Juan Carlos Schmid dijo que para fines de marzo. Héctor Daer que para los primeros días de abril. Y Carlos Acuña que ni esto ni lo otro, sino todo lo contrario. Sin la presencia particularmente visible de los dirigentes de la CTA ni de los docentes, los integrantes del triunvirato que dirige la CGT hicieron piruetas verbales sobre el escenario, tras rendirle homenaje con un minuto de silencio a José Ignacio Rucci, para ganar tiempo y darse un margen de negociación con el gobierno de Mauricio Macri, al que critican y critican pero hace casi un año, como lo que Cambiemos lleva en el poder, que nada concreto hacen para oponerse a la política de despidos y avasallamiento a los derechos de las mayorías de Mauricio y sus CEOs. El triunviro burócrata no pudo evitar los abucheos ni los reclamos de paro; incluso al finalizar el acto, se lo vio a Acuña, hombre del gastronómico corriendo porque desde las calles le llovían puteadas y bolsas de basura.
La movilización popular fue portentosa, sin poder contar en un principio cuántos fueron los cientos de miles de que salieron a las calles contra el gobierno de Macri; y quedaron en claro al menos los dos siguientes puntos: el hartazgo popular va en aumento – ayer la marcha docente sorprendió al gobierno, que por ventanas y TV no dejaban de preguntarse y a hora qué, más allá de las bravuconadas del caso -; pese a su marco conciliador y burócrata, demostró tener una capacidad de convocatoria que, salvo los gremios docentes, ayer, ninguna fuerza política y social del país logró exhibir.
Por supuesto, el panorama ofreció lo que la historia tan bien conoce sobre los andares de anguila de la burocracia sindical. Por ejemplo, mientras Hugo Moyano – una referencia cegetista más allá de los cargos – se asocia con Macri para quedarse con el negocio del fútbol, barrabravas de Camioneros que conduce su hijo Pablo manifestaron su “interna cegetista” a los palos y trompadas una vez finalizados los discursos del triunvirato.
Durante la desconcentración fue en aumento el descontento entre sectores crecientes de los trabajadores movilizados, para quienes las actuales conducciones en el candelero son traidoras y, dijeron varios antes las cámaras de televisión, “qué es esto de movilizarse frente a un ministerio de mierda en vez de reventar la Plaza de Mayo”.
Lo que no se sabe es si el hartazgo popular evidenciado ayer y hoy en las calles logrará organizarse, poniendo a sus dirigentes a la cabeza, o “con la cabeza de los dirigentes”, y mucho menos cuando y bajo que formatos o atributos de prácticas colectivas.
Es en esa duda que la derecha gobernante – un banda de lumpenes empresarios y CEOs – continúa con su ofensiva de endeudamiento, despidos, privatización de las dimensiones de lo público y destrucción general de las economías nacional y regionales.
Pese a las proclamas, gestos y actuaciones desde el sector político tradicional poco es lo que se hace al respecto. Las protestas sociales sin liderazgos incuestionables por un lado y las roscas e internismos en el campo político opositor están favoreciendo al gobierno, pese a que la encarnadura del país se revela. Es ese el contexto en el que se registró esta gran concentración popular este martes.
Un comentario
Pedro Garfias
#Conlacabezadelosdirigentes