras; que por ellos estamos.
“Los imagino en los pasillos, en las habitaciones donde, a esta hora, aún duermen sus nietos, en el patio, en la puerta de entrada. Me hundo en ese vacío que tanto conozco, en la profundidad de una herida que no sana, que cada vez es más dolorosa, que es irreparable, que ya sienten mis hijos. Siento que la compasión no nos sirve, que no la quiero, porque sólo tranquiliza a quienes no saben qué decir. Los intento reconocer entre la gente en las calles de la ciudad mientras camino para sumarme a la marcha de cada año. Ese espacio colectivo es nuestro punto de encuentro, nuestro lugar seguro. Ahí los veo, mezclados entre las pancartas junto a los caras jóvenes de sus compañeros, los de antes, los de ahora. Empiezo a caminar con lentitud para vencer al tiempo, me hago multitud, me entrego a esa experiencia reparadora, analgésica. Me descubro en el ruido de los cantos y en la belleza poética de esas consignas que están guardadas en la memoria de mi cuerpo. Absorbo gota a gota la energía que emana de ese momento. Junto fuerzas para seguir. Ahí vamos, hoy más que nunca, todos juntos a pesar de los palos y de nuestros caídos, la tortura y el miedo, el de antes, el de ahora, jurándonos hacer justicia con los verdugos del pueblo como a los nazis, los de antes y los de ahora; los mismos. Ahí vamos, en revuelta muchedumbre, detrás de los pañuelos que iluminan el camino. Ahí vamos, siempre vamos, hasta explotar en un grito de potente desahogo.. 30 mil compañeros desaparecidos… ¡Presentes. Ahora… y siempre!