Así lo afirmó su mamá, Sandra Gómez, que el lunes declaró ante el Tribunal Oral en lo Criminal IV de La Plata en el primer día del juicio contra el sargento Walter Diego Flores por homicidio agravado por su cargo de funcionario policial. Omar vivía con sus padres y hermanos a la vuelta del Hospital Gutiérrez. Era pobre, tenía problemas de adicción y durante un tiempo, de más chico, había estado en situación de calle. Policías de la Bonaerense, en particular de la Comisaría Nº 2, pero también de la 3ª de Ensenada y La Plata, estaban ensañados con él, según los testimonios que presentaron sus padres, Milton Gustavo Cigarán y Sandra Gómez ante una sala llena de familiares, amigos, activistas del Colectivo Contra el Gatillo Fácil, organizaciones sociales y medios de prensa. El 15 de febrero de 2013 una bala le atravesó el tórax perforándole el corazón, el pulmón y el hígado, antes de salir por la parte trasera de su espalda. El día anterior, durante un allanamiento a la casa familiar, blanco repetido de irrupciones policiales con o sin autorización, a Sandra la Policía le había advertido que “si no les entregaba al guacho, me lo iban a entregar muerto”, afirmó el lunes la mujer con voz grave y entrecortada al inicio de su comparecencia ante el tribunal presidido por el juez Germán Allegre, acompañado por los magistrados Emir Tártara y Juan Carlos Bruni.
Por Gabriela Calotti (*) / En presencia de sus abogados defensores, María del Carmen Verdú, de la CORREPI, Pedro Azumendi y Sofía Ballesteros del Colectivo de Abogados Populares La Ciega, declararon el padre de Omar, Milton Gustavo Cigarán, y luego su mujer, Sandra.
“A Omar lo perseguían porque no era chorro para la cana”, sostuvo Sandra, sin dejarse acorralar por las preguntas repetidas y constantes de los tres abogados del policía, entre estos Alejandro Fernández, que en la apertura del juicio afirmó que “Flores actuó de forma justificada”.
“Este no es un hecho de gatillo fácil ni de violencia institucional. Cigarán no era un estudiante ni un obrero. Era un joven delincuente y lo enfrentó con su revólver”, afirmó el abogado, a quien el presidente del tribunal le explicó en varias ocasiones que en ese momento sólo debía hacer un resumen de sus lineamientos. Flores sólo confirmó su identidad y DNI al tribunal. Después permaneció inmóvil mirando hacia delante.
“Por ser menor tenía la impunidad de no ser detenido”, dijo el abogado, que calificó de “suerte” el hecho de que fuera Flores quien interviniera ese mediodía en 43 y 115, en el Barrio Hipódromo, zona donde según él Omar Cigarán “cometía los ilícitos”.
Como representantes de los padres de Omar en su condición de “particulares damnificados”, Verdú sostuvo que “vamos a probar con elementos que el 15 de febrero de 2013, en 122 entre 43 y 115, el sargento Walter Diego Flores disparó su arma reglamentaria Bersa con el ánimo inequívoco de quitar la vida a Omar Cigarán”.
Más tarde, las dos médicas que le practicaron la autopsia a Omar ratificaron el recorrido de la bala, las lesiones ocasionadas y precisaron que a raíz de las mismas el tiempo de “sobrevida” en esas condiciones “es muy corto”, inferior a cinco minutos, y sólo podría haber dado “unos pasos”. Según la versión policial, Omar Cigarán corrió cincuenta metros después de recibir el disparo.
“Con la Policía veníamos teniendo muchos problemas. Omar sufría hostigamiento policial”, explicó su papá al tribunal. “La Policía lo tenía de punto”, aseguró, antes de precisar que algunas veces, cuando lo detenían, le avisaban para que fuera a buscarlo por ser menor y cuando llegaba “lo habían molido a palos”. Pero no siempre le avisaban.
“Legalmente hice todo lo que pude. A Omar lo golpeaban porque era pobre y su padre un don nadie”, dijo Milton Cigarán en su difícil testimonio, sentado a metros del policía acusado del homicidio de su hijo, a quien los policías de la 2ª, en especial del servicio de calle, le atribuían todos los robos del barrio. “Si fuera por los comentarios, Omar tiró la bomba de Hiroshima”, aseguró su padre, que lamentó “no haber conocido mis derechos” antes de lo ocurrido con Omar.
Antes de que comenzara el juicio, que sin embargo arrancó más de dos horas después del horario previsto, el Colectivo contra el Gatillo Fácil, activistas, amigos y familiares de Omar y también de Andrés Núñez, otra víctima de la Bonaerense, asesinado en 1990 por efectivos de la Brigada de Investigaciones platense, se concentraron frente al tribunal platense en 8 entre 56 y 57.
“El juicio representa una instancia donde podremos hacer escuchar nuestros reclamos de justicia, pero también contra el encubrimiento policial, judicial y médico que rodea al caso”, afirmó el Colectivo contra el Gatillo Fácil en un comunicado.
Durante estos tres días de juicio, que serán grabados en video por la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), declararán ante el tribunal unos cincuenta testigos, entre estos una testigo de lo ocurrido aquel 15 de febrero y un médico imputado de encubrir el homicidio.
Sandra aseguró que mucho había hablado con su hijo, consciente de sus problemas adictivos pero también víctima de un Estado ausente. Omar estuvo en casas para menores como “El grillito” en Villa Elisa y un año en el instituto de menores Nuevo Dique después de ser atrapado por un robo en un kiosco. Cuando salió, en diciembre de 2012, hacía changas con su papá. Quince días antes de que lo mataran, un vendedor de drogas del barrio lo había baleado en las piernas. Pero hacia mediados de mes, Omar ya se estaba recuperando aunque rengueaba.
Tras una larga mañana, recién hacia las tres de la tarde, Sandra pudo salir un rato de los tribunales para comer algo y aflojar la tensión pese a ser aguerrida. “Me voy con la sensación de que los abogados de la defensa me apuraban mucho porque estaban muy nerviosos”, aseguró a Contexto. “Pero me voy con toda la fe y la esperanza de que se va a hacer justicia”.
El 15 de febrero a media mañana Omar salió de su casa, pese a que su mamá le había encarecido que se quedara por miedo a lo que podía pasar. En los allanamientos la Policía nunca encontró nada. “Los allanamientos eran cada vez más violentos”, aseguró Milton Cigarán.
“Además de ser mi hijo, Omar era un pibe al que el Estado abandonó. Tenía problemas de adicciones y quería terminar la escuela. Para mí era un excelente hijo”, sostuvo Sandra cuando Verdú le preguntó quién era Omar.
(*) Publicado por el diario Contexto.